Los femicidios oscurecen el panorama hondureño

Texto: Vienna Herrera

Fotografías: Whitney Godoy

Frente al Ministerio Público un grupo de personas exigen un alto a la violencia contra las mujeres en Honduras, una joven toma el micrófono y decide hablar. Se trata de Cynthia Izaguirre, hermana menor de Silvia, una de las últimas víctimas de femicidio en el país. –Esto tiene que parar, el dolor de las familias tiene que parar porque hasta que no se vive uno se hace muy indiferente con los asesinatos. Tenemos que hacer algo, nos están quitando la oportunidad de vivir, de luchar y de cumplir nuestros sueños. Mi hermana brilló siempre, lastimosamente no la dejaron seguir brillando–entonces su voz se quiebra y no puede seguir hablando más, se encierra en los abrazos de sus amigas y su padre mientras al fondo la voz de la cantautora hondureña, Karla Lara, se apodera del espacio con la frase precisa: “nos matan por ser mujeres, nos matan queriendo atarnos, nos matan porque no pueden doblarnos ni amarrarnos”. 

Silvia Vanessa Izaguirre tenía 28 y cursaba el último año de medicina, regresaba de vacacionar en el interior del país cuando su transporte fue interrumpido por asaltantes que además de robarle, intentaron violarla. Silvia se opuso y fue asesinada. Este caso generó convocatorias a movilizaciones, plantones, posturas y declaraciones contra la violencia de género desde su expresión más alta: el femicidio.  

Esa madrugada Silva abordó un bus desde Trujillo, departamento de Colón con destino a Tegucigalpa. Era el último viernes de Semana Santa y regresaba de visitar a una compañera que realizaba su servicio médico social en esa zona. Se sentó y le escribió a su padre un mensaje para avisarle que en unas horas estaría en casa, pero no regresó. Los detalles no importan del todo, lo que si queda claro es que a Silvia la asesinaron por ser mujer, por resistirse a la violencia sexual.

Los femicidios en Honduras son una realidad dolorosa, sólo en lo que va de 2018 se contabilizan al menos 90 víctimas, de acuerdo a la Plataforma 25 de Noviembre que agrupa diferentes organizaciones de mujeres.

Lo que le hicieron a Silvia provocó que la gente se movilizara, que la gente en redes sociales se indignara y la cobertura informativa fuese más amplia, “¿por qué no se hizo con la primera del año, o la del año pasado? Sino que tuvimos que esperar a que fuera una médico en servicio social. Si hubiese sido cualquier otra mujer como alguna vendedora de la calle, sería una estadística más” cuestiona Dariela Ramos, su amiga y compañera de carrera durante el comienzo de una movilización frente al Hospital Escuela Universitario (HEU) con dirección al Ministerio Público. En sus manos sostiene un rótulo con la frase “Ni una menos”.

Su caso se hizo polémico debido a que es una muestra de diferentes situaciones de violencia en Honduras, toca el nervio social de la población recordando las desigualdades sociales: la inseguridad en el transporte público, la cantidad de jóvenes que son víctima de violencia y sobre eso, la vulnerabilidad de las mujeres.

En la misma movilización camina una joven con megáfono en la mano gritando consignas cada vez que la música deja de sonar, su nombre es Marcela Arias, una joven feminista que señala que para erradicar casos como el de Silvia se debe colocar el machismo en debate. “Los hombres e incluso algunas mujeres están tan acostumbrados a ejercer micro machismos simplemente porque están en un espacio de impunidad. Siempre está esta cultura machista que el poder busca invisibilizar, las mujeres la sufrimos a diario en cualquier espacio, aunque sean los más democráticos y los más puros que se quieran denominar”. En el fondo se escucha un grito de alguna mujer “Vivas nos queremos”.

La militarización no disminuye la violencia contra las mujeres

Otro tema que apareció sobre la mesa a raíz del asesinato de Silvia es la política militarista del gobierno de Juan Orlando Hernández. En los últimos 4 años ha incrementado en un 64% el presupuesto de Defensa y Seguridad cuyos gastos no se conocen debido a la Ley de Secretividad y Secretos Oficiales, mientras tanto el de Salud y Educación apenas ha subido 13% y 0.48% respectivamente.

La presidente del Colegio Médico de Honduras (CMH), Suyapa Martínez, manifiesta que la única manera de revertir esta situación de violencia en el país que afecta con más fuerza a las mujeres es utilizando verdaderamente el Tasón de Seguridad en políticas públicas en educación y salud que garanticen la vida de las personas “es no tener ese ingreso en el anonimato o secretividad porque les ha permitido utilizarlo para campañas políticas que sólo le sirven a un grupo pequeño de la población, privilegiado y corrupto”.

A Silvia la asesinaron a la luz de los más de 2000 operativos fijos, móviles, terrestres, marítimos y aéreos que realizó la Policía Militar a nivel nacional durante Semana Santa. Rigoberto Izaguirre, padre de Silvia, frente a una barrera policial que colocaron debido al plantón frente al Ministerio Público, cuestiona estas medidas.

“Ahora utilizan el asesinato de mi hija para limpiar esa zona ¿por qué no hacerlo antes? ¿Por qué no crear un sistema de paz en toda Honduras? En otros países uno camina a cualquier hora con una tranquilidad increíble pero acá no, usted mire lo que pasó…” no puede hablar más, su voz no le sale.

La Dirección Policial de Investigación capturó a Erick Adonys Avila como uno de los sospechosos del crimen contra Silvia. Es un joven trigueño, alto, le cuelga del cuello un rosario, así se muestra en la fotografía de su captura. En Honduras, la impunidad en el femicidio sigue siendo alta, los perpetradores de una u otra forma terminan evadiendo la justicia. Según el Comisionado Nacional de Derechos Humanos (Conadeh), el 85% de los casos quedan en la impunidad.

De acuerdo con Dariela Ramos, amiga de Silvia, la situación de desigualdad en el país, a causa de la escasa oportunidad de educación, acceso a la salud y distribución de las riquezas provoca que personas como los asesinos de su amiga, lleguen a tales extremos. “Necesitamos lo básico para que las personas que andan delinquiendo tengan esa oportunidad y no la necesidad de ir a robar, asesinar, secuestrar para tener que llevar el pan de cada día a su casa. Nosotros a diario tenemos que enfrentarnos con los familiares de nuestros pacientes que no tienen dinero ni siquiera para comprar un medicamento y la vida depende de esto” enfatiza y parece que comprendiera a quienes asesinaron a su amiga.

Foto Whitney Godoy

La cobertura informativa que fomenta la violencia contra las mujeres

En un periódico en su versión digital, aparece dentro de la sección de Sucesos el siguiente titular: “Por amor de una madre ultima a padre e hijo”, se trata de un asesinato perpetrado en la aldea de la Granja municipio de Teupasenti: tres individuos entraron a la casa de Santos Genaro y su hijo, Merlín Obando, y les dispararon a los familiares de una mujer sin nombre “por una disputa pasional”, entre líneas la culpan del asesinato de sus familiares.

Hace un mes, durante la manifestación del Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo, en un canal de televisión popular en el país, el presentador se dirige a la cámara, molesto por expresiones que han utilizado las mujeres para referirse a su medio de comunicación y dice “¿Será que no tienen marido? Porque una mujer con marido pasa haciendo nada, pasa contenta, hasta relajada espera a que le llegue la noche, pero ¿estas viejas no tienen no marido?” al lado lo acompaña una mujer, que aplaude y asiente con la cabeza afirmando cada una de esas palabras.

El machismo y la criminalización de las mujeres víctimas son dos teclas comunes en las salas de redacción del periodismo en Honduras: a las mujeres las asesinan por haber salido muy de noche sin un hombre, por celos, por no estar en casa con sus hijos o por no dejarse violar. A Silvia le escribieron esa historia, la presentaron como heroína por “preferir morir antes que ser violada”.

Roxana Corrales, de la Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos, asegura que el asesinato de Silvia es un claro reflejo de cómo los medios abordan el femicidio “ni siquiera explican que la asesinaron por ser mujer, que nuestra condición de género nos expone todavía más. Esa forma de abordar la noticia nos deja como señal de que a las mujeres nos ven como una cosa y que valemos por nuestro cuerpo y nada más” con un suspiro, concluye expresando que ser mujer y ser joven en Honduras es una lucha constante con sentimientos de miedo e indignación.

Cynthia Izaguirre se plantó frente al Ministerio Público y comenzó su discurso: “no sé cómo explicarles el dolor, no hay palabras para decirles lo que se sufre. Mi hermana era mi bello ángel, éramos una a la otra –se le corta la voz de la impotencia y aunque sus amigas le dicen que está bien, que no tiene que seguir hablando, vuelve a tomar el micrófono- ustedes no se imaginan lo que con mi hermana hablamos el sábado que pasamos juntas, teníamos tantas metas, queríamos luchar y brillar”. El femicidio apagó una luz más.

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Reportera multimedia. Enfocada en extractivismo, medio ambiente, estructuras de poder, género y derechos sexuales y reproductivos
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