Xiomara Castro asumió el 27 de enero como la primera mujer presidenta de Honduras en un emotivo acto repleto de simbolismos que invocaban el regreso del poder popular tras doce años desde el Golpe de Estado en contra de su esposo, el expresidente Manuel Zelaya. Castro prometió respeto a los derechos de las mujeres, energía gratis para los pobres, disminución de los costos del combustible, atención a las necesidades de pueblos indígenas y comunidad LGTBI y la instalación de una comisión internacional contra la impunidad en los primeros cien días de su gobierno. Sin embargo, esas promesas se enfrentan a lo que ella apunta como un país quebrado.
Texto: Vienna Herrera y Fernando Silva
Foto: Ezequiel Sánchez y Nahún Rodríguez
Las banderas rojo y negro ondean por todo el Estadio Nacional, el público grita, llora y algunos suspiran un aliento que parece llevar 12 años contenido. Xiomara Castro acaba de ser juramentada como la presidenta de Honduras, es la primera mujer en ocupar ese cargo y llega bajo la promesa de tener un gobierno socialista y feminista. Sus primeras palabras se dirigen a las mujeres: «Estamos rompiendo cadenas y estamos rompiendo tradiciones», les dice.
De pronto, Castro cambia la sonrisa del rostro y comienza a contar las condiciones en que recibe el país, «El Estado de Honduras ha sido hundido estos últimos 12 años y lo recibo en bancarrota», dice y explica que la deuda aumentó un 700% y la pobreza se abarca el 74% de la población, y añade que la mayor parte del presupuesto en los últimos años se destinó al pago de los sueldos y salarios de 210 mil empleados públicos y no a mejorar las condiciones del país.
La situación que Castro presenta y que dice presentará a la comunidad internacional en un informe, son legadas por el gobierno saliente de Juan Orlando Hernández, el político del Partido Nacional que en 2017 llegó a la presidencia mediante un fraude electoral frente a la Alianza de Oposición que encabezaba el ahora designado Salvador Nasralla.
Tras la crisis electoral que dejó más de 20 asesinatos en manos de fuerzas de seguridad del Estado, las cosas no mejoraron para ese gobierno, Hernández fue mencionado en varias ocasiones por sus relaciones con el narcotráfico en juicios de la Corte del Distrito Sur de Nueva York y ahora podría enfrentar la extradición. Además, los casos de corrupción en la administración pública se multiplicaron causando que el Ministerio Público iniciara investigaciones que llevaron a juicio a funcionarios del gobierno.
Hernández no asistió a la toma de posesión, y mientras todos los actos de investidura ocurrían, él se juramentaba como diputado del Parlamento Centroamericano, garantizando así inmunidad que, según analistas, podría garantizar su impunidad
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Quienes sí asistieron al evento de toma de posesión fueron los representantes de 57 delegaciones internacionales, entre ellos diplomáticos y representantes de Estados Unidos, España, Argentina, Taiwán, Panamá, México, Cuba, Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Belice, Costa Rica, entre otros. Entre los más importantes estaban la vicepresidenta de Estados Unidos Kamala Harris, la vicepresidenta de Argentina Cristina Fernandez, el presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado y el rey Felipe VI de España, entre otros.
En todo este contexto, Castro también aseguró que en los primeros 100 días de su gobierno realizará 22 acciones urgentes, entre ellas, el subsidio total de la energía eléctrica para las familias que consumen menos de 150 kilowatts al mes que, según sus cálculos, beneficiará a más de un millón de personas que viven en la pobreza en Honduras.
«Los altos consumidores deberán asumir un precio en su factura para subsidiar la energía que daremos gratis a los pobres de Honduras», expresó Castro. Sin embargo, la promesa es hecha en medio de una crisis financiera en la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE) que tiene una deuda de más de 80 mil millones de lempiras (3.133 millones de dólares) producto de contratos de energía renovable, luego de que la Ley de Promoción a la Generación de Energía Eléctrica con Recursos Renovable fue aprobada durante el gobierno del expresidente Manuel Zelaya.
Pedro Barquero, Ministro de la Secretaría de Desarrollo Económico, dijo después de la toma de posesión que las medidas económicas que planean implementar para cumplir con las promesas sociales serán posibles porque «al combatir la corrupción se van a liberar fondos, se va reperfilar la deuda y con un combate efectivo de la evasión fiscal y el contrabando, ahí vamos a tener más recursos. También con políticas públicas que ayuden a tener un crecimiento económico de donde habrá mejor recaudación tributaria», explicó.
La presidenta Castro también prometió en sus 22 acciones urgentes, la reducción de los precios de los hidrocarburos, el cese a los permisos de minería y concesiones hidroeléctricas y la derogación de las Zonas de Empleo y Desarrollo (ZEDES).
Además, Castro aseguró que instalará la Comisión Nacional e Internacional para el Combate Frontal a la Corrupción e Impunidad, libertad para los presos políticos de Guapinol criminalizados por su lucha contra una minera del empresario Lenir Pérez, justicia en el caso de Berta Cáceres, una ley que «condene el golpe de Estado de 2009» —de la que no se conocen sus posibles alcances— y la derogación de otras leyes lesivas para la población hondureña.
Para poder aprobar las leyes que promete, Castro necesitará de un Congreso Nacional, que ahora mismo sigue en crisis con un vacío institucional en el que ninguna de las dos juntas que están sesionando de forma paralela se eligió y ratificó con el procedimiento legal correspondiente. Por un lado la de Luis Redondo, apoyado por Castro y el oficialismo del partido Libre y, por otro lado, la de Jorge Cálix, el presidente de la facción del Congreso Nacional que posee al menos unos 76 votos de los 128 de los diputados propietarios, entre ellos, toda la bancada del Partido Nacional.
Castro señaló a Cálix y otros 17 diputados de Libre que le acompañaron en sus aspiraciones, como traidores y contrarrevolucionarios, convocó a sus simpatizantes para tomar el Congreso Nacional y expulsó del Partido a los disidentes. Todo el discurso violento dicho por Castro y respaldado por otros dirigentes llevaron a amenazas de muerte y vandalismo en la casa de los expulsados.
Sin embargo, en un intento por reducir la tensión, la noche antes de la toma de posesión, Cálix recibió una oferta de Castro para que ocupara el puesto de coordinación de su gabinete a cambio de dejar la presidencia del legislativo y concluir la crisis.
Hasta el momento el diputado no ha respondido a la oferta de asumir un cargo dentro del gobierno. No obstante, tras que un ciudadano interpusiera un recurso de inconstitucionalidad en contra de la junta de Cálix, este publicó en redes que aunque respetaba el procedimiento «creo en el diálogo para buscar una salida política a este conflicto».
Unas horas después, un abogado en representación de Cálix presentó un recurso de amparo, también ante la Sala de lo Constitucional para suspender en sus funciones a Luis Redondo.
Ante la insurrección de los miembros de su mismo partido, Xiomara Castro mencionó en su discurso del 27 de enero que aprobarían una ley de consulta ciudadana. «No podemos estar atados a que tengamos que obtener 86 votos que sustituyan la voz del pueblo», apuntó.
Mientras los diputados de la facción de Cálix sostienen reuniones vía Zoom, el Congreso Nacional presidido por Redondo ha incorporado a diputados suplentes de los mismos diputados propietarios que asisten a la sesión para alcanzar el quórum, un procedimiento irregular que los 44 diputados del Partido Nacional denunciaron este jueves ante la Corte Suprema de Justicia.
Aún con esta imagen de la crisis legislativa en el país, la gente escucha y apoya el discurso de Castro. Entre ellos, la familia de Isis Obed Murillo, un joven de 19 años asesinado el 5 de julio de 2009 cerca del aeropuerto Toncontín en Tegucigalpa durante una protesta que esperaba el retorno del Presidente Zelaya acompañado de otros presidentes, cuya entrada al país fue frustrada por el ejército. El asesinato de Isis Obed se mantiene en la impunidad.
Silvia Mencía, madre de Isis Obed, sentada en las primeras filas de la cancha durante la toma de posesión, porta una camiseta que dice «ni olvido ni perdón» y tiene en sus manos la foto su hijo, «él murió por esta causa y eso nos compromete a estar aquí siempre, estamos para mirar esa victoria que él tanto deseo ver», dice con lágrimas en sus ojos.
Silvia condena la violencia que aumentó después del golpe de Estado, «ha habido mucho sufrimiento para todo el pueblo y no digamos para nosotros que perdimos a un ser querido, perder un hijo no es fácil. Creemos en Xiomara porque ella sufrió igual que nosotros en las calles» añade y cuenta que espera justicia para Isis Obed y que se investiguen las muertes ocurridas durante las manifestaciones de estos 12 años. Ahora, el rostro de Isis Obed y otras víctimas de estos conflictos están pintados en murales en las paredes del Estadio Nacional, son héroes para el nuevo gobierno.
Además de estas víctimas directas de la autocracia que estableció Hernández y su partido, la violencia en el país dejó al menos 35 mil homicidios entre 2014 y 2021. Todo esto en un proceso de militarización de la seguridad pública con el supuesto objetivo de reducir la violencia y el narcotráfico que aumentó el presupuesto de las secretarías de seguridad y defensa de 4,805.4 millones de lempiras a 15,125.8 millones de lempiras y que además amplió las funciones de los militares al colocarlos en puestos claves de la administración pública como las comisiones interventoras del Hospital Escuela -el principal centro asistencial de la región central del país- e Inversiones Estratégicas de Honduras (INVEST-H), entidad encargada de comprar equipo hospitalario en la pandemia, intervenida ante fuertes señalamientos de corrupción.
Una imagen de esperanza
En el programa de juramentación de la presidenta no había invocaciones a dios, ni participación de ministros religiosos. El acto religioso se realizó previo al evento oficial pero no fue ante un pastor evangélico como solía ocurrir en el gobierno de Juan Orlando Hernández. La presidenta Castro visitó la ermita de la virgen de Suyapa, un lugar que, según cuenta la historia, fue el primero donde se adoró a la figura católica, uno mucho menos ostentoso que la basílica de Suyapa al que otros gobernantes solían visitar.
Desde horas antes de su llegada, decenas de sus simpatizantes le esperaban para buscar una fotografía o decirle algunas palabras de apoyo, por eso, cuando llegó al lugar se abalanzaron contra la caravana de vehículos que le acompañaba para saludarle. Castro entró acompañada de su esposo, el expresidente Manuel Zelaya, a la misa dirigida por el obispo católico Ángel Garachana, miembro de la Conferencia Episcopal y obispo de San Pedro Sula, reconocido por sus posturas en contra del gobierno anterior dirigido por Hernández.
Garachana no dudó en dar la bendición a la nueva presidenta, que al final de la misa salió en caravana rumbo al Estadio Nacional para atender los actos oficiales de juramentación. Con su salida de la ermita, sus simpatizantes y medios de comunicación corrieron para lograr grabar al menos un saludo y allí, entre todos los empujones alcanzar a ver a la presidenta, las dueñas de puestos en los alrededores del templo religioso buscaban proteger las velas e imágenes de santos y vírgenes que venden a los feligreses que asisten a misa en la ermita. En uno de esos puestos entre la euforia quebraron una vela, una pequeña, que costaba 25 lempiras.
El puesto donde se quebró esa vela pertenece a Doris Patricia Ávila, una madre de familia de 58 años que a diario llega a la zona para vender sus objetos religiosos.
Doris ha sido simpatizante del Partido Liberal toda su vida, pero en las elecciones del 28 de noviembre de 2021 estaba decidida a votar por Xiomara Castro. Sin embargo, sus intenciones fueron obstaculizadas por su trabajo, del que cuenta, salió hasta casi las 5 de la tarde cuando los centros de votación ya estaban cerrando.
Recuerda que ese día logró vender algunas velas e imágenes, no fue mucho dinero, pero ayudó en la situación económica difícil que vive desde que su hijo e hija fueron despedidos de sus respectivos trabajos y justamente cuenta que una de las cosas que más espera del nuevo gobierno es una oportunidad laboral para ellos. Dice que ella no será eterna y algún día tendrá que dejar de vender las imágenes y velas religiosas.
Las personas con subempleo que deja el gobierno de Juan Orlando Hernández llegan hasta los 3.7 millones de habitantes, según cifras del Diagnóstico de Mercado Laboral Nacional de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
La problemática del subempleo y desempleo, sumada a la pobreza que hasta 2020 llegaba al 70% de la población, han llevado a los hondureños y hondureñas a buscar migrar hacia Estados Unidos, una crisis a la que Castro también tendrá que enfrentarse considerando la presión del país norteamericano para que ese flujo se reduzca, y que justamente fue uno de los temas que trató con la vicepresidenta de ese país, Kamala Harris, en la reunión bilateral que mantuvieron en horas de la tarde del jueves tras la toma de posesión.
Según cifras de migración, solo en 2021, cerca de 54.715 migrantes hondureños fueron deportados desde Estados Unidos o México. Una cifra que aparentemente podría ser difícil de disminuir considerando las condiciones de un país en el que entre enero y noviembre de 2021, la deuda externa de Honduras alcanzó los 11.321,9 millones de dólares, según el Banco Central (BCH).
Doris no quiere pensar en que sus hijos pueden migrar, es algo que no se le pasa por la cabeza, y por eso hace el sacrificio de acudir religiosamente a vender en el puesto que le dejó su padre.
«Mel no ha sido un hombre malo, pero se ha dejado llevar por otros intereses, la verdad yo dejé de meterme mucho en la política desde ese tiempo cuando dieron el Golpe de Estado», cuenta Doris quien era una fiel activista de Zelaya cuando era presidente. Ahora, tras casi 13 años de gobiernos nacionalistas, Doris tiene esperanza e ilusión de que la realidad del país y sus propias condiciones puedan cambiar, aunque siempre tiene reservas.
«Yo me siento orgullosa por Xiomara porque también soy mujer, y lo único que espero es que demuestre que nosotras las mujeres podemos llevar la presidencia de un país, ojalá que todo le salga bien, la gente siente esperanza porque es una mujer la que tiene la presidencia y eso nunca lo habíamos visto», explicó Doris.
Doris dice que, aunque su mercadería estaba en juego, le encargó a su hijo, quien le apoyaba en la protección de la venta, que siguiera a Xiomara con su teléfono pues quería guardar para siempre la imagen de la presidenta que le regresó la esperanza.
Doris no sabe todavía si el pueblo tendrá el poder como lo prometieron en campaña, pero sí cree que todo el apoyo que la gente le ha dado a Xiomara fortalecerá a su gobierno, al menos, eso es lo que ella ha notado en las últimas semanas con el conflicto que vio en el Congreso y lo que ha hablado con sus amistades que, aunque son de otros partidos políticos, ahora apoyan a la presidenta.
El nuevo gobierno ha insistido en que el aspecto más importante de su llegada al poder es la legitimidad que les dio el pueblo en las urnas y ahora en las protestas contra la instalación del Congreso presidido por Cálix. Pero ayer Castro tomó la promesa de ley a cargo de la jueza Karla Romero, y es que generalmente en Honduras quien juramenta al poder ejecutivo suele ser el presidente del Congreso Nacional, pero debido a la crisis actual en ese poder del Estado, la presidenta optó por recibir simbólicamente la juramentación de la facción que recibe su apoyo, la de Luis Redondo, pero de manera oficial la juramentó la jueza en representación del poder judicial. Si esto no hubiese pasado, el nuevo mandato podría enfrentar serios problemas de legalidad.
Un estadio restaurado, simbólico y abarrotado
La comisión de traspaso de mando, integrada el diputado Jari Dixón, la empresaria Belinda Martínez y la ahora Ministra de Derechos Humanos, Natalie Roque, decidió realizar la toma de posesión de Xiomara Castro pidiendo apoyo económico a la población para los arreglos en el estadio nacional, donde tradicionalmente se realiza este acto. En ese sentido, la comisión encargada del evento recaudó aproximadamente 16 millones de lempiras y prometió brindar un informe de transparencia que detalle la recaudación y los gastos.
Las graderías del estadio fueron pintadas de color azul turquesa y blanco, considerando que una de las acciones que el nuevo gobierno ha implementado es la de regresar al color original de la bandera, que según los documentos oficiales debe ser el turquesa. Además, pintaron murales de artistas hondureños que retrataban a personalidades y momentos importantes en la historia de Honduras. Afuera del estadio colgaron pancartas gigantes con el rostro de mujeres reconocidas como las ambientalistas Berta Cáceres y Jeannete Kawas, asesinadas en su defensa de los territorios, la defensora de los derechos de las mujeres Visitación Padilla, las poetas Juana Pavón y Clementina Suarez, entre otras.
Los barrios cercanos al Estadio habían decorado sus calles con los colores rojo y negro. En 2017, esos mismos barrios sufrieron la represión policial tras protestar contra la toma de posesión de Juan Orlando Hernandez. Pero ahora, en el inicio de este nuevo gobierno, la Policía Nacional de Honduras resguardó sin problema el estadio y sus alrededores a través de varios anillos de seguridad, ordenando a las personas en los portones asignados según su acreditación.
Esas filas abarcaron varias cuadras, la gente vestía con camisas, gorras y llevaba banderas del Partido Libre, otros portaban el amarillo de «Honduras Humana», un proyecto político del sociólogo y comunicador social Milton Benítez, que ahora forma parte del gabinete de gobierno como ministro asesor en materia de Comunicaciones del Ejecutivo. De vez en cuando, en las filas para el ingreso, la emoción les invadía y gritaban «Sí se pudo, sí se pudo».
Dentro del Estadio sonaba «Se van» un merengue de Johnny Ventura que se hizo popular después de que Castro y Nasralla se juntaran en una alianza «de hecho» con el propósito de derrocar al Partido Nacional, que ahora será el principal opositor del gobierno.
A pesar de eso, algunos de sus liderazgos felicitaron a Castro por su llegada oficial a la presidencia, como es el caso del ex designado presidencial y ex alcalde del Distrito Central, Ricardo Alvárez. Alvarez comentó en Twitter que espera que el gobierno de Xiomara Castro «marque una era de prosperidad, paz, solidaridad e inclusión para todo nuestro pueblo».
También, hubo un espacio para rendir homenaje a víctimas de las protestas contra el golpe de Estado de 2009 así como de la crisis post electoral de 2017. Sus familiares, organizados por el Comité de Familiares Detenidos Desaparecidos de Honduras (COFADEH), levantaron fotografías y desfilaron por el Estadio mientras sonaban canciones alusivas y en la pantalla aparecía el listado de nombres.
Alrededor de las 11 de la mañana, las delegaciones internacionales comenzaron a hacer su entrada al Estadio Nacional pero fue durante la presentación de la delegación de El Salvador cuando el estadio entero empezó a gritar: «Bukele, Bukele», a pesar de que ese mandatario no asistió al evento, por lo que más tarde twitteó al respecto.
No pude acompañarlos en Honduras, pero estoy con ustedes de corazón.
— Nayib Bukele 🇸🇻 (@nayibbukele) January 27, 2022
Gracias por los saludos a nuestra delegación, muy pronto estaremos juntos 🇸🇻🇭🇳 pic.twitter.com/Gg20UoO33D
A pesar de que en su discurso Castro no mencionó uno de los temas que más interesan a la población, las acciones de lucha contra el narcotráfico que se incrustó en el Estado durante la última década y que salpican al ex presidente Juan Orlando Hernández, la llegada de la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, despertó en todo el Estadio Nacional un coro de voces que le gritaban «Llévese a JOH».
El día anterior, la congresista estadounidense Norma Torres, señaló en un comunicado que había escrito una carta al Departamento de Justicia de los Estados Unidos, aconsejando acusar y extraditar a Hernández, «El daño que le hizo la administración de Hernández a Honduras es amplio, institucional, y no puede ser reparado de la noche a la mañana.» denunció Torres en su mensaje hacia los hondureños.
En cuanto ingresó la presidenta Xiomara Castro, el público la recibió gritando la consigna «El pueblo unido jamás será vencido». La gente que la observaba se abrazó, la recibieron con lágrimas y con los puños en alto, levantando los cárteles que llevaban las fotos de los mártires.
«Prometo ser fiel a la República, cumplir y hacer cumplir la Constitución y sus leyes» dijo Castro y posteriormente el diputado Luis Redondo le impuso la banda presidencial ante unas 29 mil personas que presenciaban el evento. La banda también fue cambiada simbólicamente, el expresidente Zelaya mostró una banda azul marino, la banda que le habían puesto cuando lo nombraron y presentó la nueva banda presidencial, ahora azul turquesa.
Bertha Zúniga, hija de Berta Cáceres y coordinadora del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas en Honduras (COPINH) le entregó a la presidenta Castro la vara alta Lenca, un símbolo sagrado para las autoridades Lencas y de otros pueblos originarios de Honduras que en la punta lleva una mujer guardiana de los ríos que simboliza la resistencia de las mujeres indígenas y negras. «De esta manera los pueblos indígenas y negros le damos el compromiso a la Presidenta Xiomara Castro para que acompañe la lucha histórica por las causas justas y que libre los territorios del saqueo, corrupción y explotación», publicó el COPINH en un comunicado.
La situación de los pueblos originarios y de los defensores del medio ambiente se agudizó en estos últimos 12 años. Información recabada por Contracorriente para el proyecto Tierra de Resistentes, revela que en los últimos 11 años se reportaron al menos 138 asesinatos vinculados a la defensa de la naturaleza además de 685 casos de violencia contra defensores del medio ambiente en Honduras que incluyen el acoso judicial, amenazas, y agresiones.
Durante la toma de posesión, Castro además juramentó a su gabinete. integrado por 35 funcionarios de los cuales solo 8 son mujeres. Entre los nuevos ministros se encuentra el canciller Eduardo Enrique Reina y la ministra de finanzas, Rixi Moncada. Castro tendrá como secretario privado a su hijo, Héctor Zelaya y propuso como ministro de defensa a José Manuel Zelaya, sobrino de su esposo.
Sobre esos nombramientos, el nuevo vicecanciller Gerardo Torres justificó que no existe nepotismo en estos nombramientos porque asegura que eso solo es cuando le dan un cargo que no se merece, solo por ser familia.
«En el caso de Héctor Zelaya fue el gerente de una de las campañas más exitosas de este país en su historia política y José Manuel Zelaya es el secretario electoral del Partido, entonces estamos hablando de dos pilares del triunfo, no es que estaban en la casa viendo televisión y Xiomara los puso en el cargo, como sí pasaba en el Partido Nacional», aseguró.
Torres concluyó asegurando que, aunque hay muchas personas que pueden ocupar esos cargos, para evitar los señalamientos la decisión política la tiene la presidenta.
En el gobierno saliente de Juan Orlando Hernández el nepotismo fue uno de los puntos que más criticó la oposición, empezando por el cargo ostentado por la ahora fallecida hermana del presidente, Hilda Hernández, nombrada como ministra de estrategia y comunicaciones. En su momento, Hernández justificó su nombramiento aclarando que no tenía una «cartera presupuestaría» por lo que no era funcionaría pública.
En 2021, tras la muerte de la ministra, el Ministerio Público inició investigaciones en contra de ella por ser uno de los actores que propiciaron el desfalco de fondos estatales de Casa Presidencial para el pago indebido de periodistas.
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Las expectativas sobre el gobierno de Castro
En el boulevard Suyapa que conduce al Estadio Nacional, donde Xiomara Castro estaba tomando posesión, había tres estaciones con pantallas gigantes para que la población que no logró entrar al lugar del evento pudiera escuchar y celebrar la juramentación de la nueva presidenta.
En todo ese camino cientos de hombres, mujeres y familias completas transitaban bajo el sol con el simple objetivo de alcanzar a ver cuando Castro prometiera respetar la Constitución y asumir finalmente el liderazgo del país. Querían participar del momento en que Honduras iba a iniciar una nueva etapa de su historia.
En ese camino, bajo el sol, también caminaba Dulce Guifarro, mujer trans de la asociación Kukulcán quien asegura que, como comunidad diversa, tienen esperanza ya que han apoyado el movimiento social desde 2009 y, desde ese entonces, también han exigido justicia en los casos de asesinatos en contra de sus compañeras, como en el caso reciente de Thalia, una defensora de derechos humanos asesinada en su propia casa el pasado 10 de enero.
Los asesinatos en contra de personas de la diversidad sexual en Honduras han aumentado cada año y, desde 2009, se contabilizan 389 crímenes de odio, de los cuales el 90% sigue en impunidad según cifras de la organización lésbica Cattrachas.
En ese sentido, el discurso de Xiomara Castro hizo historia mencionando por primera vez a la comunidad LGTBIQ+ en una investidura presidencial, y asegurando que su gobierno atenderá las necesidades de ese sector de la población.
Dulce contó que solo el hecho de que Xiomara Castro asuma la presidencia del país es un orgullo, pero también les genera muchas esperanzas los cambios que vengan tanto del poder Ejecutivo como del Legislativo, que con el conflicto parlamentario de la última semana sigue en suspenso.
«Nosotras nos hemos reunido con comisiones y les entregamos propuestas como comunidad, esperamos que esas propuestas valgan. Las mujeres trans necesitamos una ley de identidad de género para que se nos respete el derecho a nuestro nombre, esperamos que esas propuestas se cumplan y se ratifiquen en el Congreso Nacional sin importar quién esté ahí.», señalaba Dulce.
Previo a la toma de posesión y después de que Castro se declarara ganadora, la presidenta designó una comisión de transición de gobierno dividida en 10 mesas de trabajo que se dedicaron a reunirse con diversos sectores de la sociedad que les presentaron propuestas para trabajar políticas públicas y les hicieron saber cuáles eran sus necesidades.
Así como ella, llena de esperanza tras un periodo sombrío de violencia y corrupción, cientos de mujeres y hombres esperaron varias horas bajo el sol, tanto dentro como fuera del Estadio, para escuchar las promesas de Xiomara Castro. Aun con el ardor de los rayos del sol, lloraron, bailaron, se abrazaron y gritaron de felicidad hasta la conclusión del discurso.
Por su parte, Neesa Medina, de la plataforma Somos Muchas, que presenció el evento dentro del Estadio, apuntó que el simbolismo de la lucha histórica de las mujeres por las conquistas políticas en el país es lo que demuestra de dónde viene el triunfo de Xiomara Castro y que deja una promesa latente de avanzar en las deudas pendientes que existen con las niñas y mujeres de Honduras.
Neesa cuenta que presenció la toma de posesión con 4 generaciones de mujeres de su familia, entre ellas, su abuela de 83 años que nació cuando el voto aún no existía para las mujeres hondureñas. «La llegada de una mujer a la presidencia lo cambia todo porque representa también las luchas de las que hemos formado parte de forma activa en nuestra vida, pero también porque nos da ese empujón de alegría que nos había costado tanto y que estos años de dictadura casi nos hacen olvidar que sentir semejante alegría, esperanza, amor, solidaridad, es posible.»
Desde el Golpe de Estado nadie había representado tanta esperanza para la mayoría de la población en Honduras, y eso sólo era posible con el escenario menos pensado: una mujer presidenta electa en comicios sin disturbios, en uno de los países más violentos para las mujeres.