Hoy el presidente Juan Orlando Hernández visitó San Pedro Sula. Se encerró en un hotel lujoso de la ciudad para hablar de seguridad con ministros de la materia de los Estados aglutinados en la OEA, políticos locales y actores privados. La ciudad dobló militarización, retenes policiales en todas partes, helicópteros sobrevolando. El ruido del despliegue de seguridad se sumó a la algarabía por el partido de la selección hondureña contra México que definiría la clasificación al mundial de fútbol Rusia 2018. Pero ni todo ese ruido junto pudo aplacar la violencia que se come a esta ciudad cada día, lentamente. No pudo silenciar el ruido que provocó una bala detonada contra la vida de otra mujer.
Stefany Sevilla tenía 19 años y hoy ya no pudo levantarse temprano para ir a trabajar. Antes que saliera el sol, Ariel, su pareja le pegó un tiro en el cuello. La mató. Las noticias lo reportaron, dicen que fue por celos. Stefany trabajaba en una repostería con su madre Aracely, una señora de 44 años que ha envejecido antes de tiempo porque su vida ha estado llena de dolor. “Yo no quiero volver a esa casa, a la casa donde me mataron a mi niña”, dice Aracely, trata de no llorar, ella cree que eso la hace más fuerte.
Hace dos años Stefany iniciaba una relación con Ariel, pero doña Aracely no está segura si el joven se llamaba así realmente. Siempre sospechó que algo andaba mal con ellos y aunque vivía en la misma casa ella no pudo hacer nada para evitar que su hija sufriera con ese hombre. Su barrio está controlado por el crimen y temía que “Ariel” fuera parte de eso. Muchos dirán que este es un caso más, un femicidio provocado por un hecho en la vida personal de esa pareja, una discusión amorosa que terminó mal. Pero no es así. Doña Aracely lo dice claro: “Yo no voy a exigir justicia porque eso no va a revivir a mi hija. No lo voy a hacer porque este país es peligroso. Yo tengo miedo de volver a mi casa y después aparecer muerta solo por haber denunciado. A él no lo van a agarrar porque en la misma policía se esconden los criminales y eso se sabe. Esa es la ley en nuestro país”.
Doña Aracely apenas puede asimilar lo que le hicieron a su hija y solo quiere olvidar, irse, huir para no morir. En Honduras se han registrado 16 mil personas desplazadas internamente en 2017. La violencia enraizada en la institucionalidad pone a este país en movimiento forzado, la causa por la que Aracely ni regresará por sus cositas a la casa.
Cuando esta madre acudió al Ministerio Público, un fiscal le dijo que ella era la principal sospechosa del asesinato de su hija, que le daban permiso de velarla pero que después debía presentarse para declarar porque ella podía ser la asesina. “Así es la ley en este país”, dice asustada.
Una prima de Stefany espera afuera de la funeraria de “mala muerte” en la que preparan el cuerpo, carga un bebé de apenas dos meses y dice: “yo por eso prefiero los pueblos, porque aunque son pobres no hay tanto relajo como en las ciudades, no termina uno así”. Doña Aracely está como sedada y repite una y otra vez que quizá Stefany lo provocó, que ella era depresiva y que quizá por eso se juntó con un hombre como ese, que quizá su deseo era morir y supo que ese hombre la mataría algún día. Lo dice y después se retracta ¿quién va a querer morirse?
El barrio donde está la funeraria de mala muerte oscurece y San Pedro Sula comienza a mostrarse, de noche se pone más agresiva. Antes que termine de ponerse oscuro entregan el cuerpo y lo cargan a un carro, se van en caravana 3 vehículos con familiares, se van lejos a la comunidad de donde salió Aracely para buscar mejores oportunidades para sus hijos e hija. Mientras tanto se aglutinan varios hombres en la pulpería de enfrente para ver en un televisor viejo el partido de fútbol. Todas las esperanzas puestas en esa pantalla polvosa. Aracely ya no está en este mundo, algo de ella se fue con su hija. Sobrevuelan helicópteros, el presidente estuvo en San Pedro Sula hablando de la situación de seguridad que ha mejorado en su gobierno pero no en los barrios donde sigue corriendo la sangre impunemente.
Honduras sigue siendo un país donde cada 13 horas es asesinada una mujer y se sigue diciendo, desde la resignación, que la culpa es de ellas, las asesinadas que ya no pueden defenderse. Las víctimas callan mientras la bulla electorera inunda todos los espacios y la esperanza se pone en ir al mundial de fútbol.
3 comentarios en “La matan en medio de la bulla del fútbol y la demagogia”
¡Horror y abominaciones! Gracias por escribir la verdadera historia, Contra Corriente
Que tristeza! Esa no es la Honduras que merecemos!
Excelente.
La “nota roja” desde el ojo y el sentimiento de Nosotras, las Mujeres.