El país que los migrantes llevan a cuestas

Fotografía portada: Archivo/ Martín Cálix

Texto: Jennifer Avila

Wilson y Diana viven repartidos entre la realidad que los asfixia en Honduras y el sueño de su hijo Daniel que llegó a Estados Unidos hace 6 meses. Daniel con 22 años «se fue a tiempo», dice su padre. El desempleo y la violencia en Honduras simplemente engullen a los jóvenes. Pero Daniel se fue y les manda alrededor de $100 cada 15 días para aportar a la comida de la familia y sueña construir una casa, comprar un carro para su hermana y, quizá algún día, ahorrar para regresar cuando las cosas mejoren.

El informe Balance Preliminar de las economías de Centroamérica y República Dominicana y perspectivas para 2020 de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina) estableció que el flujo de remesas en Honduras tuvo un aumento del 12.4% en el 2019 en relación a lo que se presentó en el 2018 (10,6%). De acuerdo a la CEPAL, como en el resto de la región de Centro América y República Dominicana, este crecimiento es tres veces superior al presentado por la inversión extranjera directa, que en Honduras presenta los niveles más bajos de la región, lo cual se atribuye a los incentivos fiscales otorgados a las empresas estadounidenses en país de origen y por la situación sociopolítica crítica que vive el país.

Wilson escucha con desdén esos datos que le doy como excusa por haberme ido a meter a su casa justo en el momento que estaban alistándose para ir a la iglesia con Diana. Muy serio me cuenta que él tiene un empleo en el que gana 11,000 lps ($441.77) y Diana trabaja como aseadora en un hospital en el que le pagan 5,000 lps ($200.10) cada mes.

Con el salario familiar pagan los gastos del consumo de su hogar. Por ejemplo, la renta: lps. 3000; energía eléctrica: entre lps. 800 y lps. 1000; agua potable y purificada: lps. 200; gastos de colegio de su hija menor: lps. 600; transporte: lps. 800; comida, lps.2000 y más gastos que no tienen calculados: el internet para poder llamar a Daniel todos los días o al menos recibir sus mensajes, las deudas que han adquirido con el tiempo en que estuvieron desempleados, las medicinas de Wilson que es diabético y actualmente está incapacitado por una úlcera en el pie (tiene que comprarlas porque en la farmacia del seguro social no hay), y los gastos de graduación de su hija que este año ya sale de la secundaria. Sus números son rojos y los 100 dólares que representan 2490 lempiras, son solo un aporte a la sobrevivencia.

«Yo he visto cómo la gente tiene mejor calidad de vida con las remesas, algunos hicieron casa, comen mejor, uno espera la ayuda de ellos aunque uno sabe que en el camino sufren», dice Wilson, y su rostro duro se ablanda y me dice que su hijo está vivo de milagro, que lo que pasó en el camino fue horrible y que él no durmió todo ese tiempo pensando que no volvería a verlo jamás.

De acuerdo al informe de la CEPAL, el contexto migratorio adverso en Estados Unidos y las políticas migratorias adoptadas por México no parecen haber mermado, en el corto plazo, la dinámica de remesas. Más que nuevas remesas, la dinámica económica en este rubro se preserva por los migrantes históricos que parecen haber aumentado el monto enviado a los países de origen. Honduras es el país que presenta el rubro más alto de envíos mensuales (alrededor de 500 mil dólares en total), esto explica la inserción laboral de los migrantes y su capacidad de resistencia en el país de destino.

El economista hondureño Claudio Salgado comenta que «las remesas son la expresión de la pobreza del país» y que no solamente se está recibiendo el dinero de los migrantes en Estados Unidos, también ha crecido el ingreso por México, Costa Rica, España e Italia. «El gobierno genera ilusiones sobre el retorno de los migrantes, pero eso es puro anuncio. La economía hondureña sin esos dólares no sobreviviría. Es el producto que más genera divisas, el segundo es el café, y aún no es comparable», explicó. De hecho, de acuerdo al informe de la CEPAL, las remesas son la principal fuente de divisas, incluso igual o por encima de las generadas por la inversión extranjera directa.

«En Honduras, las remesas representan el 22% del PIB, por encima de El Salvador (21%) y Guatemala (13.8%) y financian casi un tercio de las importaciones del país lo cual demuestra el alto nivel de dependencia de la economía en este rubro y los desequilibrios que genera en los patrones de consumo», indica la CEPAL en su informe, y añade que «factores asociados con la estructura productiva del país impiden la inversión de las remesas en actividades productivas. Por ejemplo, bajos niveles de apoyo para financiar proyectos productivos, escasas capacidades empresariales, baja rentabilidad de las inversiones locales, desconfianza en la estabilidad macroeconómica y la limitada oferta de servicios financieros para el tipo de hogares receptores de remesas. A eso habría que agregar el miedo y la extorsión de grupos delictivos que impera en muchos territorios del país. Sin embargo, el monto total de remesas reportadas aumentó de 3,650 millones de dólares en 2015 a 5,349 millones en 2019».

Salgado asegura que aunque algunos expertos alegan que el consumo activa la economía, el consumo que generan las remesas es consumo importado, y eso no es bueno para la economía. «Lo que nos reactivaría es la inversión en la agricultura y la construcción que son los rubros que más generan empleo», agregó, y a su vez explicó que la tendencia seguirá ya que migrar es la opción que tiene mucha gente para sobrevivir.

El gobierno de Juan Orlando Hernández ha puesto mucho de su discurso de desarrollo en un modelo económico basado en la actividad extractivista, pero los datos nos dicen que eso no se acerca ni un poquito a lo que los migrantes mandan para el sostén del país. La base de datos del Banco Mundial indica que el rubro de minería aportó el 0.5% al PIB en 2017 y de acuerdo al Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI), entre 2000 y 2011 la minería apenas absorbió a un promedio de 0.2% de la población económicamente activa (PEA), equivalente a un promedio de 6,342 puestos de trabajo.

El sueño y la pesadilla


Daniel se graduó de Contaduría y Finanzas en la secundaria, y estuvo un par de años buscando trabajo en todos lados, cuenta su padre: «Conseguir trabajo en Honduras es muy difícil, solo hay que tener cuello para tener un puesto en el gobierno o en la empresa privada, a raíz de eso él se tuvo que ir y gracias a Dios él ayuda», Wilson no sabe que esa ayuda representa en Honduras el mayor ingreso de divisas para el país y es quizá el pilar que sostiene su economía.

La tasa de participación laboral en Honduras es la más baja de la región de Centro América y la de República Dominicana con el 57,3%. La participación laboral masculina es de 75.1% y la de mujeres de 41.4%. La brecha entre ambos sexos es de 33.7% siendo más baja que la que presenta Guatemala, la brecha más grande en la región (47.3), según la CEPAL.

Daniel se fue a la mano de dios, dice Wilson: «sufrió mucho», y baja la voz. Ahora agradecen que su hijo no sea de los muertos en México, de los secuestrados por los ZETAS, de los perdidos en el desierto. Pero pasar su cumpleaños y la navidad sin él, ha sido un golpe muy fuerte para esta familia que nunca se había separado.

En Estados Unidos, Daniel trabaja limpiando casas, y con el sueldo que gana debe pagar renta, comida, servicios básicos, lo poco que le queda lo envía. Con el dolor que les causa la separación, Wilson sueña que Daniel haga su vida allá, que encuentre a una buena compañera y cumpla sus sueños de mandarles ropa buena, construirles la casa, ahorrar dinero. Casi a diario platican por whatsapp y entre los «te extraño» y las advertencias a su hermana para que no salga sola a la calle porque es peligroso, Daniel pide que le saluden a sus amigos del colegio.

El rubro económico de mayor crecimiento en Honduras en 2019 fue la intermediación financiera, eso quiere decir que la gente además de ser sostenida por remesas para sobrevivir, tiene que endeudarse y pagar altas tasas de interés, porque sobrevivir es vivir al borde del precipicio. Las remesas son muchas y el Estado se beneficia de ellas a través de impuestos a las transacciones financieras. A pesar de eso, las remesadoras, como parte del rubro de intermediación financiera, obtienen ganancias muy grandes. Ellas y el Estado también se engordan del trabajo de los migrantes.

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1 comentario en “El país que los migrantes llevan a cuestas”

  1. Es muy triste uno tiene que buscarle la vida para sacar a la familia todo por el mal gobierno que ha habido pero ahí estamos las personas que más trabajan y felicidades a ellos

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