Entre plegarias y gas lacrimógeno toma posesión Juan Orlando Hernández

Con la mano derecha sobre la biblia, el presidente nacionalista Juan Orlando Hernández, juró esta mañana respetar las leyes de Honduras y prometió no reelegirse más de una vez. La reelección está prohibida en la Constitución de la República, ésa que faltó en el acto inaugural. En el Estadio Nacional Tiburcio Carías Andino acordonado con tres anillos de seguridad de la Policía Militar, Hernández celebró la toma de posesión de su segundo periodo de gobierno consecutivo mientras afuera, en las calles, la represión militar evitaba que la oposición llegara al Estadio Nacional para boicotear el acto.

Ningún mandatario de otro país acompañó el evento oficial y las misiones diplomáticas no enviaron a sus embajadores sino a secretarios. Sin embargo, el estadio comenzó a abrir sus puertas desde las 7 de la mañana para los simpatizantes  del Partido Nacional, gente que era llevada en buses y que por ir recibía una bolsa con un jugo de naranja y un plato de comida. Pudimos observar esto desde el segundo anillo de seguridad, como a 200 metros de la entrada del estadio porque se nos negó la acreditación de prensa. Los alrededores del estadio estaban militarizados desde ayer.

Simpatizantes de la Alianza de Oposición contra la Dictadura se comenzaron a reunir frente a Plaza Miraflores en el bulevar Centroamérica para partir en caminata hacia el estadio, liderados por Salvador Nasralla y Manuel Zelaya Rosales a eso de las 8 de la mañana. La movilización partió y a menos de una cuadra de haber avanzado, policías militares comenzaron a lanzar bombas de gas lacrimógeno sin mediar palabra. La mayoría de manifestantes se dispersó, mujeres, niños y personas de la tercera edad corrieron mientras algunos jóvenes encapuchados y armados con palos, hondas y piedras pedían no abandonar la calle. Allí comenzó la batalla campal, piedras contra bombas en persecución.

La Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH) se pronunció «condenando enérgicamente» el uso de gases lacrimógenos para dispersar esta manifestación, lo hizo a través de un tweet mientras María Soledad Pazo, la encargada de esta oficina en Honduras, saludaba de manera oficial al mandatario Hernández en el acto protocolario de inauguración de su gobierno.

Hernández asegura que su segundo mandato será guiado por un diálogo que permita crear consensos, casi aceptando que se ha visto debilitado por el descontento expresado en las calles después de unas elecciones que no solo dejaron un resultado reñido, sino que fueron denunciadas por fraude y no avaladas totalmente por la Organización de Estados Americanos (OEA).

La postal de Honduras hoy muestra sobre qué se sostiene el gobierno de Hernández: las Fuerzas Armadas. El año 2018 comenzó con un despliegue militar a nivel nacional que sitió ciudades como Tegucigalpa, San Pedro Sula, Tocoa y Choluteca, focos importantes de resistencia contra el gobierno y un día antes de la toma de posesión Tegucigalpa parecía estar en guerra, la Fuerza TIGRES y Policía Militar y las fuerzas policiales Preventiva y COBRAS, se desplegaron para desalojar cualquier intento de bloqueo de calles por pequeño que fuera, aunque fuera en un callejón de un barrio pequeño.

«Aquí nos tienen fichados porque somos un barrio revolucionario», decía una enfermera a las 10 de la noche antes de la toma de posesión, mientras intentaba auxiliar a un vecino golpeado por un militar y a una mujer embarazada agredida también por militares después que un grupo de personas que viven en su cuadra intentaron quemar una llanta en la calle de enfrente, la Policía Militar sitió la cuadra.

«Vayan a atrapar delincuentes, no se metan con nuestra indignación», decía otro vecino, de frente a los militares que se sostenían fuerte en sus escudos, nerviosos.

Vecino de Barrio Morazán discute con militares que golpearon a un joven y una mujer embarazada en Barrio Morazán. Foto: Martín Cálix

Las protestas comenzaron desde las 7 pm con la caravana convocada por la Alianza de oposición contra la Dictadura la noche anterior a la toma de posesión y terminó en la madrugada en sectores como Villanueva, El Hato de En medio y Kennedy, zonas conflictivas de la capital. Pasaron pocas horas para el 27 de enero, día en que el despliegue militar funcionó exactamente igual, lanzando gas sin mediar palabra a toda protesta, intento de toma de calles y daño a la propiedad privada.

En San Pedro Sula y el norte del país la militarización fue evidente pero las protestas no fueron multitudinarias ni violentas. El impacto de los asesinatos en la crisis post electoral  y las detenciones arbitrarias generaron un efecto de miedo evidente en el escenario previo a la toma de posesión.

«Dios es nuestro amparo y fortaleza en la tribulación, bienaventurados los que lloran porque ellos recibirán consolación» exhortó el Pastor Saúl Gómez de la Confraternidad Evangélica en la apertura de la Toma de Posesión del reelecto presidente Juan Orlando Hernández, mientras las fuerzas policiales y militares lanzaban cientos de bombas lacrimógenas a esa parte del pueblo hondureño aglutinado en la movilización de la Alianza de Oposición.

Luego de la participación de líderes de la Iglesia Evangélica y la Iglesia Católica de Honduras, como hace cuatro años  Juan Orlando Hernández juró con su mano sobre la Biblia y frente a su familia que se conducirá con sabiduría y humildad para hacer una Honduras de reconciliación. Como la historia de Noé, la misma de la biblia, no todos los que querían entrar o llegar al arca pudieron.

Hoy en una Tegucigalpa ahogada en un diluvio de gas pimienta, bombas lacrimógenas y represión, medios de prensa nacional e internacional no acreditados no pudieron entrar al estadio y una gran cantidad de manifestantes no lograron ni acercarse al Estadio Nacional donde finalmente se realizaba el evento.

En una situación de violencia exacerbada por parte del Estado, el impedimento a medios independientes para cubrir el evento oficial y la tenacidad por parte de manifestantes, la prensa queda en medio del fuego cruzado. Periodistas golpeados, ahogados por el gas lacrimógeno y usados como tabla de salvación por parte de manifestantes que desesperadamente corrían por su vida, afectaron la transmisión de lo que sucedía en las calles de Tegucigalpa mientras en cadena nacional Juan Orlando Hernández recibía pacíficamente la bendición de las iglesias para sus próximos cuatro años. Un gobierno basado en la militarización como respuesta a la criminalidad y la inestabilidad social, al extractivismo como propuesta de desarrollo y al asistencialismo con el Programa Vida Mejor, como apuesta por una ciudadanía menos política y más hambrienta, condiciones que garantizan el fortalecimiento del control del Partido Nacional con su figura de liderazgo más fuerte: Juan Orlando Hernández.

Con reportes de Pamela Sánchez y fotografías de Martín Cálix.

 

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Directora de Contra Corriente Periodista, artista y documentalista. Amante del cine, la música y la literatura. Cofundadora de Contra Corriente.
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