
Un Estado sórdido y perverso
Es perverso que uno encuentre tantos argumentos para reducir el impacto de un gremio que dejó de prestar un servicio público, porque, en el balance general, el contexto de precariedad generalizada de las instituciones del Estado es incluso más grande que dejar de prestar los servicios como medida de presión. Es como si los trabajadores de la municipalidad de Tegucigalpa entraran en huelga e interrumpieran el servicio de distribución de agua como medida de presión.