
No me gusta el fútbol
Casi nunca teníamos un balón para jugar en los recreos. No es que solo jugáramos durante los recreos. Se jugaba antes de entrar al salón y se jugaba al salir. Si teníamos suerte —o si la fabricábamos nosotros— también nos solíamos escapar de nuestras clases de Educación Cívica para correr y darle a la pelota.