Universitarias, entre cifras y discursos

A 90 días de haber iniciado el año, Honduras ya registraba alrededor de 50 femicidios y abría trimestre con el informe del Observatorio Nacional de la Violencia (ONV) de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) que registraba 3,196 niñas y mujeres agredidas sexualmente. La realidad de violencia para las mujeres hondureñas parece ser una ruleta rusa, esta vez le tocó a una universitaria de 17 años que fue violada dentro del campus en San Pedro Sula.

Hace unas semanas diferentes espacios del país amanecían empapelados con la imagen de una mirada de mujer, que llevaba por título “Yo no quiero ser violada” ubicando diferentes lugares en donde las mujeres no quieren ser víctimas de abuso sexual, entre esos lugares estaba la universidad, un lugar seguro en el imaginario de muchos.

La campaña parecía anteceder lo que viviría la joven de 17 años, que recién había iniciado sus clases y había migrado desde Santa Bárbara para estudiar en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras en el Valle de Sula. La joven estudiante fue privada de su libertad por cuatro hombres, quienes además le agredieron sexualmente dentro de uno de los baños de la Universidad justo en el inicio de uno de sus días normales de clases.

Al inicio hubo mucha confusión con respecto a lo sucedido, pero a medida que pasó la semana, se confirmó que aquellos audios que empezaron a circular por whatsapp, eran ciertos. Que en efecto el incidente se había suscitado en la UNAH-VS y que la denuncia había sido interpuesta en el Ministerio Público. En las redes sociales se podían leer diversos pronunciamientos por parte de los movimientos estudiantiles mientras que la universidad negaba mediante un comunicado oficial lo sucedido y enunciaba en uno de sus apartados: “Se descarta y desmiente que se haya consumado algún tipo de privación de libertad por parte de antisociales dentro de nuestras instalaciones”. El dictamen del médico forense decía lo contrario.

Ante esta postura, algunos movimientos estudiantiles comenzaron a publicar y circular por diferentes medios su repudio a la respuesta oficial de la UNAH. Grupos estudiantiles comenzaron a anunciar protestas y toma de instalaciones.

“Me parece hipócrita y de doble moral que ahora vengan a tomar este incidente como excusa, para tomarse las instalaciones, cuando el acoso sexual, psicológico y emocional que recibimos dentro de los movimientos no es abordado de la mejor manera,” expresó Karol Bobadilla estudiante de la UNAH-VS y ex dirigente estudiantil.

Para ella lo sucedido en la universidad es solo la muestra de lo que sucede en el país. “Acá pasa (la violencia de género) con el catedrático, con el compañero, el guardia y bueno, todo el ambiente en sí en el que todo gira en culparnos. Por ejemplo, en clases como Medicina Forense, cuando nos explican qué debemos tomar en cuenta al revisar un cuerpo, el catedrático nos dice que preguntemos y nos fijemos qué tipo de ropa llevaba la mujer que fue violada, porque pudo haber sido por llevar ropa provocadora”, comenta Karol, quien en diferentes espacios ha alzado la voz, ante afirmaciones que culpabilizan a la mujer de lo que les pasa.

Según un reportaje de Distintas Latitudes sobre los protocolos de atención a denuncias de acoso sexual en Latinoamérica, la UNAH es de las pocas universidades que informa tener un protocolo, sin embargo en el portal web no hay información actualizada sobre el mismo y el mecanismo más conocido de denuncia es el Comisionado Universitario, órgano unipersonal de la universidad establecido para velar por el respeto a los derechos y libertades de los estudiantes, docentes y personal administrativo y de servicio. Este órgano no ha actualizado sus informes en la plataforma digital desde 2015 y hasta ese momento se registraban 74 denuncias de acoso a nivel nacional.

Contracorriente solicitó información actualizada y declaraciones oficiales por parte del Comisionado, no obstante, en la oficina de la UNAH-VS nos refirieron a la oficina principal en Tegucigalpa en donde no obtuvimos respuesta. Sin información también puede ser complejo para una estudiante interponer una denuncia de este tipo.

La misma universidad, a través de un comunicado acepta que ya se habían dado violaciones sexuales dentro de sus instalaciones, en 2009 específicamente menciona un comunicado difundido a través de redes sociales para informar de las nuevas medidas de seguridad que se deben tomar en cuenta. El caso de esta semana ha servido para hablar de seguridad aunque lo difundido se aleje de crear soluciones reales.

UNAH VS. Foto: Sandre Ruiz

Para Karol, estas medidas también les ponen en peligro porque algunas personas deben caminar mucho para llegar al portón principal en el que seguramente serán recibidas con un “pase mami” del guardia y cree que estas medidas solo quieren tapar un agujero y no son propuestas integrales que realmente den respuesta a lo que se vive en el centro de estudio.

El abordaje del acoso y violaciones sexuales que enfrentan las mujeres universitarias no solo pone en duda los protocolos de atención y seguridad de la UNAH a través del Comisionado Universitario, también lo hace con los mismos movimientos estudiantiles, en donde Karol militaba anteriormente y en el que procuraba ser la voz que visibilizara la agenda de mujeres que, según ella, siempre es pospuesta por las autoridades y los dirigentes estudiantiles que en su mayoría son hombres.

Si bien, Karol habla desde la generalidad, lo hace también desde su experiencia de ser una mujer acosada y amenazada por no quedarse callada ante el acoso y hostigamiento por parte de un compañero de lucha, al cual ella denunció en la organización estudiantil en la que le dijeron que no podían hacer nada.

Yo estaba en uno de los núcleos del Movimiento Amplio de la Dignidad, quienes estaban representados acá en la universidad por una organización estudiantil, creo que ya no funciona y el Movimiento desconoció este núcleo luego del incidente porque al final no quisieron ser parte de la solución del problema.

Mientras ella luchaba por ser escuchada en el movimiento estudiantil de la UNAH, los días iban pasando como también sus energías al ver que la organización a la que pertenecía ni la plataforma del Movimiento Estudiantil Universitario (MEU) realizó una acción puntual y congruente ante su denuncia.

-Ahora con lo sucedido con la joven que fue violada, el movimiento estudiantil ha dicho que se tomarán las instalaciones, cuando en realidad nunca les ha importado la agenda de las mujeres, siempre se escuchan frases como “ahorita no es prioridad” “¡Ay! ahí vienen otra vez las feministas con lo mismo” o el famoso “espérense, luego vamos a luchar por eso”, pareciera que solo usan máscaras, que van cambiando según su conveniencia.

A Karol esto le toca fibras íntimas, no solo porque sigue luchando por sus derechos, Karol también perdió a una amiga por la violencia. Lucy murió en brazos de su madre herida tras un asalto en el bus donde se transportaban desde Santa Bárbara hacia San Pedro Sula el día en que realizaría su examen de admisión a la universidad.

“Muchas de mis compañeras o muchachas de donde soy deciden quedarse en el pueblo para no exponerse a la violencia a la que una se expone acá en San Pedro Sula, mientras las autoridades no brindan estrategias puntuales para abordar el problema”, agrega.

Actualmente se registran 115 homicidios de estudiantes universitarios entre el 2010 al 2018 según el Boletín Especial Sobre Homicidios de Estudiantes Universitarios generado por la OVN, de los cuales 26 son de la UNAH-VS. Esa violencia se ensaña en el cuerpo de las mujeres que después de ser violentado también es usado en discursos que no promueven una salida real al problema.

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Cofundadora de Contracorriente y directora de desarrollo. Cubre temas de género, en específico población LGTBI, violencia y juventud. METIS fellow 2019.
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