Julio Escoto: «La Constituyente en este momento no es realizable, debe haber un proceso de educación de largo plazo»

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A trece años del golpe de Estado contra el expresidente José Manuel Zelaya Rosales (2006-2009), el escritor Julio Escoto, analista y destacado miembro de la resistencia contra el golpe, dice que es importante que el Gobierno actual comience un proceso de democratización sin caer en la retórica de izquierda de los años 40, ni caer en la forma –común– de hacer política con promesas que no se pueden cumplir. 


Texto: Leonardo Aguilar
Fotografía: Jorge Cabrera

El martes 28 de junio de 2022, justo en el cumplimiento de los 13 años del golpe de Estado, el exministro de la presidencia Enrique Flores Lanza, nuevo asesor presidencial de Xiomara Castro, abrió el foro «Una nueva Constitución democrática para que los hechos no se repitan» en Casa Presidencial. Este foro también contó con la presencia del expresidente ecuatoriano Rafael Correa, el excanciller venezolano Jorge Arreaza y el diplomático cubano Juan Carlos Hernández, quienes acuerparon a la presidenta Xiomara Castro. Esta vez, algo no muy usual en protocolos del Estado, la presidenta se mostró a la par de su esposo, el expresidente y ahora asesor presidencial José Manuel Zelaya.

Ahora que el partido político que salió de la resistencia contra el golpe de Estado se ha convertido en Gobierno, es importante que se posicione y se empodere para realizar cambios a largo plazo, como crear una nueva constitución, según dijo en entrevista con Contracorriente (CC) el escritor Julio Escoto (JE): «Ella tiene que agarrar fuerza, establecerse, empoderarse, para luego proponer una idea si no es de constituyente por lo menos de una consulta popular. Usted puede comenzar con consultas parciales, ¿qué opina el pueblo si hacemos tal cosa?, ahí va educando a la población, pero eso no lo puede hacer ahorita, imposible con la correlación de fuerzas que hay, que es medio conservadora y es medio de izquierda. Lastimosamente hay dentro de sus cuadros gente que todavía piensa en la izquierda de la época de los años 40», dijo el novelista, ensayista, cuentista y crítico literario, quien también forma parte del Tribunal de honor del Partido Libertad y Refundación (Libre) e integra el Consejo de Dirección del periódico gubernamental “Poder Popular”, recién creado por el Gobierno de Xiomara Castro. 

CC: Hoy se cumplen 13 años desde el golpe de Estado de 2009, ¿cómo se puede definir esa ruptura del orden constitucional en el país?

JE. Hay varios niveles en que se puede definir. Uno, el que es más inmediato de comprender, fue la ruptura de la democracia. Un atentado al desarrollo social, político y cultural de Honduras por cuanto se interrumpió una serie importante de factores de avances en el desarrollo y, además de ello, pues un abuso de poder y de represión, ya que hubo muertos, cantidad enorme de personas gaseadas. En fin, toda esa violencia hacia las manifestaciones que conocimos durante los seis o nueve días después del golpe de Estado. Pero hay otros elementos, uno de ellos es que esto dio origen a una dictadura de narcotraficantes por 12 años en el país, cosa que no se esperaba con el golpe de Estado. Pero ese golpe le dio fuerza precisamente a esas organizaciones y las empujó a conquistar el poder lo más pronto posible, porque vieron que si se pudo dar un golpe con casi total impunidad, ellos podían ocupar el poder de manera pacífica con igual impunidad. Además de eso, hubo muchas personas que sufrieron, tuvieron que irse al exilio, otros fueron asesinados, otros tuvieron que separarse de sus familias por razón de persecución política.

CC: Y tras una década con protestas, ingobernabilidad y con un gobierno autocrático liderado por el Partido Nacional, ¿hay alguna lección o un mensaje que esto haya dejado a los grupos de poder, a los militares, a quienes propiciaron y ejecutaron el golpe?

JE: Decía mi padre, en mis tiempos de adolescente, que este pueblo era inesperado porque aguantaba, sufría, pero que un día se levantaba y le daba vuelta a todo. Y yo lo creí y lo temí durante mucho tiempo. Debo ser honesto que en estos 10 años yo tenía todas mis dudas, porque miraba en las reacciones al golpe de Estado mucho silencio, mucha pasividad, nada de lucha para conquistar la democracia. Entonces me dije, realmente ese pueblo del que mi padre hablaba como que fue cambiado, como que fue castrado por el general Carías, Juan Orlando Hernández y los militares en los años 60 y 70; pero me llevé una bella lección, la bella sorpresa de que sí, que este es un pueblo que efectivamente le da vuelta a las cosas, pero no como mi padre creía que era a través de la violencia, a través de una guerrilla, del monte, ir a pelear con armas contra los soldados y la Policía, sino que el pueblo entendió que podía hacer los cambios si se lo permitían en forma pacífica por medio del voto. 

Otra lección, que yo espero que sean lo suficientemente inteligentes para entenderla los conservadores y los militares, que son lo mismo en cuanto a conservadores que son, es que no se puede jugar permanentemente con la voluntad de un pueblo y sobre todo que no se debe ser tan cruel y tan falto de humanismo de robar todo aquello que pertenece a una comunidad. ¿Cómo es posible todo lo que se está descubriendo ahora?, los desfalcos, el abuso, la evasión, el robo, fondos de recursos que estaban destinados para construirle casas a las personas que sufrieron en ETA y IOTA, se robaron ese dinero. Uno se pregunta, ¿cómo fue eso factible?, ¿qué clase de gente son esas?

No sé si han aprendido la lección, pero por lo menos les ha de quedar alguna duda de que puedan volverlo a hacer. No sabemos qué va a pasar en estos próximos años, apenas está comenzando el gobierno de cambio, en este caso de Libre, pero puede ser que el desarrollo mental de la población lleve en algún momento, quizá, no lo sabemos todavía, a solicitar una Constituyente y que se elimine el Ejército, eso puede suceder perfectamente.

CC: ¿Cómo ve a la juventud de este país, es decir, a los jóvenes que eran unos niños cuando sucedió el golpe?

JE: Sí, efectivamente los que tienen la experiencia del golpe apenas estaban comenzando a asistir al conocimiento de la vida en ese momento. Entonces, de parte de ellos, probablemente haya una memoria dolorosa, una huella, una cicatriz, que les va a continuar doliendo durante el resto de la vida y oportunamente ojalá que se la enseñen a sus hijos para que eso no vuelva a ocurrir en el país. Pero Honduras tiene ahora cada vez un mayor número de estudiantes, maestros, profesionales, y eso también trae en algún nivel madurez. Son muy pocos los pueblos que van creciendo en profesionales que no crezcan también en madurez. Entonces mi sueño es que esta gente, aparte de la formación que han tenido, tenga también una formación ética y una formación política que les impida volver a votar por los pícaros. Yo creo que se ha creado una conciencia política, quizá muy sutil, muy débil, pero creo que ya existe, si usted le pregunta en este momento a cualquier joven si quiere que regrese Juan Orlando Hernández, la respuesta va a ser inmediatamente que no. Entonces eso ya quedó en el cerebro de ellos, es la ganancia.

CC: ¿Hay alguna autocrítica que deban hacerse los actores políticos que sufrieron el golpe?

JE: Sí, absolutamente. Por ejemplo, los días previos al golpe hubo mucha actuación sobre todo de las fuerzas populares, muy impulsivas; lo que en otros países –de climas más fríos– se realiza por negociación, aquí se realiza por la fuerza. Usted recuerda que el embajador de los Estados Unidos en ese momento convocó en el 2009, en junio, a cuatro reuniones para que pudieran negociar, discutir y para que no ocurriera el golpe de Estado que ya se miraba venir. Pero las fuerzas fueron incapaces de negociar y de llegar a un acuerdo. Y los acuerdos siempre exigen un sacrificio y siempre hay una ganancia de todas maneras, pero ninguno quería dar ninguna parte de su ganancia. Entonces hay esa experiencia, existe esa experiencia, y desde luego que esos actores tienen que replantearse a ellos mismos ¿qué fue lo que hicimos mal?, para que no se vuelva a repetir, ¿en dónde actuamos más por ideología que por la política?, por ejemplo, cosas como estas, la reflexión, la meditación.

CC: Justo después del golpe de Estado, en Honduras se creó el Frente Nacional de Resistencia Popular, ¿qué importancia tuvo este movimiento dentro del contexto político en el que nos encontrábamos en ese momento?

JE: Enorme. Impulsó, motivó, codirigió o dirigió plenamente con los maestros las manifestaciones en contra del golpe que nos dieron una imagen positiva en el plano internacional o sea que la gente se dio cuenta de que este país no estaba de acuerdo con el golpe, que iba a las calles, que protestaba y que quería cambiar la situación.

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El expresidente ecuatoriano Rafael Correa y la presidenta hondureña Xiomara Castro estrechan sus manos durante un evento en conmemoración de los 13 años del Golpe de Estado en Honduras desarrollado en el Salón Morazán de Casa Presidencial el pasado 28 de junio. Fotografía CC/Jorge Cabrera.

CC: Cuando sucedió el golpe en Honduras, la izquierda en América Latina parecía robustecer con liderazgos como Hugo Chávez. Hoy volvemos nuevamente a tener gobiernos de izquierda en la región –salvo algunas excepciones– y con el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador en México. En ese sentido, ¿cómo podemos ubicar a la presidenta Xiomara Castro, quien comparte un contexto difícil con países vecinos como Nicaragua, El Salvador y Guatemala?

JE: El de Xiomara yo lo califico como un gobierno de izquierda moderada. Es decir, una izquierda que no se puede llamar izquierda socialista o el socialismo del Siglo XXI porque ni el mismo Chávez alcanzó a lograrlo. Sin embargo, si la presidenta o su equipo de trabajo establece un programa en donde buscan los deterioros y defectos mayores que hay en la sociedad hondureña y apuntan a desarrollarlos, eso es de izquierda. Porque no es como el neoliberalismo conservador de derecha, que buscaba vender al país, desintegrarlo e hipotecarlo. Si ella continúa manteniendo relaciones con muchos países, creo que también va a encontrar un nivel de aceptación bastante amplio, pero recuerde que apenas está empezando. Solo una persona ingenua, o incluso tonta, declara de un solo golpe cuáles son sus intenciones totales. Un buen político no lo hace. Ella tiene que agarrar fuerza para atreverse, por ejemplo, en el segundo año, quizás hasta en el tercer año, proponer que cambiemos a Taiwán por China Continental. Ahorita no lo puede hacer, tendría no solo rechazo, sino incomprensión. Ella tiene que agarrar fuerza, establecerse, empoderarse, para luego proponer una idea si no es de Constituyente por lo menos de una Consulta Popular. Usted puede comenzar con consultas parciales, ¿qué opina el pueblo si hacemos tal cosa?, ahí va educando a la población, pero eso no lo puede hacer ahorita, imposible, con la correlación de fuerzas que hay que es medio conservadora y es medio de izquierda; pero me parece inteligente que ella no pase más allá de decir socialista, entonces ella no se está calificando y, desde luego, (tal vez aquí voy a hablar más de la cuenta) lastimosamente hay dentro de sus cuadros gente que todavía piensa en la izquierda de la época de los años 40.

Una vez fui a un seminario sobre asuntos políticos dentro de Libre en Tegucigalpa, y en cierto momento yo pregunté: «¿Quiénes de ustedes todavía creen en la dictadura del proletariado?». ¡Y hubo tres personas que levantaron la mano! ¡Y lo peor de todo es que eran de los más importantes del partido! Yo dije, pero cómo es posible que puedan creer en eso todavía, si eso es un credo que ya desapareció, es imposible, además peor con una vanguardia de izquierda, que es la que manda… ¿Quién de ustedes puede creer que se va a eliminar la moneda?, que se va a eliminar la religión, que se va a terminar la propiedad privada, eso es imposible, en la actualidad no puede ocurrir; sin embargo, había gente que lo creía. Entonces hay que ver cuántos de estos la pueden estar empujando a ella para que se apure a hablar, a mover la boca y a declarar más de la cuenta; o por el contrario, unos cuantos que le aconsejan «vamos con calma, espérese», mejor construyamos el piso, las paredes y cuando estemos listos le ponemos el techo. Ojalá que eso ocurra.

CC: ¿A qué valores democráticos le debe apostar la presidenta Xiomara Castro?

JE: Básicamente a los del respeto al ser humano. Ahí lo dice todo absolutamente. No hay ninguna ética que no se afiance en el respeto al voto. Es como la piedra central, como una piedra filosofal, de toda una estructura ideológica. Pero claro, de ahí se derivan una gran cantidad de cosas. Por ejemplo, el respeto al ser humano comprende de inmediato tener una comisión o el consejo nacional de educación que esté trabajando en el nuevo proyecto de sistema educativo de Honduras para el año 2025 en adelante; tienen que haber proyectos que permitan utilizar los medios, la radio, la televisión y el internet para educar. El otro caso es la utilización de los recursos naturales para generar más riqueza y generar más empleo.

hijo de la pareja presidencial Héctor Zelaya secretario privado de la presidenta Xiomara Castro, saluda al expresidente ecuatoriano Rafael Correa durante un evento en conmemoración de los 13 años del Golpe de Estado en Honduras 2022
El hijo de la pareja presidencial Héctor Zelaya, que es el secretario privado de la presidenta Xiomara Castro, saluda al expresidente ecuatoriano Rafael Correa durante un evento en conmemoración de los 13 años del Golpe de Estado en Honduras, desarrollado en el Salón Morazán de Casa Presidencial el pasado 28 de junio. Fotografía CC/Jorge Cabrera.

CC: ¿Qué riesgos corre el actual Gobierno tanto interna como externamente?

JE: Fíjese que yo no lo veo muy intenso, porque doña Xiomara está manteniendo una política, llamémosle solamente simpática, no más allá, una política simpática con el gobierno norteamericano. Por ejemplo, ha recibido a la nueva embajadora con mucha alegría y con café, pero al mismo tiempo no quiso ir a la Cumbre de las Américas. Está, así como revisando lo que hace un buen político, en un «estira y encoge» en cuanto a su relación con otras naciones, sobre todo con naciones impositivas, potenciales y poderosas como lo es Estados Unidos. Entonces si ella mantiene ese juego, puede ganar mucho respeto, puede ganar amigos.

CC: Pero, ¿existe un riesgo interno en el Gobierno por el amplio protagonismo del expresidente Zelaya, de sus hijos y de varios de sus exfuncionarios que se desempeñaron en el Gobierno del Poder Ciudadano entre el 2006 y 2009, quienes ahora están nuevamente en el poder?

JE: Honestamente no veo una amenaza por esa parte, porque es supuesto que todos ellos están encaminados dentro de una misma posición política, incluso dentro de una misma formación ideológica. Aparte de eso, tienen un enorme compromiso con la historia y están obligados a quedar bien o van a ser totalmente repudiados por el resto de los tiempos. Yo vería más un riesgo, un peligro, en el pensamiento conservador hondureño; es decir, que va desde los individuos que no tienen una formación cultural, que nos permita analizar con cuidado, o los ultraconservadores, que están mayormente en el Partido Nacional y que quieren, desde luego –y es lógico–, regresar al poder para hacer lo mismo que hicieron durante estos últimos 12 años. Ahí es donde veo el peligro mayor.

Habría otro peligro –que es un poco aleatorio, que no sabemos si puede ocurrir–, que sería la incomodidad de la población si el Gobierno actual de Libre no cumple con las esperanzas y las expectativas, porque entonces creo yo que la gente sí se va a rebelar; va a salir incluso a las calles a protestar si es que de aquí a año y medio no hay avances significativos en la solución de las necesidades del país.

CC: Se desarrolló el foro «Una nueva Constitución democrática para que los hechos no se repitan», moderado por Enrique Flores Lanza, que se ha presentado como asesor presidencial junto al expresidente Zelaya, también asesor presidencial. El tema de una Asamblea Nacional Constituyente despierta muchas crispaciones en Honduras. ¿Usted cómo ve este tema?, que está dentro de los estatutos del partido Libre.

JE: Sí, definitivamente está. Yo lo veo absolutamente necesario. Porque hay ciertos elementos dentro del cuadro jurídico y cuadro constitucional del país que necesitan ser modificados. Por ejemplo: los artículos pétreos, una de las reacciones más interesantes fue la del expresidente Óscar Arias (de Costa Rica), quien dijo que cómo era posible que un Congreso Constituyente se atreva a prohibirle a un pueblo cosas. La Constituyente es para facilitar y no es para prohibir cosas, los artículos pétreos tienen que ser verificados de alguna manera; tiene que regularse si hay o no reelección, y, si la hay, debe establecerse si es inmediata o alterna. De todo eso el pueblo tiene que opinar, estudiarlo, tiene que haber un plebiscito antes de la Constituyente. Tiene que regularse todavía más el poder de las Fuerzas Armadas, después de la Constitución del 82 no cambiaron nada, ellos siguieron mandando, en Honduras hubo democracia tutelada por los militares, eso fue un error terrible, enorme, que se dejó hacer eso, eso tiene que cambiar; tiene que cambiarse las estipulaciones para escoger a la Corte Suprema de Justicia, la Fiscalía e incluso, si el pueblo quiere hacerlo, reducir el número de diputados, cosas como estas tienen que reescribirse. Además, los pueblos que son inteligentes tienen que hacer cambios en su estructura cada 20, 30 o 40 años. Lo hacen los países europeos o lo hicieron algunos con mucha sabiduría hace 20 o 30 años, y no necesitan hacerlo de inmediato. Los Estados Unidos lo hacen mediante las llamadas enmiendas, no modifican la constitución directamente, pero le van agregando cosas y eso es lo que llaman enmiendas. 

Pero, ¿cuál es el camino para llegar a realizarla? Esa es la parte más delicada, ¿cómo explicarle a la gente por qué es buena una Constituyente? Cómo diseñar la elección de esa Constituyente, es la parte más delicada de todo, ¿van a ir solo los partidos políticos?, ¿van a ir los sindicatos?, ¿los gremios? Las iglesias no pueden, porque la Constitución lo prohíbe. Pero¿van a ir médicos? Si van obreros, deben ir médicos a la Constituyente. Entonces todo eso es interesantísimo como proceso político. Pero en este momento no es realizable, tiene que haber una labor de educación a largo plazo, una campaña en donde se le diga a la gente, como se hizo para la Cuarta Urna, que –recuerde usted– había spots publicitarios muy bien trabajados que convencieron a mucha gente definitivamente. Convencieron a mucha gente porque efectivamente la Constituyente es una necesidad. En este momento, no; doña Xiomara tiene que empoderarse, pero quizás al segundo o tercer año ella quizá pueda hablar de otros temas, en este momento no es conveniente –ni político– que lo haga.

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Editor de actualidad y reportero en Contracorriente. Abogado y periodista. Sus estudios los ha realizado en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras en el Valle de Sula (UNAH-VS). Ha trabajado en radio, prensa escrita, periodismo web e investigativo. Ha colaborado con organizaciones defensoras del ambiente y en investigaciones sobre desplazamiento forzado por razones de violencia ligada al narcotráfico.
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De nacionalidad nicaragüense y hondureña. Fotoperiodista con 20 años de experiencia en coberturas de contenido internacional. “El fotoperiodismo está presente en mi vida desde hace más de dos década y continúa siéndolo día tras día. “
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