Kaory, la joven trans velada y enterrada en silencio

Entierro de Kaory Cantarero

Cuando Kaory cumplió siete años se dio cuenta que no existía un entorno en Honduras que la aceptara. En su hogar le pedían que «se hiciera hombre» y en su escuela, sus compañeros de primer grado se burlaban de ella. A los 17 años buscó llegar a EE. UU., pero se quedó en México como trabajadora sexual. Diez años después falleció en una calle de la Ciudad de México, tras beber alcohol compulsivamente después de enterarse del asesinato de su hermano en Honduras. Su funeral en México estuvo nutrido de personas que la apreciaban, pero en Honduras su cuerpo fue velado y enterrado en el más absoluto silencio, únicamente por su familia.

Texto: Leonardo Aguilar
Fotografías: Sandre Fiallos y Sáshenka Gutiérrez

El 6 de julio, en presencia de ocho personas —exclusivamente familiares— y en completo silencio, fue sepultada la hondureña Kaory Cantarero, la joven trans de 27 años que falleció el pasado martes 22 de junio a las 3 a. m. en Ciudad de México, en donde se desempeñaba como trabajadora sexual.

Según un informe denominado Las vidas trans en tiempos de pandemia: «La inmensa mayoría de las mujeres trans en América Latina y el Caribe tiene como principal medio de subsistencia el trabajo sexual, aproximadamente el 95 % de las compañeras trans ejerce el trabajo sexual que, debido a la restricción por la pandemia de la COVID-19 quedan fuera de las economías formales».

Los restos de Kaory Cantarero —repatriados gracias a la organización defensora de mujeres trans de México La Casa de las Muñecas— ahora descansan en una tumba ubicada en el cementerio Los Laureles, ubicado en el barrio La Puerta, Distrito 5 de San Pedro Sula, zona norte de Honduras.    

Desde la cuna hasta la tumba, Kaory Cantarero siempre sufrió discriminación y fue víctima de una violencia estructural. No encontró en su entorno familiar un nicho que la protegiera ni tampoco se desarrolló en un contexto social hospitalario que la aceptara.

Kaory Cantarero
Foto del drone que muestra a la familia de Kaory Cantatero dando sepultura. 6 de Julio de 2021, Cementerio Los Laureles. Fotografía: Sandra Ruiz.

«Hacete hombre le decían, y él respondía: soy toda una mujer. Y apenas tenía 8 años», dice Doris Cantarero, de 32 años —su hermana mayor— en referencia a la discriminación que Kaory Cantarero recibía en casa por su orientación sexual. «Yo lo acepté cuando estábamos más grandes. Me iba con él (Kaory) a bailar en la discoteca La Autopista, que quedaba salida a La Lima. Aunque en la fiesta no andábamos juntos. Él iba siempre vestido de mujer, a escondidas de mi papá», agrega Doris.

Las condiciones socioeconómicas en las que creció Kaory Cantarero fueron totalmente devastadoras: la vivienda —un espacio de 4×5 metros—  era el hogar de una familia que llegó a hospedar hasta nueve hermanos, más su padre y su madre, para un total de once personas. Esta vivienda está cercada con láminas, tiene piso de tierra, está en desnivel con relación a la carretera. El único cuarto de la casa, en forma de ele, tiene dos metros de ancho y está dividido con pedazos de tabla yeso. Kaory vivió ahí hasta los 17 años.

Mientras conversábamos, un camión de la basura pasó frente a la casa en donde creció Kaory e hizo que una ola de agua estancada ingresara en el interior del patio de la vivienda, en donde había algunas gallinas, que cacaraquearon, se levantó una nube de moscas y los presentes tuvieron que levantar los pies para no mojarse con el agua que venía en picada, producto del desnivel de la casa que da la impresión de estar siendo tragada por la tierra, ya que no está a nivel de carretera.

«Mire cómo se mete el agua aquí. Siempre que llueve nos inundamos a nivel de la rodilla. Y eso que aquí hemos pagado 1500 lempiras mensuales de alquiler (63 dólares americanos)», explica Doris Cantarero, una obrera de maquila.

Kaory Cantarero ingresó a los seis años a la Escuela Yankel Rosenthal de San Pedro Sula, zona norte de Honduras, a escasos metros de la casa en donde creció. Pero la escuela no pudo ser su refugio. «Siempre venía llorando de la escuela. Le decían que era maricón porque solo quería jugar con las niñas», dice Doris Cantarero, quien manifestó a Contracorriente que por esa razón Kaory solo cursó el primer grado.

Sobrina de Kaory Cantarero
En el techo de la casa en donde creció Kaory Cantarero reposan los zapatos de la pequeña Fernanda Milagros, de 2 años, sobrina de Kaory. 6 de Julio de 2021, colonia Sandoval Sorto, sector Satélite, San Pedro Sula. Fotografía: Sandra Ruiz.

A pesar que Kaory fue servicial durante su adolescencia, durante su funeral, los vecinos miraron para otro lado. Nadie se acercó. No llegaron medios de comunicación, ni organizaciones sociales… nadie. «Solo hemos estado los hermanos y mi padre. La Cruz Roja es la única institución que nos ayudó económicamente», dice Doris Cantarero.

Mientras conversábamos, el teléfono de Doris Cantarero suena y ella revela que quien está al otro lado es Kenya Cuevas, directora de La Casa de Las Muñecas de México, la organización que pagó la empresa funeraria y presionó al consulado de Honduras para que procediera a la repatriación.

—Hola, qué tal. ¿Cómo van? —le dice Kenya Cuevas a Doris Cantarero.

—Pues acá estoy platicando con el periodista que vino. —responde Doris Cantarero.

—¿No llegó mucha gente a acompañar?, ¿hay más medios ahí? —pregunta Kenya.

—No, solo nosotros de familia, —dice Doris.

—Ah ya, acá en México había mucha, pero mucha gente. Si quieres te dejo para que termines. Te aviso que aquí vamos a estar para cualquier cosa, eh —Afirmaba Kenya, antes de cortar la llamada.

«Me gustaría que vieran a una hermana que tenemos. Nosotros le decimos “La Niña”, porque se comporta así. Pero ya tiene 21 años. Nunca la ha visto un médico y no puede caminar. Nos gustaría saber si alguien podría echarnos una mano con ella», dice Doris Cantarero.

Inmediatamente aparece la joven Yessy Paola Cantarero, arrastrándose en el piso de tierra y completamente sucia. «Un lempira, un lempira», dice, extendiendo la mano.

Doris Cantarero abraza a su hermana Yessy Cantarero, de 21 años, con discapacidad de habla y función motriz. 6 de Julio de 2021, colonia Sandoval Sorto, sector Satélite, San Pedro Sula. Fotografía: Sandra Ruiz.

Migración

En estas condiciones socioeconómicas y ambiente discriminatorio, es normal que la migración sea una válvula de escape. La mayoría de los familiares de Kaory Cantarero, han visto la posibilidad de marcharse de Honduras para buscar un mejor futuro, ya sea en México o en EE. UU. «Estando en México él (Kaory) me decía: venite para acá. Yo acá tengo un buen trabajo. Pero yo no sabía de qué trabajaba. Él decía que trabajaba de mesera», explica Doris Cantarero.

Pero en la antigua casa de Kaory, la familia se sigue haciendo más grande. Josseline Paola, de 23 años, está casada con Juan Carlos Cantarero, de 30 años, y vive junto a su niño de 4 años en la casa en donde creció Kaory. Ella explica que la situación económica es muy difícil y que por esa razón han intentado irse para EE. UU., pero han sido deportados.

«Yo migré hace como dos años con el papá de mi hijo. Nos fuimos cuando el niño tenía 2 años. Nos fuimos en bus, a veces caminábamos y por último nos subimos a la bestia. Yo me quedé con el niño en Veracruz (México), pero mi esposo siguió y en eso lo agarró migración en Houston. El mismo día que llegó a Houston (EE. UU.), ese mismo día lo deportaron».

Cuñada de Kaory Cantarero
Josseline Paola, de 23 años, es la esposa de Juan Carlos Cantarero, de 30 años, (hermano de Kaory). 6 de Julio de 2021, colonia Sandoval Sorto, sector Satélite, San Pedro Sula. Fotografía: Sandra Ruiz.

Un estudio de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), publicado en el 2016, establece que las mujeres representan aproximadamente el 53 % del total de la población migrante interregional en Centroamérica. 

«Mujeres que son jefas de hogar emigran para proveer sustento a sus familias, pero también, en muchos casos, para mejorar sus condiciones de seguridad física y emocional cuando enfrentan situaciones de violencia intrafamiliar. La indocumentación y la situación migratoria irregular de la mayoría de las mujeres migrantes en tránsito por Centroamérica dificultan su acceso a información, asistencia y la debida garantía de sus derechos fundamentales», indica el estudio de la OIM.

En otro informe de la OIM, publicado este 2021, se señala que cada año más de 500,000 centroamericanos intentan llegar irregularmente a EE. UU. en busca de mejores condiciones, reunificación familiar o huyendo de los problemas de violencia en sus territorios.

El padre de Kaory Cantarero

Padre de Kaory Cantarero
Pastor Cantarero, de 55 años, es el padre de Kaory. 6 de Julio de 2021, Cementerio Los Laureles. Fotografía: Sandra Ruiz.

Un hombre al borde de las lágrimas, pero intentando ser lo más rudo que puede. Don Pastor Cantarero, de 55 años, es un guardia de seguridad que dice sentirse aliviado por haber enterrado a Kaory Cantarero, con quien tuvo contacto por última vez el año 2011.

«Apesarado, apesarado. Pero bueno, ya le estamos dando sepultura a él. Tengo el consuelo de verlo por última vez, aunque sea, aunque no lo vimos en vida, pero lo estamos sepultando», cuenta don Pastor Cantarero.

Justo en el momento de la entrevista, mientras un joven lanza paladas de arena a la fosa en donde está el féretro de Kaory, le suena el teléfono a don Pastor. Él responde y al fondo se escucha Gloria Esperanza Regalado, la madre de Kaory, que, desde España, envuelta en llanto pregunta: «¿ya me lo enterraron?», a lo que don Pastor Cantarero responde: «sí, ya lo enterramos, me están entrevistando ahorita, ya te hablo». Inmediatamente cuelga la llamada.

«Ella se la tira con su amargura (llanto y tristeza), pero uno tiene que ser fuerte. No hay que decaer tanto para no agüitarse (acobardarse) tanto en esta vida», agrega don José Cantarero, quien recién había llegado del hospital Mario Catarino Rivas de San Pedro Sula, en donde dejó a otro de sus hijos a quien lo acababan de internar.

«Él por andar en la calle me lo atropelló un carro ya días, cuando andaba en una motocicleta. Hace poco lo volvió atropellar otro carro. Dijo el doctor que le hicieron una autopsia en el hueso y que tiene cáncer. Como que le van a cortar el pie. Se llama Daniel Cantarero y tiene 19 años», cuenta don José Cantarero, quien, a pesar de estar al borde del llanto, intenta, como puede, mantener su compostura.

Kaory Cantarero huyó de todo esto…

Familia de Kaory Cantarerov
Familia Cantarero coloca un corazón de flores en la tumba de Kaory. 6 de Julio de 2021, Cementerio Los Laureles por: Sandra Ruiz

Desde los 7 años en adelante, Kaory buscó cómo sobrevivir en el entorno que la rodeaba. Las pandillas ejercían violencia sobre las personas y las fuerzas de seguridad del Estado, involucradas en el crimen organizado y el narcotráfico no ayudaban en nada. Por otra parte, culturalmente el país ha estado inmerso en una cultura de discriminación de género y en las altas esferas políticas y judiciales, existe una corrupción pública generalizada que se traduce en impunidad.

La madre de Kaory, Gloria Esperanza Regalado, de 46 años, quien reside en Jerez de la Frontera, provincia de Cádiz en España desde septiembre de 2018, durante una llamada telefónica con Contracorriente reveló que Kaory se marchó de Honduras a sus 17 años porque fue amenazada de muerte: «La estaban amenazando miembros de la banda de Los Olanchanos, quienes ahora ya no existen porque los mataron». Kaory creció en la colonia Sandoval Sorto, pero huyó de Honduras en el año 2011. 

Precisamente los asesinatos registrados en los años 2011 y 2012 llevaron a San Pedro Sula a ser catalogada como la ciudad más violenta del mundo durante dos años consecutivos. San Pedro Sula reportó el año 2012 una tasa de 169 homicidios por cada 100,000 habitantes, por encima de ciudades como Acapulco, México, que ese mismo año registró 143 homicidios por cada 100,000 habitantes, y Caracas, Venezuela, que ocupó el tercer lugar, con 119 asesinatos.

Mientras en Ciudad de México, a la velatoria de Kaory Cantarero llegaron muchas de sus compañeras, su cuerpo fue sepultado en el cementerio Los Laureles en San Pedro Sula con la presencia de apenas ocho de sus familiares. Ciudad de México, México, 23 de junio de 2021. Foto: Sáshenka Gutiérrez.

Entre junio de 2009 y Marzo de 2020 se registraron 111 transfemicidios en Honduras. Las edades de las mujeres asesinadas van de los 12 a los 34 años de edad, según el informe sobre muertes violentas de la comunidad LGTBIQ+, de la Red Lésbica Cattrachas. 

Lea:  Encerradas y sin derechos: así viven la pandemia las mujeres trans en Honduras

Según el testimonio de los parientes de Kaory, los criminales que gobernaban la Colonia Sandoval Sorto no estaban de acuerdo con que se identificara como mujer Trans. Ya en México, Kaory trabajó durante nueve años como trabajadora sexual, tiempo en el que su familia no tuvo noticias de ella. Debido a que migró sin documentos de identidad, no pudo cambiarse el nombre en México. Su nombre legal, Jorge Luis Cantarero, salió a luz para los trámites de repatriación.

En sus últimos años de vida Kaory Cantarero, cayó en una profunda depresión tras enterarse que en su colonia natal habían asesinado a su hermano menor, de apenas 15 años, ultimado en el inicio de la pandemia.

El adolescente José Luis Cantarero, de 15 años, fue asesinado el 22 de marzo de 2020 en su lugar de residencia, la colonia Sandoval Sorto del sector Satélite de San Pedro Sula. «Se supo quién lo mató. Pero nos amenazaron y nos pidieron que no dijéramos quién lo había hecho, porque si no nos iban a matar a toda la familia. Pero ya a esa persona, Dios le puso castigo y también lo mataron», dijo Gloria Regalado.

Gloria Regalado explica que ella, al igual que Kaory, decidió marcharse de Honduras. Tomó sus maletas y se marchó a España el 18 de septiembre de 2018 porque no encontraba trabajo: «El papá de mis hijos a veces trabajaba y a veces no. Me vine para acá para darle algo de comer a mis hijos. Pero mi estadía en España no ha sido nada fácil».

Kenya Cuevas y su apoyo

Velatoria de Kaory Cantarero
La activista Kenya Cuevas despide a su compañera de origen hondureño Kaory Cantarero, fallecida a consecuencia de sus adicciones en Ciudad de México (México). 23 de junio de 2021. Foto: Sáshenka Gutiérrez.

Kenya Cuevas, activista trans, directora de La Casa de las Muñecas, se hizo cargo de los trámites de repatriación de Kaory. La activista mexicana se contactó con Contracorriente para avisar que el proceso de repatriación había finalizado y que el cuerpo de Kaory ya estaba en San Pedro Sula.  

Agrega que Kaory fue desplazada por la violencia en Honduras y desafortunadamente esta cayó en una situación de vulnerabilidad una vez radicada en México. «Ella murió el martes (22 de junio) a las tres de la mañana. Desde entonces comenzamos a solicitar el cuerpo, porque sabemos, como organización, que no se investiga nada, y como Kaory no tenía ningún documento entonces no la iban a repatriar».

La activista trans manifiesta que el consulado hondureño accedió a realizar los trámites de repatriación porque hubo toda una presión política en México. Pero aclaró que fue la organización internacional Cruz Roja la que ayudó con todo el trámite de la repatriación mientras que el consulado se sumó a los trámites a regañadientes.

Una vez  que el cuerpo de Kaory llegó al cementerio en Honduras, y cuando ya la tierra había cubierto por completo el ataúd, la cuñada de Kaory, Josseline Paola, se puso de rodillas, metió los dedos en una lata con pintura de aceite color negra y escribió: «Jorge Cantarero/ murió el 22 de junio de 2021» .

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Abogado y periodista. Sus estudios los ha realizado en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras en el Valle de Sula (UNAH-VS). Ha trabajado en radio, prensa escrita, periodismo web e investigativo. Ha colaborado con organizaciones defensoras del ambiente y en investigaciones sobre desplazamiento forzado por razones de violencia ligada al narcotráfico.
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Licenciada en Informática Administrativa, graduada en la Universidad Nacional Autónoma del Valle de Sula(UNAH-VS). Fotógrafa, disidente, amante al arte y diseño. Feminista. Emprendedora creativa.
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