Una lucha desigual

Tegucigalpa amaneció este 18 de diciembre con la noticia por parte del Tribunal Supremo Electoral (TSE) que oficializa la reelección inconstitucional de Juan Orlando Hernández como presidente electo de Honduras. La noticia movilizó a todo el país desde la noche del 17 cuando David Matamoros Batson, Magistrado Presidente del TSE, de manera unilateral y solo en cadena nacional diera el anuncio a eso de las 6 de la tarde. El anuncio se dio mientras Salvador Nasralla, candidato de la Alianza de Oposición, viajaba a Washington para reunirse con la OEA y el Departamento de Estado. En Honduras se habla ya de un golpe electoral, y hay quienes han especulado que Nasralla no podrá volver al país. Pero se especula –como es natural en estos casos– cualquier cantidad de cosas que no tienen forma de ser comprobadas, y se van quedando en el terreno de la ficción.

En este contexto, Tegucigalpa comienza a caer en una lenta paralización. Toda la ciudad es tomada desde los barrios y colonias. Y a la Policía Militar esto la pone nerviosa, su nerviosismo, provocado por no tener el control de la situación concluye en brutales represiones y muertes que se extienden a todo el país. Ya suman 23 muertos, según el Comité de Familiares de Desaparecidos de Honduras (Cofadeh) en 20 días después de las elecciones del 26 de noviembre. El sector de Villa Nueva en Tegucigalpa, ubicado en la salida a Danlí, fue tomado desde la noche del 17 de diciembre, y en la mañana del 18 de diciembre, bajo una tímida pero persistente lluvia, la Policía Nacional y la Policía Militar llegaron para reprimir con brutalidad. Villanueva es insigne, fue aquí donde cayó la primera víctima del toque de queda decretado del 1 al 10 de diciembre, cuando los militares salieron de noche a disparar bala viva.

Dos tanquetas, toletes, y una cantidad inimaginable de gas lacrimógeno, fueron las herramientas para contener a una población que quemaba llantas para tapar la salida al oriente del país y que ante los gases su respuesta fue una lluvia de piedras.

Niños y ancianas ponían en contradicción a la Policía Nacional, que era presionada por la Policía Militar para reprimir, y que ante la presión y las piedras tiraron tanto gas como pudieron. La Policía Militar es brutal, en Villa Nueva demostraron que «raciocinio» y «Policía Militar» son conceptos que no van de la mano. Un niño y una anciana fueron llevados de emergencia para ser atendidos porque los gases les provocaron problemas respiratorios que de no ser atendidos inmediatamente podrían perder la vida. Esto sucedió con la luz del día y ante la presencia de diputados de Libre, la prensa nacional e internacional, y organizaciones de Derechos Humanos. La noche llegó a Tegucigalpa, y con ella las tomas no han cesado, y la represión se intensifica.

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