El cuerpo de la joven trans hondureña Kaory Cantarero llegará a Honduras dentro de diez días, después de que organizaciones defensoras de derechos humanos en México presionaran al consulado hondureño en ese país para permitir los trámites de repatriación. Kaory se fue de Honduras hace diez años, después de que fuera amenazada de muerte por la banda de Los Olanchanos en San Pedro Sula.
Texto: Leonardo Aguilar
Fotografías cortesía de La Casa de las Muñecas
El pasado martes a las 3 a. m. se reportó el fallecimiento de la hondureña Kaory Cantarero, una joven transgénero, de 27 años, tras sufrir un ataque cardíaco en una calle de la Ciudad de México.
La madre de Kaory, Gloria Esperanza Regalado, de 46 años, quien reside en Jerez de la Frontera, provincia de Cádiz en España desde septiembre de 2018, atendió una llamada telefónica a Contracorriente y reveló que Kaory se marchó de Honduras a sus 17 años porque fue amenazada de muerte: «La estaban amenazando miembros de la banda de Los Olanchanos, quienes ahora ya no existen porque los mataron».
Kaory creció en la colonia Sandoval Puerto, del sector Satélite de San Pedro Sula, pero huyó de Honduras en el año 2011. Precisamente los asesinatos registrados en los años 2011 y 2012 llevaron a San Pedro Sula a ser catalogada como la ciudad más violenta del mundo durante dos años consecutivos. San Pedro Sula reportó el año 2012 una tasa de 169 homicidios por cada 100,000 habitantes, por encima de ciudades como Acapulco, México, que ese mismo año registró 143 homicidios por cada 100,000 habitantes, y Caracas, Venezuela, que ocupó el tercer lugar, con 119 asesinatos.
Entre junio de 2009 y marzo 2020 se registraron 111 transfemicidios en Honduras. Las edades de las mujeres asesinadas van de los 12 a los 34 años de edad, según el informe sobre muertes violentas de la comunidad LGTBIQ+, de la Red Lésbica Cattrachas.
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Kaory no encontró en Honduras un contexto social que la aceptara, contrario a eso fue estigmatizada y expulsada por fuerzas fácticas, específicamente bandas del crimen organizado y narcotráfico, que ejercieron violencia psicológica contra ella, ya que, según el testimonio de sus parientes, los criminales que gobernaban su barrio no estaban de acuerdo con que ella se identificara como mujer Trans.
Ya en México, Kaory trabajó durante nueve años como trabajadora sexual, tiempo en el que su familia no tuvo noticias de ella. Debido a que migró sin documentos de identidad, no pudo cambiarse el nombre en México. Su nombre, Jorge Luis Cantarero, salió a luz para los trámites de repatriación.
Kaory, a pesar de la distancia y de los amargos recuerdos de Honduras, siempre tuvo su pensamiento en su familia. En sus últimos años de vida cayó en una profunda depresión tras enterarse que en su colonia natal habían asesinado a su hermano menor, de apenas 15 años, ultimado en el inicio de la pandemia.
«Los Olanchanos no querían a mi hijo (Kaory) porque a él le gustaban los hombres. Se trató de un asunto de discriminación», explica Gloria, su madre, quien agrega que Kaory no interpuso ninguna denuncia porque los criminales «andaban diciendo que si denunciaba lo iban a matar más rápido».
Gloria, quien es madre de nueve hijos, agrega que ella también tenía miedo de esa banda y que Kaory le había confesado de esa amenaza en confianza: «Yo no pude decir nada. Tuve que quedarme callada», revela.
Gloria explica que ella, al igual que Kaory, decidió marcharse de Honduras. Tomó sus maletas y se marchó a España el 18 de septiembre de 2018 porque no encontraba trabajo: «El papá de mis hijos a veces trabajaba y a veces no. Me vine para acá para darle algo de comer a mis hijos. Pero mi estadía en España no ha sido nada fácil, esto ha sido muy difícil la verdad».
Gloria explica que Kaory se fue en un bus hasta la frontera con Guatemala. Posteriormente pidió aventones hasta llegar a México, abordando vehículos tipo rastras. Se enteró, posteriormente, que Kaory caminó varios tramos hasta que llegó a su destino final. «Yo no sabía que se había ido. Me di cuenta hasta que estaba en México y me llamó desde allá. Cuando conversamos, me enteré que ya tenía tres meses de estar en México», recuerda. «Le pregunté por qué se había ido, me dijo: “acordate de lo que te conté”. Tuve comunicación solo dos veces y luego pasaron nueve años de largo silencio», sostiene.
Cuando Kaory retomó las conversaciones con su madre, esta le explicó que vivía en una casa hogar: «Me decía que estaba bien: “mami estoy bien, estoy con mis amigas. Usted sabe que yo ando en cosas buenas. Sí, tomo alcohol y salgo a la calle, pero lo hago porque me gusta”», expresa.
«Me habían dicho una semana antes que mi hijo estaba convulsionando. Pero no sabía si lo habían llevado a algún médico. Solo me decían que estaba convulsionando. Yo preguntaba que por qué no lo llevaban al médico, y solo me decían que mi hijo (Kaory) estaba abusando del alcohol», explica. Gloria afirma que esta semana la llamaron diciéndole que a Kaory le había dado un paro cardiorrespiratorio.
Proceso para la repatriación
«Yo quiero que lo manden para Honduras porque allá están todos sus hermanitos. Allá está también su hermano, el hijo mío al que asesinaron», explica Gloria.
El adolescente José Luis Cantarero, de 15 años, fue asesinado el 22 de marzo de 2020 en su lugar de residencia, la colonia Sandoval Puerto del sector Satélite de San Pedro Sula. «Se supo quién lo mató. Pero nos amenazaron y nos pidieron que no dijéramos quién lo había hecho, porque si no nos iban a matar a toda la familia. Pero ya a esa persona, Dios le puso castigo y también lo mataron».
Gloria cuenta que a su hijo lo mataron por robarle una bicicleta. «Es una zona muy peligrosa. Le juro que quisiera traerme a mis siete hijos (tres hombres y cuatro mujeres) para España. Mis hijos no es que aguanten hambre allá, porque la verdad yo les ayudo, pero tengo miedo de que me les pueda llegar a pasar algo porque con una cosita los están matando. Honduras es un país en donde no hay nada. Ese país está muy mal. Aquí en España se respetan los derechos», apunta.
Kenya Cuevas, activista trans, directora de La Casa de las Muñecas, se hizo cargo de los trámites de repatriación de Kaory. La activista mexicana le cuenta a Contracorriente que el proceso de repatriación fue aceptado después de que se hiciera presión política para que el consulado de Honduras en México pusiera cartas en el asunto.
«Ya logré la repatriación. Se inició el trámite hoy. En diez días estará llegando el cuerpo a Honduras con la funeraria que se contrató. La tuvimos que contratar porque el cónsul hondureño no quiso cubrir el gasto», revela Cuevas.
Agrega que Kaory fue desplazada por la violencia en Honduras y desafortunadamente esta cayó en una situación de vulnerabilidad una vez radicada en México. «Ella murió el martes a las tres de la mañana. Desde entonces comenzamos a solicitar el cuerpo, porque sabemos, como organización, que no se investiga nada, y como Kaory no tenía ningún documento entonces no la iban a repatriar».
Kenya Cuevas dice que solicitó el cuerpo y luego hizo los contactos para evitar que Kaory terminara en una fosa común. El consulado hondureño se negó a todo.
La activista trans manifiesta que el consulado hondureño accedió a realizar los trámites de repatriación porque hubo toda una presión política en México. «La organización internacional Cruz Roja es la que va a realizar todo el trámite de la repatriación y no lo va a hacer el consulado. El consulado se suma a los trámites y a regañadientes», cuenta.
Gabriel Rubio, cónsul de Honduras en México, en una llamada telefónica con Contracorriente aseguró, de forma muy escueta: «sobre el caso de la persona fallecida de hecho ya estamos trabajando en la repatriación de ella». Luego, cortó la llamada.
Sobre Kaory, Kenya cuenta que era una persona muy conocida. «Era una mujer muy tranquila, solidaria, con carisma, muy bonita y le caía bien a todos. Gran parte de la comunidad trans se han venido a presentar a su funeral con respeto para poderla acompañar. Hace un año que tuvo la pérdida de su hermano, al que mataron allá en Honduras. Ella como que se decayó y se comenzó a clavar en el alcohol. Y bueno, pues, eso la llevó nuevamente a una situación de calle», sostiene.
La activista trans explica que Kaory, previo a su fallecimiento, había sido rescatada de su situación de calle e ingresada a La Casa Hogar Paola Buenrostro, un sitio para personas trans. «Desde esa instancia que estuvo en el albergue estuve acompañándola psicológicamente, educativamente y jurídicamente. Pero ella egresó del centro el 29 de agosto de 2020 y quedó nuevamente en situación de calle, y todos estos meses que estuvo afuera la llevaron a perder la vida».
Kenya manifiesta a Contracorriente que la discriminación que se genera hacia personas trans hondureñas en México es impresionante. «Imagínate que hay discriminación contra personas hondureñas migrantes que no son trans, pero ya una persona trans, con situación de calle y que ejerce trabajo sexual, la discriminación se vuelve impresionante. La violencia es estructural, pero se aumenta cuando son personas trans».
La directora de La Casa de las Muñecas en México manifiesta que en su organización tienen a cinco personas hondureñas, que viven en un país como México que igualmente es hostil. «A nivel internacional México ocupa el segundo lugar en crímenes de odio. El 60 % de las mujeres trans ejercen el trabajo sexual por falta de oportunidades. La violencia es estructural, institucional y social. Luchamos contra esto a través de denuncias. Pero nuestra mayor venganza es que seamos felices», concluye.
Don Pastor Cantarero, padre de Kaory, aseguró a Contracorriente que no conocía muy bien el proceso de repatriación y que estaba a la espera de noticias. «Mi hijo murió en México. Dicen que lo van a mandar para acá».