No toda oscuridad es absoluta

«Ya no puedo ver un país, pero lo puedo escuchar». Estas palabras fueron pronunciadas por Jorge Luis Borges a su amigo, el narrador mexicano Juan Rulfo, en el atardecer de un día de 1973. En las sombras escuchaba el cálido recibimiento que México le daba a su llegada. En su laberinto de destellos, la oscuridad no es solo oscuridad, también es luz o algo que intuye el futuro.

Oir un país —los ruidos de su país— es lo que hace Darlin desde hace once años, cuando producto del glaucoma juvenil que padeció, quedó finalmente ciego. Darlin y su madre explican que tras una operación de transplante de córnea se le aceleró la ceguera. «Fui víctima de negligencia médica», dice. A Darlin y su familia, entonces, solo le quedó acostumbrarse a algo que pudo tardar un poco más en llegar a sus vidas y que desde los 21 años le acechó. Fue un camino lento en su mayoría, pero hacia su final avanzó veloz por una mala praxis médica: la saturación errónea del trasplante de córnea y el que nunca le suministraran una válvula que evacuara la presión sobre sus ojos.

Luego de una depresión profunda, de la que salió —gracias a aquellos amigos que no sintieron lástima por él y le apoyaron siempre, por los cuidados de su madre, por la poesía y la docencia—, conoció a Xiomara, su pareja, con quien se reencontró en un viaje laboral. En aquel entonces Darlin trabajaba en la escuela para personas ciegas Pilar Salinas, y Xiomara en la escuela Manos Felices, una escuela para personas sordas.

Con la llegada del COVID-19 a Honduras, la rutina de la vida cambió para esta pareja de docentes que lleva más de 40 días en confinamiento. Se quedan en casa, excepto un jueves cada quince días —con base en las nuevas disposiciones del gobierno— que es el día que le toca salir para poder ir al banco y luego al supermercado, según el último dígito del número de identidad de Darlin.

En cada salida, únicamente tienen hasta las 9 a. m., la hora en que los supermercados atienden en preferencia a las personas de la tercera edad y personas con discapacidad. Algunos supermercados, incluso, es hasta la única hora que los atienden, pero los bancos solo los abren después de las 9 a. m.

En la primera ocasión que Xiomara y Darlin salieron, un supermercado les negó la posibilidad de comprar. «Explicamos que el banco no los abren más temprano y yo no uso tarjeta de débito porque los cajeros automáticos no pueden ser usados por una persona como yo», cuenta Darlin. Para Xiomara fue doloroso presenciar el abuso contra su esposo. Llora al recordar que por un instante pensaron que no tendrían nada que comer en una semana, al negarles la entrada para abastecerse —lo resolvieron comprando en otro lugar—, pero aún se ruedan las lágrimas de sus ojos, y algo le oprime el pecho.

En casa no solo se acompañan durante la cuarentena, Darlin y Xiomara también se apoyan mutuamente para realizar sus jornadas de teletrabajo. Xiomara le lee un libro o cocinan juntos, en las tardes toman café en compañía de Reina —madre de Darlin— que vive justo al lado. De la vida antes del COVID-19 extrañan la peatonal y su ruido, sus alumnos y la familia de Xiomara que no han visto más que por videollamada, luego de casi dos meses de convivir con las medidas extremas decretadas por el gobierno hondureño, en su intento por contener el virus.

—¿Qué extrañás de ver?

—Si pudiera volver a ver, aunque sea un día, quisiera que fuera el día que el Real España vuelva a ser campeón. Luego me sentaría a leer—, contesta Darlin entre risas, evadiendo la pregunta, buscando quizá esa visión entre las sombras.

«Solo los ciegos sueñan con el sol. Sueñan en negativo, de ahí que el sol de sus visiones derrame siempre una luz negra», estas palabras fueron escritas por el poeta mexicano Balam Rodrigo en su libro Braille para sordos, donde con su poesía narra cómo Diane Arbus vio a Jorge Luis Borges mientras lo retrataba en el Central Park de la ciudad de Nueva York, en el año de 1969.

Si bien, Darlin y Xiomara le apuestan a la felicidad, hoy lo hacen en un país con tasas elevadas de contagio y muerte por COVID-19.

Loris Dostoyevski le canta al oído a Darlin Esta lora frente naranja es la mascota que le regaló su madre Tegucigalpa 5 de mayo de 2020 Foto Martín Cálix
Xiomara atiende una videollamada de trabajo apoyada por su esposo quien debe sostener el teléfono para que ella pueda comunicarse en lenguaje de señas Tegucigalpa 5 de mayo de 2020 Foto Martín Cálix
Darlin es el bibliotecario de la Escuela José Cecilio del Valle en el municipio de Santa Lucía. Para sus alumnos graba un video donde les habla del 1 de mayo, de la huelga bananera de 1954, y les recomienda leer la novela de Ramón Amaya Amador, Prisión verde. Tegucigalpa, 6 de mayo de 2020. Foto: Martín Cálix.
Luego de aplicarse lágrimas naturales para evitar la irritación y el enrojecimiento de sus ojos, Darlin se seca con un pañuelo. Tegucigalpa, 6 de mayo de 2020. Foto: Martín Cálix.
Xiomara y Darlin cruzan una calle del casco histórico de la capital hondureña luego de hacer compras en un supermercado Tegucigalpa 7 de mayo de 2020 Foto Martín Cálix
En una farmacia de Comayagüela Darlin le compra medicinas a su madre 7 de mayo de 2020 Foto Martín Cálix
En el Paseo Liquidámbar del casco histórico, Darlin posa para la fotografía, se apoya de su bastón. La peatonal capitalina es uno de los lugares que más extraña ver. Tegucigalpa, 7 de mayo de 2020. Foto: Martín Cálix.
En una pulpería de su barrio, Cerro Grande, zona 8 —a pocos kilómetros del crematorio municipal—, Darlin hace compras para el almuerzo. Tegucigalpa, 5 de mayo de 2020. Foto: Martín Cálix.
Reina ríe junto a Darlin y recuerdan anécdotas de la infancia de sus hijos Tegucigalpa 6 de mayo de 2020 Foto Martín Cálix
En el álbum fotográfico familiar se guarda un recorte de un diario local, donde se felicitó a Darlin para su cumpleaños. Tegucigalpa, 6 de mayo de 2020. Foto: Martín Cálix.
En sus manos, Reina sostiene un ejemplar de Tribilín y el pez luna, un cuento infantil publicado por Disney. Estos cuentos regalados por su madre fueron los primeros acercamientos de Darlin a la literatura durante su infancia. Tegucigalpa, 6 de mayo de 2020. Foto: Martín Cálix.
Darlin sostiene y acaricia un ejemplar de Naufragando en el tiempo de un verso, su único libro publicado. Ahora con la ayuda de su esposa, escribe sus próximos libros. Tegucigalpa, 5 de mayo de 2020. Foto: Martín Cálix.
Xiomara y Darlin cocinan juntos unos espaguetis para el almuerzo Tegucigalpa 5 de mayo de 2020 Foto Martín Cálix
Xiomara responde mensajes de su trabajo desde su celular durante el anochecer Tegucigalpa 6 de mayo de 2020 Foto Martín Cálix
Reina conversa con su hijo, con quien se ríe y abraza. Tegucigalpa, 5 de mayo de 2020. Foto: Martín Cálix.
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Escritor y fotoperiodista. Actualmente director de fotografía en Contracorriente.
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Pianista y filóloga hondureña. Máster en estudios avanzados en Literatura Española e Hispanoamericana por la Universidad de Barcelona. Licenciada en Arte por la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán, misma institución en la que se desempeña como docente. Es autora de numerosos ensayos sobre poesía y literatura. Correctora de estilo y editora de la sección Cronistas de la cotidianidad en Contracorriente.
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6 comentarios en “No toda oscuridad es absoluta”

  1. Excelente reportaje, él es un guerrero yo tengo el honor de ser su amigo, ver su felicidad a pesar de su adversidad, es digno de aplauso

  2. Conocí a Darlin en la decada de los 90 con apenas unos 13 años de edad, estudiando en el Instituto Abelardo Fortín, luego en la ENMPN y algunas ocaciones le encontré por los pasillo de UPNFM, que puedo decirles? De vez en cuando despues de rogarle varios días, me presta un libro de su valiosa colección, Es un gran ser Humano, y cada dia espero publique sus escritos ya!!!!
    Enhorabuena por Xiomara una gran mujer, juntos hacen un gran equipo

  3. Saludos a nuestro amigo Darlin y su esposa Xiomara, son parte de nuestra comunidad Leche y Miel. Les amamos y bendecimos, son súper especiales para nosotros.

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