«La siembra» de Berta Cáceres derrota la narrativa triunfalista de sus asesinos

Hace siete años fue asesinada la ambientalista y líder indígena, Berta Cáceres, defensora del río Gualcarque frente al proyecto hidroeléctrico Agua Zarca de la empresa Desarrollos Energéticos S.A. En el Centro de Encuentros y Amistad «Utopía» del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (Copinh) se conmemoró «la siembra» de Berta Cáceres, una actividad que recuerda su vida y lucha en defensa del medio ambiente y los territorios indígenas como la siembra de una semilla para los pueblos. 

Texto: Persy Cabrera
Fotografía: Fernando Destephen

El pasado 2 y 3 de marzo —como cada año desde 2016— la espiritualidad del pueblo lenca brotó con más fuerza en el departamento de Intibucá para transformar la perspectiva sobre la muerte de Berta Cáceres, celebrar su vida y asegurar que ella «no murió».

Catalina Hernández, coordinadora de las mujeres del Copinh, comentó que en el día de la Siembra de Berta se realizan diferentes rituales, se junta el copal con brasas en el incensario para «limpiar y sacar malas energías» del lugar y de las personas presentes, se encienden velas porque el fuego es uno de los cuatro elementos naturales que «inspira» su lucha, se construye un altar, se hace un rezo para «la madre tierra que nos da los alimentos» en la compostura, un ritual de sacrificio dedicado a la naturaleza en la que se construye un altar, se colocan plantas que representan los espíritus a los que está dedicado el ritual y —además de también quemar copal y encender velas— también se sacrifica un animal. La compostura se realiza para traer la lluvia, la fertilidad de la tierra y agradecer a la madre tierra y en esta ceremonia participa una persona que reza quien ofrece la compostura.

Pero en la Siembra especialmente se celebra la vida de Berta porque «para nosotros, la siembra significa la vida de una persona; sabemos que para nosotros Berta no está muerta, para nosotros está viva», expresó Catalina.

Catalina dijo además que «mucha gente tiene el concepto que cuando una persona muere, dice “es que se fue para el cielo” pero nosotros tenemos la fe siempre y la esperanza que esta compañera, su espíritu, aquí está con nosotros compartiendo siempre».

Es así que la siembra se convierte en un acto de resignificación de la muerte. Berta Zúniga, coordinadora de Copinh e hija de Berta Cáceres, explicó que «para nosotras la siembra es derrotar el acto del asesinato con el que se pretende silenciar o detener la lucha de quienes defienden la vida, en este caso, la empresa que intentó -asesinándola- detener una voz de denuncia y un proceso de resistencia». 

Zúniga se refiere a la empresa Desarrollos Energéticos S.A (DESA), sociedad que tiene una concesión en el río Gualcarque aunque el proyecto hidroeléctrico Agua Zarca está detenido. En junio de 2022, David Castillo, ingeniero y ex gerente general de DESA, fue condenado a 22 años y 6 meses de cárcel por ser coautor intelectual del asesinato de Cáceres, pero las exigencia de familiares y colegas de la ambientalista es el enjuiciamiento de miembros de la familia Atala Zablah que forman parte de la junta directiva de DESA.

Durante la Siembra de Berta Cáceres, el Copinh publicó un comunicado en el que se hace un llamado al actual Gobierno de la presidenta Xiomara Castro para «que aprovechemos la oportunidad de justicia que Berta Cáceres nos brinda, y avancemos con pasos decididos y contundentes para desmontar la impunidad de las mafias criminales que mantienen capturada a Honduras».

Berta Zúniga considera que el día de la Siembra construye un cambio en el lenguaje porque no es el «aniversario de la muerte» y «muchas veces se asocia Berta Cáceres, el asesinato, el crimen, lo que pasó en marzo del 2016 y nosotras creemos que lo más importante de todo lo que ella significa no tiene que ver con eso, tiene que ver con la resistencia, con las batallas en contra del sistema de dominación».

Tomar principalmente sus ideas y resistencia en la lucha, «lo que ella significa», convierte a Berta Cáceres en un símbolo de importancia mundial en la defensa de los recursos naturales, una trayectoria por la que ganó el premio Goldman en 2015. 

Anarella Vélez, ministra en la Secretaría de las Culturas, las Artes y los Patrimonios de los Pueblos de Honduras, mencionó el año pasado que ella misma ha propuesto que el rostro de Berta aparezca en billetes hondureños. También una ilustración del rostro de Berta fue agregado a las tradicionales vistas cívicas que la Secretaría de Educación promocionó durante el mes patrio de septiembre. Pero estos simbolismos promovidos por el gobierno no silencian la búsqueda de justicia del Copinh. En el comunicado publicado ese día se reiteran las denuncias que hacen desde años atrás: el enjuiciamiento de los autores intelectuales en el caso de Berta Cáceres, el cese a la militarización y el extractivismo y también una exigencia clara, «que no queremos que en ningún momento la imagen de nuestra compañera Berta Cáceres sea un símbolo vacío y que no vamos a permitir que su símbolo sea vaciado del contenido de resistencia, de defensa de los derechos de los pueblos indígenas».

La Siembra culminó el viernes 3 de marzo con una visita a la tumba de Berta Cáceres en el cementerio general de La Esperanza. Ahí se expresó el sincretismo religioso, tres compañeras de Berta, que caminaron junto a ella por el río Gualcarque, realizan el rezo del credo católico antes de dar unas palabras que celebran y recuerdan el legado de la lideresa lenca.

«Ella dio la vida por nosotros», «ella derramó su sangre y fue sembrada su semilla», «tú resuenas en ese río», «aquí es donde se sembró esa semilla de rebeldía» exclaman después Esperanza, Rosalía y María Santos —compañeras de Berta— con esa «fe y esperanza» en que Berta está ahí compartiendo con ellas.

Sobre

Persy Cabrera nació en Tegucigalpa en 1997. Es graduado de bachiller técnico en electricidad del Instituto Técnico Saúl Zelaya Jiménez y cursó media ingeniería eléctrica en la UNAH antes de pasarse a estudiar periodismo. Actualmente es periodista cultural en Contracorriente. Le gusta el cine, las series, el anime, el manga y los libros. Practica fútbol y es entusiasta del deporte en general.

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Fernando Destephen 1985 Tegucigalpa, Honduras. Fotoperiodista y contador de historias.
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