Después de anunciar el inicio del año lectivo en Honduras, tanto la Secretaría de Salud como la Secretaría de Educación acordaron agilizar el proceso de vacunación pediátrica y así hacer posible el retorno semipresencial a clases de los niños en edades de entre 5 a 11 años. Sin embargo, para la niñez que habita en los barrios más pobres y marginales de Honduras, el regreso a clases no es tan sencillo.
Texto: María Celeste Maradiaga
Fotografías: Jorge Cabrera y Fernando Destephen
Para los habitantes del barrio La Isla, ubicado en Comayagüela en la capital de Honduras, no es tema de debate — o prioritario — el salario de los diputados, ni las relaciones diplomáticas de Honduras con otros países, ni mucho menos la extradición de un expresidente acusado de narcotráfico, como es el caso de Juan Orlando Hernández, también señalado de actos de corrupción antes y durante su mandato.
En este barrio de Comayagüela, ciudad gemela de Tegucigalpa y muy cercano al mercado La Isla, vive Reina Isabel Alonzo, una mujer de aproximadamente 43 años, de mediana estatura y risueña. Ella es madre de siete niños, de los cuales cinco están en la escuela y su mayor preocupación ahora es el retorno de sus hijos a clases presenciales después de dos años de pandemia.
«Están Cristian, Francisco, José, Eimy, Dana, Junior y Evelyn», dice Reina, enumerando uno a uno a sus hijos y mencionando que, de no haber tenido dos abortos espontáneos, tendría nueve y que de los siete, Cristian y Francisco, los mayores, decidieron no continuar los estudios. Su casa está construida con madera y lámina, dentro de ella hay dos camas y pequeños armarios, y afuera, en el patio, está el fogón donde ella cocina. En una de las paredes de su casa cuelga un pez raya disecado, ella cuenta que es decorativo. Agrega que su esposo es originario de San Lorenzo, Valle, y que de ahí viene el negocio familiar de venta de mariscos.
Reina Isabel y su esposo, Mauricio Arias Rivas, tienen su negocio en el Mercado La Isla. «Estos pescados vienen de Amapala», cuenta Mauricio, y explica que él atiende el negocio a tiempo completo, que en ocasiones su esposa se suma a la tarea y a veces sus hijos se incorporan a ayudar. Los hijos mayores de la pareja decidieron dejar de estudiar, cuenta Reina. «Yo tenía intenciones de matricular al mayor en el Infop, pero en eso me dijo que eso del estudio era muy aburrido», explica. Sus dos hijos mayores trabajan en negocios distintos, siempre en el Mercado La isla.
Antes de la entrevista, Reina atendió una reunión de padres en la escuela de sus hijos. La madre de familia asegura que, aun teniendo la posibilidad de estar al tanto de la educación de sus hijos, es consciente de la falta de oportunidades para los niños del barrio.
Vacunas y agua potable: requisitos indispensables pero inalcanzables para muchos
Tras la declaración de la emergencia nacional por COVID-19 en marzo del 2020, la Secretaría de Educación suspendió las clases presenciales a nivel nacional, lo que obligó a los niños a recibir clases virtuales en uno de los países con menor conectividad a internet de la región Centroamericana (19.3%), según el Banco Mundial.
En el presente año, la nueva administración autorizó iniciar en el país de forma presencial y semi presencial las clases, siempre y cuando haya agua potable en los centros educativos y que los niños y docentes estén vacunados contra la COVID-19.
El Centro de Desarrollo San José La Isla es una escuela de la localidad orientada a dar refuerzos educativos. Aquí las docentes brindan atención especial a niños que tienen dificultad en el aprendizaje de distintas materias, además ellas realizan actividades recreativas como juegos y brindan alimentos a los niños que visitan el Centro de Desarrollo. «Aquí hay necesidad, mucha necesidad», manifiesta Ninfa Izaguirre, trabajadora social y educadora del lugar.
Al Centro San José La Isla, expone Ninfa Izaguirre, asisten niños que no tienen acceso a la educación virtual desde sus hogares y necesitan conexión a internet. «No solo se les da reforzamiento escolar, sino que a ellos se les dan clases de valores, se les enseñan las virtudes, tenemos la oración del día y tienen una merienda a las 10 de la mañana y a las 12 un almuerzo, se trata de atender a todos los niños que vienen», indica.
El Centro de Desarrollo actualmente recibe a entre 60 y 69 niños. Sin embargo, no todos acuden con regularidad al centro de refuerzo. La maestra señala que la mayoría de los niños trabajan, y si atienden sus trabajos en la mañana vienen a estudiar por las tarde, o viceversa.
«Aquí o se estudia, o se come. Por eso los niños tienen que salir a trabajar en un barrio como este, en donde debería de ser un delito el trabajo infantil», explica Ninfa Izaguirre, sobre las condiciones que enfrentan los niños ante el regreso a clases presenciales.
Según el informe «Análisis de la deserción escolar y el Gasto Público en Seguridad y Defensa» del Foro Social de la Deuda Externa y Desarrollo de Honduras (Fosdeh), en el 2020, año en el que inició la crisis sanitaria por la covid19, se estima que un 40% de los niños y jóvenes en Honduras abandonó el ciclo escolar.
Además, la pobreza aumentó al 70%, de acuerdo a datos del Observatorio Demográfico de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) publicados en abril del año pasado. El factor principal de este incremento en la pobreza es el desempleo dejado por la pandemia del Covid-19 y los huracanes Eta e Iota al norte de Honduras, asegura el estudio.
Ninfa Izaguirre explica que el centro de refuerzo educativo fue creado hace aproximadamente 15 años por el Padre Patricio, de origen español, a causa de la gran necesidad que vivían los niños en ese tiempo y que persiste en la actualidad. El centro es financiado por la Cooperación Española y cuenta que «Se les entrega una merienda por la mañana y un almuerzo por la tarde, lo que se pretende es que ellos tengan una segunda casa para aprender cosas buenas».
«No les interesa tener un pueblo educado, les interesa tener a un pueblo tonto para que no hable, no piense, no cuestione y no critique. Hay que frenar la corrupción e impunidad para que pueda existir más educación, porque al final este es el futuro de Honduras, y para ello hay que prepararse y ser críticos, venimos de una situación de país difícil», manifiesta la educadora cuando se le pregunta acerca de las razones por las cuales el sistema educativo hondureño le falla a los niños.
Además, ella explica que en esta zona de Comayagüela no hay acceso a servicios sanitarios en muchos hogares y que debido a eso hay mucha contaminación en el lugar. «En La Isla no hay acceso a agua potable y no hay acceso a servicios públicos en algunos hogares», explica.
Ninfa Izaguirre, docente del Centro de Desarrollo San José La Isla, asegura que en el barrio La Isla de Comayagüela no hay acceso a agua potable, lo que dificulta que los niños regresen a las aulas de clases.
Desde 1993 no se construye una nueva represa en la capital de Honduras para abastecer de agua a 1.2 millones de habitantes, según indica el último registro del Instituto Nacional de Estadística (INE) en el 2015. Solo en algunas casas del barrio La Isla llega el agua proporcionada por el Servicio Autónomo Nacional de Acueductos y Alcantarillados (SANAA).
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Los tres hijos menores de Reina asisten a este Centro de Desarrollo, José, Junior y Evelyn. La madre de familia asegura que el apoyo brindado por la «escuelita de reforzamiento» es invaluable para sus hijos.
Autoridades le apuestan a la vacunación pediátrica
Reina Alonzo, madre de familia, espera que, una vez completado su esquema de vacunación, sus niños puedan regresar a las aulas de clases sin arriesgarse a incrementar los contagios por Covid-19. Ella cuenta que el último de sus hijos en ser vacunado fue Joshe, de 5 años, quien se aplicó la primer dosis anticovid el pasado 21 de febrero, de ahí, los mayores de 11, Cristian, Francisco, y Eimy, ya tienen su esquema de vacunación completo.
«Por los oficios de nosotros no podemos desarrollar bien los temas de los niños en la escuela», argumenta, respecto a la educación virtual. Sin embargo, es consciente de que no en todos los hogares hondureños está la posibilidad de enviar a los niños a clases con sus debidos útiles y uniforme.
Harry Book, jefe de la Región Metropolitana de Salud de Francisco Morazán, detalla que la meta de los nuevos lineamientos del Programa Ampliado de Inmunización (PAI) es vacunar a 160 mil niños de cinco a once años en la región Metropolitana de Tegucigalpa y que para lograrlo se han entregado hasta el momento 140 mil dosis pediátricas.
«Hemos aplicado desde el 26 de enero hasta el 20 de febrero aproximadamente 70 mil dosis, es decir, llevamos el 50% de la meta», asegura el doctor Book. Agrega que están en reuniones con el Ministerio de Educación para que el proceso de vacunación pediátrica se agilice.
Harry Book, jefe de la Región Metropolitana de Salud de Francisco Morazán, asegura que hasta el momento se han aplicado 70 mil vacunas anti covid a niños de 5 a 11 años.
El Director de la Región Metropolitana de Salud asegura que la actitud de los padres ha sido positiva frente a la vacunación de los niños, pero que aún falta gran parte de la población infantil por vacunarse. Por otro lado, en datos generales de la región metropolitana de Francisco Morazán, Book indica que en la capital se han aplicado un total de 2 millones 400 mil dosis, de estas, el 79% corresponde a la población que tiene dos dosis en su esquema de vacunación y el 14.6% de estas dosis a personas que ya tienen su dosis de refuerzo.
El viceministro de la Secretaría de Educación y expresidente del Colegio de Pedagogos de Honduras (Colpedagogosh), Edwin Hernández, señala que el regreso a clases presenciales está íntimamente ligado a la vacunación pediátrica y a que haya agua potable en los centros educativos. Del mismo modo, depende de contar con las medidas de bioseguridad correspondientes.
«Estamos esperando los reportes de los distintos directores de los centros educativos en relación a los censos de vacunas a niños, el censo del Primer Colegio Profesional Hondureño de Maestros (Pricphma) en torno a la vacunación a docentes y el censo de infraestructura escolar, para conocer en qué condiciones están los centros educativos para recibir a los niños», manifiesta el viceministro.
Además, el viceministro subraya el acuerdo que hay entre la Secretaría de Salud y la Secretaría de Educación para agilizar la vacunación en cada nivel educativo y así poder llevar a cabo un retorno semipresencial de las clases. «Estamos esperando que todos los padres de familia tomen conciencia yendo a vacunar a sus hijos y que al mismo tiempo los matriculen en las escuelas para empezar con buen pie el año escolar, aprovechando el interés que tiene la presidenta Xiomara Castro en mejorar la educación del país», agrega.
Niños en situación de riesgo
La psicóloga del Centro de Desarrollo San José La Isla, Alicia Amador, expone el asunto de los niños en barrios muy pobres como algo de muchísima preocupación y de lo cual se debe ver el trasfondo de su situación. Por ello, buscan poner en marcha una escuela para padres que sirva para exponer las dificultades de los niños y fomentar un ambiente sano en los hogares.
«Existen niños que vienen cabizbajos y tristes por distintas situaciones que se dan en sus hogares. Nosotros estamos pendiente de ellos, hablamos con ellos, los abrazamos, les decimos que los queremos y que son bienvenidos. No ponemos apodos. Usualmente en las escuelas les dicen “burros” o cosas así a los niños, ignorando que esto les puede marcar la vida de una manera inimaginable. Esa es nuestra tarea, que ellos se sientan importantes, especiales y que no importa si su aprendizaje es más lento que el de otro, solo importa que esté aprendiendo», indica la psicóloga.
Nancy Hernández es pastora del Ministerio Pentecostés «Poder, Unción y Gloria» ubicado en el mismo barrio. Ella explica que aquí los niños viven en una situación compleja por crecer en hogares disfuncionales.
«Nosotros hemos escuchado cuando nos menosprecian y nos dicen que acá solo delincuentes viven. Procuramos que la población se de cuenta que somos personas de bien, personas que quisieran vivir en otras condiciones, pero tampoco tenemos que renegar de lo que tenemos en nombre de Dios», asegura.
La pastora afirma que el barrio es un lugar tranquilo, en donde no existen pandillas ni delincuencia, pero que en ocasiones vienen de otros lugares a «asaltar», es decir, vienen de barrios aledaños a escabullirse mientras son perseguidos por la policía. «No porque vengan de otros lados a asaltar quiere decir que nosotros seamos los culpables. Nos menosprecian por esto. Este barrio es tranquilo, puede venir en la noche y no pasará nada”, sostiene.
La pastora Nancy asegura que la intención del Ministerio Pentecostés es enseñarle a los niños a apartarse de todo lo malo, en este caso, de la delincuencia, venta o consumo de drogas y de la prostitución, problemas que existen en la comunidad. «Aquí en el barrio hay tres señoras que fuman resistol y tienen 5 nietos. Entonces, esos niños son los que más llamamos y son los que vienen y no fallan en el culto».
«En el barrio hay madres que son drogadictas, y en el caso de otras, se prostituyen. Algo que yo le digo a los niños es que deben orar para que la vida de sus madres cambie, para que la vida de todos ellos mejore y que no se limiten a solo lo que ven en sus hogares, en los cuales hay drogadicción, abuso sexual y otras cosas malas», manifiesta Nacy Hernández.
Reina — la madre de siete hijos— asegura mientras da un recorrido por el barrio, que este es de lo más tranquilo, contrario a lo que dicen otras personas. Además, comenta que entre las cosas que quieren ser sus hijos están: policía, bombero, profesora, doctora, y uno de sus hijos, de los más pequeños, quiere vender pescado en el mercado como su padre.
«A más de alguno tengo que sacar graduado», asegura esta madre de familia.