En Honduras algunos estudiantes iniciarán clases en escuelas destruidas

Fotografía y texto: Amílcar Izaguirre

 

La escuela de la comunidad de Tacamiche en San Manuel, Cortés, lleva 26 años en abandono. No solo tiene daños estructurales, sino que también carece de libros y materiales didácticos, como sucede en muchas escuelas del país. El ministro de Educación, Daniel Sponda, ha dicho que en el 2022 se reconstruyeron más de mil escuelas y que esa cifra se duplicaría en el 2023; sin embargo, el reto sigue siendo grande. Los padres de familia son los que maquillan con sus aportaciones la cara del sistema educativo.

 

Desde que fue construida hace 26 años, la Escuela Bessy Watson de Reina en Tacamiche, una comunidad de San Manuel, Cortés, no ha recibido atención del Estado. Los pocos remiendos que tiene han sido resultado de los esfuerzos de los padres y madres de familia. Reparar los múltiples daños que hoy presenta está fuera de la capacidad económica de estas familias, y en unos días los alumnos regresarán a este edificio que, en lugar de un espacio educativo, parece una trampa. El piso se ha fragmentado por las grietas y parece que las paredes pueden caer de un momento a otro por las múltiples fisuras. Cuando llueve, el agua se filtra por los agujeros del techo. «Temo que una lámina del cielo falso caiga sobre algún alumno mientras recibe clases», dijo Esmeralda Flores, directora de la Escuel Bessy Watson de Reina.

 

Según Roberto Torres, líder de la comunidad de Tacamiche, el muro de esta escuela es un peligro, porque podría caer sobre los alumnos debido a que está inclinado hacia afuera. «Dios no permita que ese muro caiga sobre los alumnos y queden aplastados. Siempre les digo que se mantengan lo más alejado de ese cerco», dijo don Roberto.

 

«Yo no sé cómo Dios nos quiere tanto y cómo esas paredes no les han caído a los maestros y alumnos», comentó Gilberto Domínguez, exdirector  de la Departamental de Educación de Cortés, mientras observaba las fotos de esta escuela. «Si las construcciones fueran masivas como dice la Secretaría de Educación, la escuela de Tacamiche no estaría en esas condiciones», apuntó.

 

En Honduras, según datos de la Secretaría de Educación, siete de cada 10 escuelas están deterioradas. De las 17,800 escuelas que existen, más de 12 mil están en mal estado. En enero del año pasado el ministro de Educación, Daniel Sponda, dijo a este medio que en el primer año de gobierno de la presidenta Xiomara Castro se habían reparado más de mil escuelas y que para el 2023 se duplicaría  esa cantidad.

 

Sponda aseguró en esa ocasión que para ese fin la Secretaría de Educación contaba con unos mil millones de lempiras, más unos 1,500 millones del Fondo Hondureño de Inversión Social (FHIS) para reparar estos centros, aunque según el portal de Honduras Inversiones, el presupuesto aprobado en el FHIS para infraestructura escolar en el 2023 apenas es de 425.1 millones de lempiras.

 

De haberse cumplido esa meta, a finales del 2023 deberían estar reparados unos 3 mil centros educativos; sin embargo, el viceministro de educación, Edwin Hernández, confirmó que al cierre del 2023 se  habían intervenido unos 1,500 centros educativos, de los cuales 950 se repararon  por medio del  Fondo de Inversión Social (FHIS), a un costo de 1,100 millones. Por otro lado, Gilberto Domínguez dice que esos datos no coinciden con la realidad. 

 

«Cuando aún Edis Rivas era director departamental de Cortés, dijo que después de las tormentas Eta y Iota, solo en Cortés habían dañados unos  70 centros educativos, ubicados en Pimienta, Chamelecón, Rivera Hernández y los bajos de Choloma, y de esos solo unos pocos se han reconstruido, a otros ni siquiera se les ha puesto la mano», dijo Domínguez.

 

Domínguez aseguró que en el actual  gobierno las condiciones en la infraestructura escolar son las mismas que en el gobierno anterior. Afirmó que sus compañeros le comentan que las reparaciones de escuelas se han hecho de manera sectaria, cuando lo pide un diputado, alcalde o director que es partidario del actual gobierno. «Dijeron que se habían reparado 1,500 centros, pero la verdad es otra. Para eso también el Partido Nacional, cuando se estaba retirando del gobierno, dijo que había reparado 2 mil centros en los últimos dos años», expuso Benítez.

 

El pasado 11 de enero, los gobiernos de Honduras y la República de China presentaron un proyecto de «Intervención integral en infraestructura y equipamiento de centros educativos», cuyo objetivo es reconstruir unas 1,200 escuelas a nivel nacional; para esto, el país asiático otorgará a Honduras unos 285 millones de dólares.

 

La Secretaría de Educación no ha dado detalles sobre las condiciones en que Honduras recibirá ese dinero; no se sabe si se trata de un préstamo o una donación. «Ellos dicen que es un dinero no reembolsable, pero yo lo dudo porque nadie va a venir a regalar dinero en un sistema fracasado como el de Honduras. Uno solo escucha lo que dice la Secretaría de Educación, pero no hemos escuchado lo que dicen los representantes de China», comentó Domínguez.

 

Agregó que «pareciera que ha hecho más escuelas Shin Fujiyama que la Secretaría de Educación; él hace hasta maratones para reconstruir centros educativos. A mí me da lástima y vergüenza que la Secretaría de Educación diga que están construyendo centros educativos. Si fuera así, este muchacho [Fujiyama] no tendría que andar con gente de fuera del país pidiendo apoyo para construir escuelas».

 

Shin Fujiyama es un filántropo de origen japonés con nacionalidad estadounidense que radica en El Progreso, Yoro, desde hace 14 años. Ha construido varios proyectos sociales para apoyar a personas de escasos recursos, principalmente en la ciudad donde reside. En los últimos años decidió convertirse en creador de contenidos para recaudar fondos y construir mil escuelas en el país, y lleva cerca de 60 construidas. También hay oenegés que apoyan a niños que viven en zonas vulnerables, donde ni siquiera existe una escuela. 

 

En los bordos de la Llanos de Sula número 2, de la Rivera Hernández, desde el 2015 el albergue Hogar el Refugio, dirigido por Christof Wittwer, se hizo cargo de una escuela donde recibían clases los niños de al menos 200 familias del bordo, pero cerró el año pasado por falta de presupuesto, y según se dice, también por las trabas de la Dirección Departamental de Educación de Cortés, que  les pedían muchos requisitos debido a que el predio donde se construyó dicha escuela es un bordo y no  contaba con una clave catastral. 

 

La escuela procuraba educación de calidad, y además proveía útiles y alimentos para los alumnos. Según los padres de familia, en este centro sobraba la comida, y los maestros tenían prohibido pedir contribución, incluso durante la pandemia. «Estas doñas lloraron cuando se cerró la escuela; ahora las madres que tienen hasta cuatro hijos les toca pagar 2 mil lempiras solo en matricular. Eso de que la educación es pública y gratuita es simbólico, porque para todo tienen que dar aportaciones los padres», dijo Mario Mata, poblador del bordo de Llanos de Sula número 2.

 

A pesar de que la Constitución de la República  y la Ley Marco de Educación estipulan que la educación en Honduras debe ser gratuita y de calidad, en la realidad no se cumple, ya que los padres se ven obligados a pagar contribuciones para suplir las múltiples necesidades de las escuelas. Mediante decreto n.° 1323-SE- 2023, la Secretaría de Educación declaró el 2023 como el «Año de la Refundación del Sistema Educativo Nacional», para todos los niveles y modalidades. 

 

El problema de la infraestructura apenas es uno de los tantos que sufren los centros educativos. La escuela de Tacamiche carece de tres maestros para cubrir de séptimo a noveno grado, y cuenta con materiales didácticos. «No contamos con libros de Español y Matemáticas. A los maestros les toca comprar el libro de estudios porque no hay para que los niños le saquen copias, y todo eso representa un costo para el padre», comentó la directora de la escuela.

 

Para los jóvenes que viven en zonas vulnerables como los bordos de la Rivera Hernández, donde el Estado desatiende la mayoría de necesidades, entre ellas la educación, son las ONG las que asumen ese rol. Para estos niños incluso es difícil ingresar al sistema de educación pública, porque al no  haber escuelas en esta zona tienen que pagar transporte, matrículas y aportaciones. 

 

Para poder dar una oportunidad a 600 niños del sector de la Rivera Hernández, el pastor Jervis Erazo, de Operación Amor, ha tenido que trabajar duro para proveerles útiles escolares y alimentos. Dice que con ayuda de donantes pudieron comprar un solar donde planean construir una escuela bilingüe. «Deseamos el apoyo de las autoridades educativas para ayudar [a] estos niños, pero no lo hemos tenido. El único que vino a prometer fue el alcalde Roberto Contreras», dijo Erazo.

Sobre
Nació en 1985 en el municipio de Trojes, El Paraíso. Es licenciado en Periodismo egresado de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras en el Valle de Sula. Ha trabajado 15 Años como reportero gráfico en distintos temas y medios escritos en Honduras.
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