Texto: Óscar Estrada
Portada: Persy Cabrera
En su ensayo Reflexiones sobre WikiLeaks (2011), el escritor Umberto Eco nos sumerge en un profundo análisis sobre la importancia de WikiLeaks en la era digital y su impacto en la relación entre información y narrativa. A lo largo de esas reflexiones, Eco nos invita a considerar cómo la narrativa ha adquirido un poder excepcional en nuestra sociedad contemporánea, incluso superando en relevancia a la propia información.
El surgimiento de WikiLeaks en la era digital ha sido paradigmático. Esta organización, liderada por Julian Assange, se especializó en la filtración de información «clasificada» de gobiernos y corporaciones, haciendo uso de la tecnología para exponer secretos gubernamentales y corporativos. Pongo la palabra «clasificada» entre comillas porque el fondo del artículo de Eco es que «tal cosa», en la era digital, ya no existe. Los periódicos reportan los chismes y rumores de las redes sociales, las embajadas reportan en sus memos secretos los chismes de los periódicos.
Eco plantea una idea intrigante en su artículo: en la era digital, dice, la narrativa se ha vuelto más poderosa que la información. Esta afirmación se basa en el hecho de que la tecnología ha dado lugar a una avalancha de datos, y las narrativas son la herramienta que utiliza la sociedad para dar sentido a esta información abrumadora. Al simplificar y contextualizar la información compleja, las narrativas se convierten en el vehículo principal a través del cual percibimos y comprendemos el mundo. Todo lo que Wikileaks reveló, afirma Eco, es de conocimiento público. Todo lo que los organismos de inteligencia del mundo recogen, son los chismes de los periódicos. Nada es ya secreto.
Un aspecto fundamental del poder de la narrativa, según indica Eco, radica en su capacidad para apelar a las emociones y crear conexiones personales. Las historias, con sus personajes, conflictos y resoluciones, nos permiten conectarnos a nivel emocional, lo que las hace más atractivas y memorables. Esto influye en cómo asimilamos la información y en la formación de nuestras opiniones y actitudes. Lo emocional es más determinante que lo racional.
En la era digital, las personas tienden a buscar información que confirme sus creencias preexistentes, creando un terreno fértil para la propagación de narrativas que refuerzan estos sesgos. Los periodistas ya no buscan la «verdad» en un mundo de datos —si alguna vez hicieron eso—, buscan confirmar lo que ellos (y su audiencia) creen. Las narrativas persuasivas pueden ser particularmente efectivas para mantener y fortalecer las opiniones de las personas, contribuyendo a la polarización política y social.
Las narrativas no solo son herramientas de entretenimiento, sino que también tienen un poderoso impacto en la formación de la opinión pública. Pueden moldear la percepción sobre temas complejos y controversiales. La gente recuerda y se conecta con historias más que con datos crudos, lo que las convierte en una influencia significativa en la opinión pública y la toma de decisiones políticas.
¿Qué es un político ahora sin una narrativa? ¿Sin un personaje? Y para crear personajes políticos se requiere de arquetipos, porque la mitad de toda historia está ya contada en los arquetipos que usamos para construir las narrativas.
En un mundo saturado de datos, la narrativa ha emergido como una fuerza formidable. Las reflexiones de Eco sobre WikiLeaks nos instan a considerar cómo ésta, con su capacidad para simplificar, emocionar y conectar con la audiencia, se ha convertido en el lenguaje principal de la era digital. Su análisis arroja luz sobre cómo las historias moldean nuestra comprensión del mundo y nuestras decisiones, haciendo que la narrativa sea un elemento crucial en la comunicación, la política y la sociedad contemporánea.
Tres autores más que recomiendo para explorar en este tema: Marshall McLuhan, que afirma que «el medio es el mensaje». Mcluhan exploró cómo los medios de comunicación y las tecnologías influyen en la narrativa y la percepción de la información; argumenta que el medio en el que se presenta una narrativa tiene un impacto significativo en cómo se percibe y se interpreta. Walter Fisher, que desarrolló la teoría de la narrativa como paradigma para la comunicación humana, propuso que las personas son naturalmente narradoras y que la persuasión y la influencia se logran a través de la construcción de narrativas efectivas que se ajusten a los valores y creencias del público. Y Joseph Campbell, con su libro El héroe de las mil caras, un clásico que examina los arquetipos narrativos y cómo estos se repiten en diferentes culturas y tiempos.