Trabajadores de maquila y comerciantes pagan más de 200% de interés por préstamos ilegales

El negocio de la usura ha crecido a escalas inimaginables y tiene de rodillas a la población trabajadora del sector maquilero en el norte del país. La precariedad de los salarios en esta industria, que emplea más de  170, 459 personas en el Valle de Sula y la falta de acceso a préstamos en la banca privada, empuja a las obreras y obreros a buscar créditos rápidos con altos intereses  que también se traducen en extorsiones y amenazas. El crimen organizado podría haberse adueñado de la operación del negocio financiero informal, mientras el Estado es un observador inactivo.

 

Texto y Fotos: Contracorriente*

 

Doña María esperaba impaciente en la fila para usar el cajero automático en un centro comercial de Villanueva, Cortés, al norte de Honduras.  Había estado ahí por más de 20 minutos, pero la fila no avanzaba. Frente a la pantalla del aparato permanecía un hombre bien vestido quien realizaba decenas de operaciones para  retirar dinero con distintas tarjetas de débito, cada una con distinto dueño.

 

Los viernes y sábados es habitual ver en ese centro comercial de Villanueva y otros del norte de Honduras a grupos de hombres con una gran cantidad de tarjetas cobrando el salario de cientos de operarios de la maquila, a quienes la precariedad de un país con el 52.4% de su población en pobreza—según el Banco Mundial— ha orillado a buscar préstamos con altos intereses a redes que se han apoderado del negocio de la usura. Si bien antes era común la figura del prestamista individual que cobraba altos intereses, ahora el negocio está en manos del crimen organizado, según lo dijeron a este medio fuentes policiales y víctimas consultadas para este reportaje. 

 

Estas redes amenazan a quienes hacen el intento de no pagar y recuperan de cualquier forma el dinero prestado. Al hablar con diversas fuentes se identificó que, además de operar en el sector de obreros y obreras de la maquila, estos prestamistas también  tienen sus clientes en el comercio informal o la microempresa que, en general, tienen dificultades para acceder al financiamiento de la banca privada.

 

La mayor parte de personas que nos hablaron de estos préstamos nos explicaron que en la maquila la mayoría de estos préstamos son administrados con la venia de la MS-13 y en el comercio informal los maneja  una red de colombianos, de cuya existencia aparecen referencias en los medios de comunicación desde 2017, sin embargo, en la Policía Nacional, Ronald Posadas, uno de los voceros en el norte del país, afirmó que no hay denuncias por este delito, aunque el oficial también reconoció que el dinero de ese negocio es manejado «por el crimen organizado». 

 

La existencia de estos préstamos no es una modalidad exclusiva de Honduras, en otros países de la región también existen. Samuel, a quien llamaremos así para proteger su identidad, obtuvo un préstamo con «los colombianos» cuando se dedicaba a una barbería en San Pedro Sula, pero tiempo después decidió tomar la ruta migrante para Estados Unidos y en el camino, aseguró, supo de la existencia de estos préstamos tanto en Guatemala como en México. Esta mafia tiene personas encargadas de ofrecer préstamos a pequeños negocios o comerciantes individuales que tienen capacidad de pago. 

 

Los intereses de estos préstamos son altos y hacen que muchos no puedan pagar. Un vecino del sector Satélite en San Pedro Sula contó que sus suegros tenían una pulpería bien establecida en esa zona de la ciudad, pero tuvieron una urgencia que los obligó a buscar a los colombianos para salvarse, justamente ahí ocurrió su debacle financiera. No pudieron pagar los intereses que eran 350 lempiras por cada mil. Ahora los suegros del vecino viven en Estados Unidos, perdieron su negocio y la casa, pues tuvieron que vender todo para saldar la deuda contraída.

Para las redes del crimen organizado hay una premisa única: no perder dinero.  Sara* , sindicalista del sector de Villanueva, nos contó que en una ocasión una de sus compañeras de maquila del sector  no pudo pagar el préstamo que tenía con un particular que, según ella, no era parte de la red criminal, pero igual utilizaba cualquier método para recuperar ese dinero. El prestamista se trasladó a un municipio de Cortés donde cobró lo adeudado amenazando con armas de fuego y  llevándose de la casa de la operaria varios quintales de maíz y unas gallinas. «Y lo hizo a punta de pistola, mi amiga me contó llorando», contó Sara.

 

En una colonia cerca a la Zip Buena Vista, uno de los parque industriales en Villanueva, Cortés, un operario de maquila tuvo que vender su casa cuando la deuda que había contraído se volvió impagable. 

 

Hay algunas personas que indican que hace falta educación financiera en la población y que por eso son presa fácil de estas redes criminales. «A mí me sorprende cómo andan estrenando tenis, ropa o celulares y todo es con jaranas [deudas]», dijo una operaria de maquila, donde también los créditos con altos intereses son comunes. 

 

El prestamista como tal no es un figura fuera de la ley si cumple con las regulaciones establecidas y no practica la usura, pero las redes que operan en las maquilas y el comercio informal no cumplen con los requisitos de la ley que establece los límites de los intereses, y así pueden con frecuencia cobrarlos de forma excesiva en esta modalidad. 

 

El artículo 244 del Código Penal de Honduras  establece que «comete el delito de usura el prestamista que exija a sus deudores en cualquier forma, un interés mayor al interés promedio, vigente en el sistema financiero nacional en la fecha del contrato de préstamo, aumentado en seis puntos, aún cuando dicho interés se encubra o disimule de cualquier manera o se le dé otra denominación. Serán considerados como préstamos, los que efectúen a las personas registradas como prestamistas no bancarios o que sean reconocidas como tales por notoriedad aún cuando la obligación se formalice mediante un título-valor o cualquier otro documento. El delito de usura será sancionado con reclusión de cuatro (4) a seis (6) años, más una multa igual al veinticinco por ciento (25%) del monto del crédito».

 

La ley agrega que también comete el delito quien «aprovechando la apremiante necesidad, la ligereza o la inexperiencia de una persona, le hiciere dar o proponer en cualquier forma, para sí o para otro, ventaja pecuniaria superior al treinta por ciento de su prestación, u otorgare garantía de carácter extorsivo». 

 

Mientras que el artículo 246 indica que quien preste dinero con garantía o sin ella y no se encuentre inscrito en el registro oficial correspondiente y no lleve libros de contabilidad se expone a una pena de tres a seis años y una multa que puede ir de 50,000 a 100,000 lempiras. Las organizaciones que operan en las maquilas y en el comercio informal se mueven en las sombras de la impunidad que produce la falta de controles ya que  los usuarios no conocen si están registradas.

 

En la UMEP # 1 de San Pedro Sula, el portavoz de la Policía Nacional, Ronald Posadas, dijo a Contracorriente  que información en poder de la Policía apunta a que la mayoría de los comerciantes del Barrio Medina —un populoso suburbio de San Pedro Sula— trabajan con el dinero proveniente de esos préstamos. «Ellos prestan dinero si usted tiene comercio, pero no le van a prestar si no tienen cómo pagar, se lo dan por la mañana y en la tarde tienen que pagar», dijo Posadas.  El oficial explicó que no se ha actuado en contra de estas redes ilegales porque no han recibido denuncia. «No la ponen por el temor que pueden ser objeto de alguna persecución o alguna amenaza de estos grupos delictivos que trabajan a nivel internacional, por eso simplemente les pagan».

 

En Choloma, una ciudad cuya principal fuente de empleo es la maquila,  el tema de los préstamos está en conocimiento de las autoridades pues el alcalde Gustavo Mejía, en una entrevista sobre la seguridad en la ciudad, mencionó que había  «un grupo de personas que están corriendo a la gente, son prestamistas que no están registrados y ellos por ese dinero [que prestan] le quitan casas, le quitan cualquier cosa y más que todo, amedrentan. Son gente peligrosa», dijo.

La maquila

 

En el interior de un vehículo, Virginia* nos preguntó «¿Puedo confiar en ustedes?”. 

Ella se preparaba para hablar sobre cómo operan los prestamistas en una maquila de Choloma, Cortés, el principal enclave maquilero del país. Antes de ofrecer detalles,  dijo que «es un tema peligroso». 

Casi todas las fuentes consultadas solicitaron no mencionar su nombre y no aparecer en una fotografía. En el caso de la maquila, los testimonios apuntan a que el negocio es operado por la Mara MS-13, que apartó del mismo a la mayoría de los antiguos prestamistas y monopolizó el negocio. Por eso nadie quiere ser mencionado.

«Ellos tienen gente dentro de las empresas que les captan los clientes», comenzó diciendo Virginia y luego añadió,  «es gente grande, estamos hablando de crimen organizado».

Aquellos que buscan dinero con estas personas solo tienen una opción: pagar y en las condiciones que los prestamistas quieren. Uno de los requisitos ineludibles en el caso de la maquila es entregar la tarjeta de débito mediante la cual reciben su salario semanalmente. Sin tarjeta no hay préstamo. «La necesidad del momento les obliga a entregarla, usted sabe que con el estómago vacío cualquier comida va a sentir buena», justifica Virginia. La condición más importante es que por cada mil lempiras que reciben tienen que pagar semanalmente 50 lempiras.

Una empleada de una cooperativa maquilera en San Pedro Sula explicó que los prestamistas aplican un interés simple.  Por cada 100 lempiras cobran un 5% a la semana, lo que se convierte en un 20% mensual y un exorbitante 240% anual. Para entenderlo mejor, si un empleado solicita con estas redes un préstamo de 10,000 lempiras cada semana tendrá que pagar 500 lempiras solo de intereses y 2,000 al mes. Si en un año no ha podido pagar el capital, habrá pagado solo en intereses 24,000 lempiras sin que su deuda haya disminuido ni un lempira.

En la banca nacional, los préstamos pueden cobrar desde 14% hasta 35% de interés anual, dependiendo de los convenios que pueden existir entre la empresa donde labora el empleado y el banco en el que se ha solicitado el préstamo. Otra variante es el uso para el cual el crédito está siendo solicitado, pues los que van orientados a adquirir vehículos o uso personal suelen tener tasas más altas que los solicitados para comprar una vivienda. Eso sí, en todos hay una gruesa lista de requisitos por cumplir.

Debido a las trabas en la banca nacional, donde se realizan estudios de capacidad de pago y se revisa su historial crediticio, es muy fácil caer en este inframundo de créditos ilegales. Ahí solo se entrega la tarjeta, los prestamistas ya tienen información de primera mano como que el solicitante está trabajando y luego con una rapidez increíble el dinero está en sus manos. Sin trámites bancarios, sin análisis de riesgos y sin solicitar avales.

En posesión de la tarjeta, los prestamistas aseguran tener el cobro de intereses a tiempo. Pero siempre hay más de alguno o alguna que aprovecha para sacar más. En una ocasión, recuerda Virginia, una de sus compañeras no quería salir de la planta ni del parque industrial donde trabajan. La empresa la llamó a ella, ya que en ese momento pertenecía al sindicato para que fuera a preguntar a la mujer por qué no quería abandonar la planta.

«Ella me dijo que sentía miedo porque la estaban amenazando. Afuera la estaba esperando un carro, ahí había dos hombres armados. Es que había cambiado la clave [de la tarjeta de débito], porque ocupaba tres mil lempiras», contó Virginia.

La situación de la obrera era grave, se había endeudado con cerca de 100,000 lempiras. Y se acercaba junio, cuando los trabajadores en Honduras reciben un décimo cuarto salario, que se convierte en un respiro económico para muchos. En el caso de la obrera, ella seguramente no cobraría nada de ese salario por la enorme deuda contraída, así que decidió ir al banco y reportar como perdida la tarjeta en poder de los prestamistas para que le entregaran una nueva y de esta forma retiró los 3,000 lempiras que necesitaba.

Cuando la red que operaba el negocio detectó el engaño, envió a dos hombres armados para intimidarla. La mujer que adeudaba casi 100,000 lempiras estaba llena de miedo. «Me están esperando y me van a matar», le dijo a Virginia. Por esta deuda impagable, la obrera posteriormente logró un arreglo con la empresa y  fue despedida. Salió del país porque su vida estaba en riesgo.

Virginia contó que los prestamistas antes aceptaban abonos al capital, pero esto ha cambiado. Ahora ya no permiten los abonos al capital y solicitan que el dinero que fue prestado sea devuelto en la totalidad. Y si las personas no pueden pagarlo de esa manera,  pueden seguir pagando intereses indefinidamente. «Si usted prestó 20 mil lempiras, antes podía abonar y decir te voy a dar 2,000 lempiras para el capital, ahora no lo aceptan. Ellos quieren que usted ajuste los 20 mil y que lo pague completo. Así tienen amarrada a la gente pagando intereses», explicó Virginia.

Estos grupos operan en todo el Valle de Sula, «en todas las maquilas está esa organización», dice Sara en Villanueva. Ella también fue testigo de cómo en un parque industrial en esa ciudad, los prestamistas movían miles de lempiras en préstamos para la población obrera y actuaban bajo el mismo esquema de amenazas. También cobran la misma tasa de intereses que es 50 lempiras por cada mil.

En una ocasión, una de las compañeras de Sara  tuvo que faltar tres días al trabajo y su salario no alcanzó para pagar la deuda. A la líder obrera le pareció raro que su compañera no saliera a desayunar ni tampoco a almorzar. Cuando le preguntó por qué no salía, la mujer lloró y le contó que el prestamista le había cobrado en tres ocasiones de forma amenazante. Pero la maquila es un espacio de solidaridad, «somos una familia», dice Sara, quien junto a sus compañeros recolectó dinero para ayudar a quien no tenía ni para comer en su casa, menos para pagar una deuda. También intercedieron para que el prestamista cobrara hasta el próximo  fin de semana.

Sara dejó de trabajar hace un par de años en la maquila, pero recuerda que sus compañeros «cuando perdían un día de trabajar por un problema de fuerza mayor o problema de salud [y su pago era menos], andaban buscando pisto prestado entre los compañeros para poder cubrir esa deuda con el prestamista».

Sara y Virginia coinciden que estos préstamos no tienen un límite de tiempo mientras los intereses se paguen al día y no hay forma que esto no ocurra porque los prestamistas tienen las tarjetas de quienes les deben.  «Usted paga intereses semanales y si no paga capital usted puede estar años pagándoles. Más bien, ellos cuando una persona les paga rápido, le dicen “ya sabe cuando quiera más pisto”. Es que cuando más se tardan, más ganan ellos», explicó Sara.

Ambas refieren que son enormes las cantidades de la población trabajadora que busca este tipo de créditos. Virginia dice que en la fábrica donde trabaja en Choloma, aproximadamente un 70% de los empleados tienen o han accedido a estos préstamos. Sara da un ejemplo más específico, dice que cuando trabajó en la maquila de Villanueva, de su equipo de trabajo formado por 10 personas, solo dos no tenían préstamos. 

¿Qué hace que tantas personas busquen este tipo de préstamos? Lo primero es la rapidez. Cumplir con los requisitos que exige la banca nacional no es fácil, desde presentar un croquis con su dirección, un recibo de servicios públicos, avales, referencias personales y no estar en la central de riesgos, hasta llegar a una evaluación de capacidad de pago, pues si el banco estima que la persona es apto no habrá préstamo. Este proceso tarda días.  En cambio, con los prestamistas el dinero lo obtienen de inmediato a cambio de su tarjeta.

Sin embargo, la razón principal por la cual gran parte de la población obrera de la maquila busca estos préstamos es la precariedad de vida.  La maquila tiene el salario más bajo del sector formal en Honduras, a partir de junio de 2023 se autorizó 10,457 lempiras de salario mínimo para este sector.  En la mayoría de industrias, las empresas que tienen más de 151 empleados, el salario mínimo oscila entre 15,335 y 15,753 lempiras. En el sector maquilero, la gran mayoría, sino todas, tienen arriba de 151 empleados. Para mejorar el salario, la población trabajadora de la maquila debe cumplir altas metas, de las que se han quejado los defensores del trabajo. «Talvez lo empresarios lo pintan bonito, que dan esto y lo otro, que hay bonos, ¿pero cuáles bonos? Ahí hay que hacer una alta meta para ganárselo», manifestó Sara.

Una dirigente obrera, desde el anonimato, dijo que en la maquila, los usureros colocan gran cantidad préstamos y que «esto está relacionado con la miseria». Mencionó que en junio de 2023 se anunció con alarde  un aumento del 10% al salario, pero en realidad solo fue un 2% porque el resto ya estaba pactado desde antes. «¿Imagínese cuánto es un 2%?, es una miseria», dijo.

Los privilegios del sector empresarial maquilero contrastan con la precariedad de sus empleados. La sindicalista mencionó que las manufacturas nacionales que también confeccionan ropa y «pagan un salario bastante más alto [que el capital extranjero], les tiene que quedar ganancia, nadie trabaja para que lo miren. Entonces, la maquila está haciendo un negocio redondo encima que paga un salario más bajo que la manufacturera nacional, pues tampoco paga impuestos», afirmó.

La defensora de los derechos  laborales de la clase obrera opinó que estar a merced de este tipo de créditos «es una forma de desprotección para la población trabajadora, que está en alto riesgo. Aquí las autoridades, la Constitución de la República y el Código de Trabajo los usan de papel higiénico».

Virginia también tiene una visión de género en la precariedad que se vive en la maquila: «Hay mucha madre soltera, este es un problema de sociedad, porque hay tanto hombre que tiene hijo que no paga  manutención», dijo. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el 38% de los hogares en Honduras—alrededor 800,000—  tienen jefatura femenina.

Los colombianos

 

En el centro de San Pedro Sula y en otras ciudades satélites del Valle de Sula, opera otro grupo en el negocio de la usura, los colombianos que prestan dinero a altos intereses a comerciantes individuales o pequeños emprendedores. Tener una fuente de ingreso para pagar es un requisito para obtener el crédito. No se encontró referencias de que presten a personas asalariadas.

 

Ellos captan a sus clientes ofreciendo mediante «sus agentes» préstamos inmediatos y que se pagan a diario, se denominan «gota a gota». A diferencia de los préstamos que operan en la maquila, los que manejan los colombianos sí tienen caducidad.  Sin importar la cifra, que puede ser desde mil lempiras a medio millón, debe ser pagada en 25 días a partir del día en que se entrega el dinero.  Según Samuel, que tuvo un préstamo con «los colombianos», por cada mil lempiras que se reciben hay que pagar 350.   Esta cifra no parece grosera cuando se divide la suma del capital y los intereses entre 25 y resulta que por cada día las personas que tienen un préstamo tienen que pagar 54 lempiras.

 

Los préstamos ilegales de los colombianos comenzaron a proliferar entre 2014 y 2015, pero alcanzaron su mayor operatividad en 2018, cuando la pobreza en Honduras alcanzaba el 60%. Otro escenario que hace al país un terreno fértil para los colombianos y sus créditos es  que el 70% de economía es informal, miles de estos negocios y comerciantes no tienen acceso a créditos en el sistema financiero nacional, que pide desde antigüedad del negocio hasta contar con avales y respaldo de activos en caso de no pagar la deuda.

 

Las autoridades tienen información de cómo y donde opera esta red de colombianos, pero no actúan porque no hay denuncias al respecto, así lo dijo el oficial Ronald Posadas, de la vocería de la Policía Nacional en el norte del país. «Las investigaciones apuntan a que la mayoría de los comerciantes del Barrio Medina [San Pedro Sula] trabajan con ese dinero, pero nosotros no hemos recibido una denuncia formal de estas personas y sin tenerla nosotros no podemos ir a inspeccionar algunos negocios. Las investigaciones están, sabemos qué grupo organizado presta ese dinero y en qué lugar lo están prestando, pero no tenemos denuncias» informó Posadas.

 

Posadas aseguró que en el comercio informal, «optan por pedir préstamos a esta gente porque en los bancos les cobran un interés alto y piden algunas garantías. Ellos optan por trabajar con dinero del crimen organizado, que no está en ningún banco, circula en efectivo», explicó. La apreciación del oficial acerca de que estos préstamos son más baratos que en la banca nacional es común, pues al pagar diariamente una cuota da la impresión de que el interés simple que aplican no es tan alto, pero en realidad podría calcularse en 200% o más anualmente. Es difícil hacer un cálculo, el crédito debe ser pagado en 25 días.

 

Efraín Rodríguez, dirigente de la  Asociación Nacional de la Micro y Pequeña Industria de Honduras (Anmpih), manifestó que en el Gobierno anterior los pequeños empresarios tenían la opción de obtener préstamos a bajos intereses con el programa Crédito Solidario, pero que durante la administración de Xiomara Castro no tiene fondos asignados. «Ahora han buscado créditos con particulares porque no hay otra opción de créditos para ellos, ya les mencionamos en Tegucigalpa que deben busquen un programa alterno si no van a tener el mencionado, lo que deben es corregir ese tema por préstamos políticos, eso no está bien, ahora incluso al Servicio Nacional de Emprendimiento y de Pequeños Negocios (Senprende) lo han debilitado», manifestó.

 

Senprende es una institución del Estado dedicada al apoyo de los emprendedores en asesoría técnica, temas financieros, formalización de negocios y el acceso a mercados, cuyo objetivo, según la web es, es potenciar el desarrollo económico sostenible del país mediante la generación de oportunidades de emprendimientos, empleos, acceso a mercados y producción de valor agregado.

 

Rodríguez detalló que el Crédito Solidario tenía un interés anual de 12%, pero ahora, en su opinión, el microempresario no tiene quién le preste. Agregó que hay unas 20 mil solicitudes solo del norte del país, pero el programa está detenido, «esta gente, al no encontrar [créditos] caen con los prestamistas particulares. Son micros del comercio, que compran y venden a diario, con tasas de interés del 20% cada 25 días, algunos préstamos tienen intereses hasta del 20% diario, es que en la mañana le prestan mil lempiras y en la tarde tiene que devolver 1,200, es terrible», afirmó.

 

El dirigente de la Mipymes contó que han solicitado al Gobierno que se reactive este programa de crédito o se estructure uno alterno para cubrir esta necesidad de créditos blandos,  «porque vemos que este Gobierno está esperando al otro año para hacer algo bueno con eso del tema electoral, como que están acumulando recursos y que la gente diga “este Gobierno sí es bueno”, pero mientras tanto, tiene casi todo dormido».

 

Rodríguez manifestó que la actividad económica en el país ha disminuido mucho, sobre todo después de la pandemia y que la reactivación no ha sido como se esperaba. Destacó también que a la banca comercial no le interesa prestarle a las Mipymes, «prefieren prestarle 10 millones a una empresa, que prestarle 10 mil a este microempresario, entonces ellos [la mediana empresa] acaparan hasta el 90% de cualquier programa de Gobierno orientado a la microempresa, por eso estamos pidiendo que haya una separación de los fondos, micro y pequeña aparte y la mediana aparte, al final no llega».

 

Eduardo Facussé, presidente de la Cámara de Comercio e Industria de Cortés (CCIC), sostiene que las opciones de financiamiento formal para la Mipymes son muy pobres y entre estas alternativas aparecen las microfinancieras, pero los préstamos son caros y la mayoría de estos requieren que las empresas estén formalizadas. 

Honduras tiene aproximadamente un 70% de las empresas en la informalidad, para Facussé la respuesta para que haya este alto porcentaje sin formalizarse está en lo que él llama un mercado raquítico. «La economía nuestra es tan pobre que no da, aunque se quiera vender, no se puede. Si querés vender algo, tiene que ser de necesidad, de lo contrario no vas a vender. La mayoría de las Mipymes tratan de vender cosas que no son de primera necesidad y lógicamente fracasan, pero la razón es que no hay mercado», dijo. 

Agregó que «Un producto fuera de lo normal, habitualmente fracasa, porque el mercado es tan pequeño, tan raquítico que no funciona. No hay campo para poder operar, si no vendés algo básico tu mercado es raquítico. Ese es el problema». Y la posibilidad de fracasar redunda en pocas fuentes de financiamiento, volviendo esta relación un círculo vicioso. «El banco sabe que es muy probable que fracase la Mipyme, entonces no lo oxigena, porque dice “que el mercado que tiene es demasiado pequeño y no me interesa tomar el riesgo”, eso es lo que sucede en la realidad», explicó Facussé. 

Sobre la existencia tan evidente y frecuente de la usura, el empresario deja la responsabilidad al Gobierno para poder regular los abusos. «Se necesita la intervención y regulación del Gobierno. Nosotros hemos solicitado encarecidamente eso, que el Gobierno se meta a regular estas cosas, pero poco les interesa. Me asusta cómo la Comisión Nacional de Banca y Seguro no atiende estas cosas. Hace caso omiso». 

La falta de acción del Estado, la pobreza endémica y las trabas para acceder a créditos blandos propician condiciones ideales para que las organizaciones dedicadas a la usura tengan clientes y espacios ilimitados en Honduras.  En las estadísticas publicadas por la Policía Nacional no hay ninguna denuncia o captura por este delito. Hay impunidad total pese a que es de conocimiento público cómo funcionan estas estructuras. La mayoría de personas que accede a estos créditos busca cubrir necesidades, aunque con ello ingrese en un mundo de extorsión, amenazas y ganancias enormes para los prestamistas.

 

*Este reportaje no está firmado por un solo autor, ya que además de ser un trabajo en equipo y cuya responsabilidad recae sobre el medio, en este caso hemos decidido no atribuir al autor por razones de seguridad

*Los nombres en este reportaje fueron cambiados para proteger la identidad de las víctimas.

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