En medio de acciones cuestionables atribuidas a la Fuerza Nacional Anti Maras y Pandillas (FNAMP), cuya administración pasó de manos del Ejército a la Policía Nacional y que se vio involucrada en el caso de la muerte de Wilson Pérez, un aficionado del Club Real España, señalado por la Policía de pertenecer a la Mara Salvatrucha, la discusión sobre seguridad pública se llevó a redes sociales y se encendieron algunas alarmas después de que la viceministra de Seguridad de Honduras, Julissa Villanueva, planteó en su cuenta de Twitter que el Gobierno de Honduras debería adoptar el «Plan de control territorial» del presidente de El Salvador, Nayib Bukele. En un Twitter Space organizado por Contracorriente, se debatió sobre este tema.
Texto: Jorge Paz Reyes
Fotografía: Jorge Cabrera
La reanudación de los operativos por parte de la Policía Militar del Orden Público (PMOP) en las calles de Tegucigalpa, sumado al asesinato del barrista Wilson Pérez en un presunto enfrentamiento entre pandilleros y miembros de la Fuerza Nacional Anti Maras y Pandillas (FNAMP) en San Pedro Sula, pintan una imagen de la seguridad pública sombría e incierta en Honduras.
El nuevo Gobierno de la presidenta Xiomara Castro prometió una estrategia diferente a la del expresidente Juan Orlando Hernández, quien le apostó a la militarización de la seguridad pública. Sin embargo, la promesa de desmilitarizar y promover una «Policía Comunitaria» aún no se cumple. La incidencia de crímenes de alto impacto y extorsiones continúa estremeciendo a la sociedad y esto ha llevado al pueblo Hondureño a exigir un plan de seguridad pública nuevo y eficaz.
La PMOP fue creada cuando Juan Orlando Hernández fue presidente del Congreso Nacional (2010-2014). Esta semana, según recoge Radio Progreso, el actual secretario de Defensa, José Manuel Zelaya Rosales, indicó que la PMOP no desaparecerá sino que será reorientada a «realizar tareas de lucha frontal contra el narcotráfico».
En El Salvador, a dos años de que el presidente Nayib Bukele irrumpiera por la fuerza en las instalaciones de la Asamblea Legislativa acompañado de un grupo de soldados armados para exigir la aprobación de un préstamo millonario para el «Plan de control territorial», eje central de su estrategia de seguridad, la historia del crimen organizado y la seguridad ciudadana en El Salvador ha tomado un giro radical. Al «Plan Control Territorial» –que permanece secreto– le atribuyen la aparente reducción de homicidios en los últimos meses. Mayo se presentó como el mes más seguro en los recientes años con 17 homicidios en 31 días y se han registrado varios periodos de días continuos con cero homicidios.
En el Triángulo Norte de Centroamérica, conformado por El Salvador, Honduras y Guatemala, en donde se comparten problemas similares en seguridad, el Plan Control Territorial en El Salvador asombra a muchos que ven la estrategia de mano dura y militarismo del presidente Bukele como una vía viable hacia la paz. En Honduras, la situación actual de crimen pone a El Salvador como un claro ejemplo de cambio, y muchos se preguntan: ¿y por qué aquí no?
La subsecretaría de Seguridad, Julissa Villanueva, compartió un video apologético que enumera los logros en seguridad del Gobierno de Nayib Bukele y tuiteó: «¿Cómo contrarrestar la violencia en Honduras? Cómo lograrlo en un país que se transformó en un NarcoEstado? El respeto a ddhh es fundamental. ¿Qué podemos aprender de los hermanos salvadoreños? Revisemos el Plan Control Territorial y Adaptemos +».
¿Cuál es el secreto del Plan Control Territorial?
A simple vista, el Plan Control Territorial parece tener una estrategia única, que ha conseguido consolidar una tranquilidad absoluta en las calles de El Salvador. Sin embargo, la efectividad de Bukele y su estrategia anti mara y pandillas no parece ser tan extraordinaria.
Carlos Martinez, periodista del periodico El Faro y quien reveló la verdad del plan de seguridad de Bukele que involucra una fallida negociación con pandillas, explica que en realidad el Plan Control Territorial no tiene nada sorprendente. Desde que el presidente Bukele anunció su plan de seguridad en 2019, lo único que compartió fue el nombre y pocos datos más. El mandatario afirmó que el plan tenía que permanecer clasificado –el 90% debería mantenerse secreto, ya que ello dependía si funcionaba o no.
«Oficialmente los Salvadoreños no conocemos ese plan (Control Territorial), simplemente el presidente le atribuyó la impresionante reducción de homicidios desde su llegada», explicó Martinez en el Twitter Space.
Sin embargo, cuando el plan se filtró, periodistas y expertos políticos salvadoreños rápidamente se dieron cuenta de que el Plan Control Territorial no tenía ninguna diferencia sustancial con los planes de seguridad de administraciones anteriores. «No tiene componentes extraordinarios», expresó Martinez, quien explica que no había nada en el documento obtenido que indicara una estrategia única contra la violencia de maras y pandillas.
Entonces, ¿qué es lo que está marcando la diferencia en la reducción de homicidios? Para Carlos Martínez el secreto del aparente éxito excepcional del Plan Control Territorial es que dentro del secreto hay otro secreto. Periodistas salvadoreños, como Martínez, descubrieron que, desde la llegada de Bukele a la alcaldía de San Salvador, el presidente mantiene «canales de diálogo y negociación con las pandillas, la mara salvatrucha y la pandilla 18».
En una investigación más profunda, Martinez explicó que el periódico El Faro logró conseguir los detalles de las negociaciones entre las maras y el Gobierno. Entre las negociaciones se conoce que el Gobierno prometió el acceso de agentes criminales a cárceles de máxima seguridad para sostener reuniones con miembros de maras y la liberación de alto líderes –como el líder Elmer Canales Rivera, alias Crook, de la mara salvatrucha– a cambio de mantener un perfil bajo, un número de asesinatos bajos y la movilización de bases y familias para apoyo electoral.
«La reducción sostenida de asesinatos se debe a componendas y acuerdos secretos con estas organizaciones criminales como la mara salvatrucha y la pandilla 18», concluyó Martínez.
¿Por qué la ola de arrestos?
Las negociaciones detrás de la estrategia del presidente Bukele no concuerdan con su imagen de mano dura y las oleadas de arrestos de los últimos dos meses. El presidente Bukele atribuye los arrestos –más 30,000 en tan solo 50 días– a su Plan Control Territorial . Pero al igual que con la reducción de homicidios, Martínez sostiene que la verdadera razón detrás de los arrestos tiene más que ver con una traición.
En el Twitter Space, Martinez elaboró que, él junto a otros periodistas, consiguieron grabaciones de conversaciones secretas entre pandilleros y funcionarios salvadoreños donde miembros de la mara salvatrucha expresan que el Gobierno de Bukele había traicionado el pacto al arrestar miembros de alto rango del grupo criminal. El quiebre del pacto llevó a la mara salvatrucha a emprender una «cacería humana al azar» que dejó a El Salvador con 87 muertos en el fatídico fin de semana de Marzo 25.
«El Gobierno salvadoreño se puso a jugar poker con la mara salvatrucha, y cuando el juego salió mal lo pagaron con su vida 87 personas», explicó Martínez.
Después de ese fatídico fin de semana, la Asamblea Legislativa aprobó un régimen de excepción a pedido del presidente Bukele y desde entonces la ola de arrestos no ha parado. Carlos explica, que después que el pacto se quebró, el presidente Bukele se enfocó en no dejar que la maras se reagrupen y reorganicen. Con el régimen de excepción, la Policía y las Fuerzas Armadas han podido arrestar a cualquiera sin tener que pasar por un procedimiento legal y proveer ningún derecho judicial.
Carlos Martinez advirtió que esta política de mano dura es una «estrategia reactiva» y no es parte del Plan Control Territorial. Al final los que sufren más en ambos frentes es el pueblo salvadoreño –por un lado, con la violencia de las pandillas; por el otro, con el régimen de excepción.
¿Funcionaría implementar la visión Bukele en Honduras?
A pesar que la verdad detrás de reducción de homicidios en El Salvador es más sombría de lo que parece, a simple vista la estrategia Bukele continúa atrayendo a muchos hondureños que anhelan vivir en tranquilidad. El empuje de una política de mano dura junto a las cifras de días consecutivos con cero homicidios crean una imagen de El Salvador que se desea replicar en Honduras.
El analista Tiziano Breda, de la organización Crisis Group, explica que cuando se trata de la estrategia de seguridad de Bukele hay varios aspectos que tienen que considerar y ver qué se puede implementar.
Breda concuerda con Martínez en que en realidad el Plan Control Territorial no tiene nada diferente a los planes de administraciones anteriores. Sin embargo, él explica que cuando se trata de la implementación sí hay aspectos de la administración de Bukele que marcan la diferencia. Una de las diferencias es en la intervención de la juventud, donde el plan ha impulsado la formación de centros de alcance conocidos en El Salvador como CUBOS –Centros Urbanos de Bienestar y Oportunidades– que proveen «centros de cómputos, acceso a internet, áreas de juegos y otras actividades». Breda explica que algo similar se encuentra en Honduras con programas de USAID.
Otra diferencia, aún más relevante ahora que el presidente Bukele ha lanzado un régimen de excepción, es el fortalecimiento de las instituciones de seguridad como la Policía Nacional Civil y las Fuerzas Armadas. Breda explica que dentro de la implementación del Plan de Seguridad hubo mejoras a las fuerza de seguridad, como nuevos bonos y hasta se le duplicó el salario a las Fuerzas Armadas. Estos aspectos, según Breda, representan una diferencia en comparación con gobiernos anteriores, sobre todo estrategias diferentes.
Sin embargo, para Breda, la estrategia secreta del presidente Bukele de negociar y arrestar es algo complicado de replicar en Honduras debido a los diferentes contextos de cada país. «No solamente hay que ver la política, sino también las configuraciones institucionales y también criminales», explica Breda.
A pesar que la mara salvatrucha y la pandilla 18 se encuentran en Honduras como en El Salvador, su configuración es diferente. Breda explica que en El Salvador, por ejemplo, la mara salvatrucha y la pandilla 18 mantienen una presencia casi «ubicua» y «hegemónica» en todo el país. Mientras que en Honduras existe una variedad en la concentración y en los grupos criminales.
Breda recalca que en el contexto de Honduras hay estructuras criminales con una «participación mucho más activa en actividades que la extorsión», así como también en el movimiento de la droga. Por lo tanto, a criterio de él, el problema de homicidios no se puede abordar como se ha hecho en El Salvador debido a que en Honduras no se centraliza solamente en dos grupos criminales.
Las instituciones de seguridad también varían, especialmente después de la militarización de la seguridad pública. A diferencia de El Salvador, que solo posee dos cuerpos de seguridad –La Policía Nacional Civil y las Fuerza Armadas—, Honduras además de contar con un Ejército y una Policía civil, también posee múltiples grupos de seguridad como las Fuerzas Anti Maras y Pandillas y la Policía Militar del Orden Público. Esto, explica Breda, complica las interacciones entre pandillas y oficiales ya que se ha visto la filtración de intereses criminales dentro de las fuerzas.
Antes de pensar en qué medidas funcionan en contexto hondureño, Breda recomienda que primero se habría que reorganizar instituciones y mapear bien el panorama y las dinámicas criminales. Él, al igual que Martínez, considera que las recientes acciones de Bukele son más reactivas que planeadas y «difícilmente van a ser sostenibles».
¿Por qué nos atrae la «mano dura» y cuáles son los peligros?
En el Twitter Space, Breda y Martinez coinciden en que la política de mano dura es producto de la decepción de la población ante el abandono estatal. Breda explica que, debido a la historia de Centroamérica, es normal que la política autoritaria sea algo recurrente. Martínez explica que «nuestras poblaciones no están acostumbradas a recibir justicia de otra manera». El síndrome Bukele atrae simplemente por dar lo que un pueblo cansado tanto desea: un cambio en el panorama.
Sin embargo, se ha vuelto claro que al final el que sale perdiendo es el pueblo, especialmente los grupos marginados. Como Martínez explica, Bukele provee venganza pero no necesariamente tranquilidad. «Por supuesto en esta jornada de capturas han detenido a muchísimos pandilleros pero también han capturado a muchísima gente inocente solo por su apariencia», menciona.
Las consecuencias de la política de mano dura también impactan con disparidad. En la discusión, Breda y Martinez resaltan que los que sufren más la ley de excepción son comunidades marginadas porque son los que tienen más que perder. Sin recursos ni privilegios, los único que tienen son sus derechos, y bajo una ley de excepción hasta eso pierden.
Tiziano Breda explica que la administración de Bukele ha conseguido controlar el crimen a un nivel aceptable, especialmente en las cárceles. Pero recalca que han habido «bastantes avances a costas de bastantes derechos». Y afirma que la transparencia de los avances y cero homicidios del presidente Bukele también podrían ser especulativos.
La discusión del Twitter Space concluyó con una imagen de El Salvador mucho más compleja de lo que se pensaba. El Plan Control Territorial no provee mucha esperanza a Honduras y nos deja aún más preguntas acerca del futuro de la seguridad pública Hondureña, la transparencia de la administración de Bukele, y el autoritarismo Centroamericano.