Anselmo tiene 22 años y junto a Daisy de 16 años esperan su primer hijo. Anselmo quedó desempleado hace cinco meses, Gildan —la empresa maquiladora para la que laboraba y donde trabajaba en el formato de 4×4 y ganaba el salario mínimo—, lo despidió tras cuatro meses de empleo con la promesa de contratarlo de nuevo cuando la pandemia por Covid-19 se termine, desde entonces, Anselmo trabaja de lo que sea que pueda encontrar para poder sostener a su familia, pero las inundaciones provocadas por las lluvias de la tormenta tropical Eta no solo han dejado sin esa posibilidad a Anselmo, también lo han dejado a él y a Daisy albergados en una escuela donde el censo del Comité de Emergencia Municipal de Puerto Cortés, indica que los damnificados son alrededor de dos mil.
La familia Chávez compuesta por 17 personas, 10 de ellos menores de edad, también están albergados en la Escuela Francisco Morazán, esta familia lo perdió todo, no han podido rescatar nada porque la crecida del río les sorprendió.
En esta escuela las personas se acumulan y las medidas de bioseguridad no existen, los Chávez cuentan que nadie les ha hecho pruebas para detectar Covid-19, un protocolo que según Copeco han estado cumpliendo en los albergues del país.
En la comunidad de Los Cruces, las calles están inundadas al punto de cortar el paso, el agua lo cubrió todo, y las personas de la comunidad perdieron sus pertenencias. Flor es una joven de 24 años que también es madre soltera, que para construir su pequeña casa sacó un préstamo, para poder trabajar sacó otro préstamo, pero con la inundación que provocó el aumento del caudal del río Chamelecón, lo perdió todo. Ahora, Flor y sus hijos no tienen más que una casa llena de lodo y un préstamo que pagar a un banco que no dejará de cobrarle a Flor la cuota mensual.
Los habitantes de la comunidad de Baracoa ahora temen que de persistir las lluvias y la crecida del cauce del río Chamelecón ante la llegada del Huracán Iota, el puente bailey que comunica la comunidad con la carretera hacia Puerto Cortés, terminará cediendo, dejándolos incomunicados.
Este antiguo campo bananero, convertido ahora en una plantación de palma aceitera, se debate entre la evacuación total por la amenaza que significa el huracán Iota y la de resistir hasta el último momento con el riesgo de quedar atrapados por el agua. El Cuerpo de Bomberos, la Cruz Roja Hondureña y la Fuerza Naval de Honduras, han estado realizando labores de rescate y evacuación, pero algunos de los rescatistas aseguran que hay personas que no han querido abandonar sus casas por temor a perder sus pertenencias por robos y no por la posible inundación.