El municipio de La Lima es uno de los lugares más afectados luego de que la tormenta tropical Eta provocara inundaciones en todo el Valle de Sula, en el norte del país, haciendo que los recuerdos del huracán Mitch vuelvan a la memoria de quienes atravesaron el trauma de haberlo perdido todo en 1998.
La noche del 12 de noviembre, Santiago Motiño, alcalde del municipio de La Lima, realizó un Facebook Live, mientras fumaba un cigarro, para alertar a la población del municipio sobre la posibilidad de que La Lima volviera a sufrir inundaciones en los próximos días, como las que sufrió la semana anterior. «No estamos para llorar por la leche derramada, nadie es culpable, somos culpables todos y cada uno de nosotros por aferrarnos a nuestros aposentos», dijo Motiño, mientras fumaba y narraba los hechos de la devastación en el municipio donde él es la máxima autoridad.
En la colonia Canaán las personas lo perdieron todo. Así lo cuenta entre los restos de lo que antes era su casa, Rey, un hombre de 72 años, que lamenta lo sucedido mientras ve cómo toda su ropa está llena de lodo y agua. «Nos acostamos creyendo que el agua no iba a llegar», dice, y el agua sí llegó y lo inundó todo. Jenny de 34 años es la nuera de Rey, ella y sus tres hijas vivían frente a la casa de Rey y su esposa. Jenny ha vuelto a su casa, pero ni siquiera intenta rescatar algún electrodoméstico o su cama, todo por lo que ha vuelto es por las fotografías de su hijo y su esposo, quienes hace un año fueron asesinados, y cuando las tiene en sus manos ella y sus hijas salen de los escombros de su hogar.
La Lima luce devastada tras el paso de la tormenta tropical Eta, dejando en evidencia la frágil infraestructura del municipio y la poca capacidad del Gobierno hondureño por resolver las condiciones actuales del municipio.
Seferina Lara, de 96 años, vive sola desde hace 20 años y ha quedado en silla de ruedas, reside en la colonia Los Ángeles, del municipio de La Lima, donde ha vivido desde 1964. Luego de que el agua invadiera su hogar, tras el paso de la tormenta tropical Eta, esta anciana está a la espera de que alguien la ayude a evacuar. Si vuelve a llover y si nadie le ayuda, Seferina, sus gallinas y su gato —cuenta ella desde el temor— morirían ahogados. Seferina no tiene agua potable desde hace dos semanas y nadie del Gobierno le ha ayudado. Ella los ve pasar frente a su casa y les pide ayuda pero esa ayuda jamás llega, explica. Come porque la gente que pasa frente a su casa le da comida.
Hace 20 años que tres de sus cuatro hijos migraron hacia Estados Unidos, pero desde entonces no ha sabido nada de ellos, no sabe —dice— si están vivos o muertos. Antes de quedar en silla de ruedas, Seferina trabajaba como vendedora ambulante y con este trabajo crió a sus cuatro hijos, uno de ellos está muerto y los otros tres desaparecidos en la ruta migratoria. Hace cuatro años que Seferina no ha vuelto a trabajar confinada a la silla de ruedas, ahora vive de lo que la gente que pasa frente a su casa le da.
Otra de las colonias severamente afectadas por las lluvias provocadas por la tormenta tropical Eta es la 23 de septiembre, a la orilla de la CA-13 que conduce hacia la ciudad de San Pedro Sula. Allí, al menos unas doscientas familias resultaron afectadas por las inundaciones y ahora permanecen sobre la mediana de la carretera en algo que recuerda mucho a un campamento de refugiados.Las personas que no están aquí han salido huyendo del municipio después de que se declarara zona cero en el Valle de Sula y luego de que la tormenta tropical Eta devastara al municipio.
Copeco ha alertado de la posibilidad que en las próximas horas otra tormenta tropical afecte más al debilitado territorio del Valle de Sula, el más fértil del país.