En las orillas del río Choluteca, en un playón a manera de ganarle territorio al río, allí está el parqueo del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS). En este playón vive Alex, un hombre de 43 años que hace 15 días enterró a su padre, con quien vivía en una casa improvisada de madera. Alex vive de recoger botellas de plástico y de cuidar y lavar carros en el parque del IHSS. A Alex la Policía Nacional le ha dicho que debe evacuar su casa, que debe salirse porque no se sabe qué tanto pueda soportar el playón donde está ubicada, pero se niega a salir, porque es lo único que tiene en la vida, porque no tiene familia –esposa, hijos–, porque está solo.
–Vivo aquí desde hace muchos años. –Me dice, como alguien que puede darse el lujo de pensar en los años.
–¿Cuántos es mucho? –Insisto.
–Hace diez años, desde que ganó Callejas…
Rafael Callejas, otro presidente nacionalista, ganó las elecciones presidenciales en 1989. Este playón donde vive Alex quizá existía, quizá no. El Huracán Mitch-que azotó por estas fechas hace 20 años- borró barrios, movió personas, provocó una especie de país en suspenso. Lo que ahora está pasando por Honduras está lejos de tener la magnitud del Mitch, pero la fragilidad de una ciudad que parece hundirse con la mínima lluvia, deja al descubierto que nada es seguro en el futuro inmediato de los capitalinos.
La Comisión Permanente de Contingencia (COPECO) ha declarado alerta roja para los departamentos de Francisco Morazán, Valle y Choluteca. El resto del país está bajo alerta verde. El Presidente Hernández ha dicho que las personas que se encontraban de vacaciones debido al feriado morazánico, deben tomar precauciones, que la carretera de retorno desde el norte del país no es segura después de las 5:30 de la tarde, que viajen a menor velocidad, que tomen nota de los números de contingencia. Nada es seguro en el futuro inmediato de los capitalinos que vacacionaban, sólo que están varados en la carretera.
Las lluvia sigue. Seguirá lloviendo al menos por 48 horas más, y las escuelas de los barrios más pobres y vulnerables de Tegucigalpa comienzan a ser utilizados como albergues. Yarida Reyes, encargada de Protección Civil del Comité de Emergencia Municipal, ha llegado hasta la Colonia Las Brisas, en la Escuela Toribio Bustillo, ella y su equipo han traído algo de víveres, algunas colchonetas, y nada más.
Según algunas cifras dadas por COPECO a medios de comunicación, las cifra rondaba las 150 personas. Un poco más, un poco menos, nadie sabe con certeza. Ni siquiera Yarida lo sabe. Ella estima que esta noche la cifra va a superar las 200 personas.
El futuro inmediato es incierto para los ciudadanos más pobres en los barrios más vulnerables de la ciudad de Tegucigalpa. La lluvia sigue cayendo, el río Choluteca sigue creciendo. Y nada se sabe sobre lo que pueda suceder en las próximas horas.