Cronistas de la cotidianidad

Cronistas de la cotidianidad

Una pijama

Hace algunas semanas anduvimos en busca de pijamas, pues las que teníamos ya se habían convertido en trapos para limpiar. Los pantalones que aún se podían usar los estábamos guardando para la hermana menor, y los disponibles, pues ya servían más para cruzar un río, es decir, a mitad de pierna.

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Con los cambios, se llega a un acuerdo

Este año se resume en un sustantivo simple y masculino: cambios. En él, me he perdido a mí misma y olvido constantemente dónde encontrarme; quizás en las resoluciones no cumplidas de enero, quizás en los pensamientos intrusivos, quizás en las miradas al espejo.

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El breaking: de las calles a las olimpiadas

En 2010, no teníamos dónde practicar nuestra pasión: el breaking. Entrenábamos en cualquier acera de los vecinos o incluso el pavimento, a veces en casas que habían sido abandonadas por familias desplazadas de manera forzosa en el sector Chamelecón de San Pedro Sula.

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Cortina de humo

De niña recuerdo a Tegucigalpa un poco más verde y fresca; hoy, veinte años después, está maquillada con tonos grises y líneas amarillas con las que señalizan calles y puentes.

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La ciudad de la furia al volante

No pude dejar de sentir un sudor frío en mi cuerpo y una sensación de pesadez, como si me cubrieran con una bolsa oscura grande desde la cabeza a los pies, asfixiando mi respiración y estrujando mis pulmones, sintiendo los latidos de mi corazón y creando un hueco en mi estómago; podría ser un golpe de calor infernal.

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Zapatos en la calle

Eran las cinco de la tarde y estaba por salir del edificio donde trabajo. Tenía planeado regresar a la casa donde me estoy quedando por algunos días mientras trabajo en Tegucigalpa. En un domingo sin tráfico estaría ahí en cinco minutos, pero era viernes y, por supuesto, el tráfico era infernal.

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