Fotografía y texto: Fernando Destephen
Emiliana Pérez, de 55 años, permanece en su local de venta de ropa en el mercado La Isla, cuidándolo, porque asegura que, aunque no hay ventas, ha surgido el rumor de que los locales que no estén abiertos serán reasignados. Mientras ella se queda en el local, su esposo sale a vender la mercadería a la calle, donde se vende un poco más que dentro del mercado.
La Isla ya no tiene el vaivén de personas de hace algunos años; se perciben los efectos de la mala situación económica. Lety Benedict, de 54 años, dueña de una tienda de abarrotería en el primer piso del mercado, habla del aumento de los frijoles, mientras la Fiscalía del Consumidor llega a realizar un operativo.
«Le voy a decir que desgraciadamente se han aprovechado de los precios [de los frijoles]», expresa, «porque la semana antepasada compré a 3,400 y hoy me cobraron 3,800 pesos; o sea que le han subido el 400 por ciento a la carga de frijoles. No sé por qué motivo, si hay escasez, si hay acaparamiento, no lo sabemos». Y agrega que no lo saben porque «ese elefante blanco de control de precios, eso no sirve», en referencia a las supervisiones de la Fiscalía del Consumidor.
El comportamiento en el precio de los combustibles afecta el precio de los 30 productos de la canasta básica familiar hondureña, que de acuerdo al Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep) cuesta 8,067 lempiras, pero para la Secretaría de Trabajo y la Asociación para la Defensa de la Canasta Básica de Honduras (Adecabah) el costo es de 13 mil lempiras.
El precio de los combustibles en Honduras es variable; hay aumentos y leves rebajas todas las semanas. Desde el 14 de agosto del 2023 y durante todo el año, el gobierno subsidió con 10.13 lempiras el precio del diesel y la gasolina regular; esta medida se extendió el 26 de febrero de 2024. Sin embargo, el golpe a la economía familiar sigue siendo fuerte, porque solo esos dos tipos de combustible son subsidiados por el gobierno.
Algunos de los productos de la canasta básica vienen de aldeas como El Guachipilín, El Ocotal, Lepaterique, entre otras comunidades fuera del Distrito Central, lo que implica para el productor un gasto en combustible y transporte, más el costo de estar atrapado en el tráfico del Distrito Central. En los mercados las quejas por los aumentos semanales son constantes, tanto de clientes como de dueños de locales. En las tiendas pequeñas o pulperías, los clientes se quejan: «Maje, los frescos van a aumentar dos lempiras. En lo que va del año llevan dos aumentos», dice un cliente molesto, y agrega: «Por este tipo de aumentos no hay quejas ni protestas, solo la normalización del aumento».