Texto y fotografías: Jorge Cabrera
Suyapa López ha venido al Hospital Psiquiátrico Mario Mendoza desde La Esperanza, Intibucá, acompañando a su hijo Roberto, de 32 años, quien sufre de esquizofrenia, y en uno de sus más recientes episodios estuvo a punto de lanzarse a un río por las voces que escucha en su cabeza.
Mientras espera a que den de alta a su hijo, Suyapa cuenta que cuidar de una persona con un trastorno mental también ha deteriorado la suya; asegura que la falta de ayuda del Estado hondureño para las personas que viven con trastornos mentales, como es el caso de su hijo, le ha ocasionado depresión y desesperanza.
La ansiedad y la depresión, sobre todo en niños y adolescentes de Honduras, han tenido un aumento preocupante. Los psiquiatras del Hospital Mario Mendoza de Tegucigalpa a diario atienden al menos a uno o a dos adolescentes entre los 10 y 17 años que han tenido intentos suicidas. La mayoría presentan cuadros de depresión grave, según información brindada por este centro hospitalario.
El 13 de enero de cada año se conmemora el Día Mundial de Lucha contra la Depresión, con el objetivo de sensibilizar y concienciar sobre esta condición de salud mental que afecta aproximadamente a 300 millones de personas a nivel mundial.
Alejandra Munguía, jefa del Servicio de Atención a Niños y Adolescentes del hospital Mario Mendoza, dijo que existe un importante aumento en los cuadros afectivos de depresión y ansiedad, los cuales se han incrementado a raíz de la pandemia, pero también le atribuyó responsabilidad al nuevo Gobierno. «Lamentablemente, a raíz de este nuevo gobierno también [ha habido un aumento], porque hay más migración, más desesperanza y más desestructuración familiar», explicó Munguía.
Munguía lamentó que hasta ahora en el centro psiquiátrico, para atender a niños y niñas solo cuentan con consulta externa, y carecen de un área de hospitalización. Si los menores pasan de los 16 años, explicó, se les hospitaliza en la Sala de Mujeres o en la Sala de Observación existentes en el mismo centro; si no, agregó, se ven obligados a ingresarlos en la Unidad Infanto-Juvenil del Hospital Santa Rosita, ubicado en el valle de Amarateca, al norte de Tegucigalpa.
Según los datos brindados por Mario Aguilar, director ejecutivo del centro psiquiátrico, el flujo de atención de los pacientes promedia a diario entre 200 a 250 personas, y las mujeres continúan siendo la población que más recurre en busca de ayuda.
Aguilar explicó que una de las razones por las cuales más mujeres buscan ayuda es que están más expuestas a la violencia en Honduras. Según datos del Centro de Derechos de Mujeres (CDM), el 2023 se registraron 369 muertes violentas de mujeres, mientras que en los primeros 10 días del 2024, 12 mujeres fueron asesinadas de forma violenta. El director agregó que las mujeres también se ven afectadas periódicamente debido a cambios metabólicos y hormonales, como la menopausia.
Según un resumen ejecutivo de la OPS sobre Masculinidades y salud en la región de las Américas, las expectativas sociales de los hombres para ser proveedores de sus familias, participar en conductas de riesgo, ser sexualmente dominantes y evitar discutir sus emociones o buscar ayuda, contribuyen a tasas más altas de suicidio, homicidio, adicciones y accidentes de tránsito.
Para los médicos psiquiatras no hay nadie exento de padecer un trastorno mental, si bien existen personas que pueden tener una predisposición genética, es decir, información en sus genes que contribuye a algunos padecimientos.
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la depresión es una condición comórbida frecuente que complica la búsqueda de ayuda y la adherencia al tratamiento . El trastorno no es un síntoma de debilidad, sino un problema de salud mental multicausal, desencadenado por factores genéticos, biológicos, ambientales y psicológicos. Algunos factores de riesgo son problemas económicos, laborales, pérdida o enfermedad de un ser querido, rupturas sentimentales, enfermedades preexistentes que pueden provocar síntomas dolorosos y la exposición a situaciones estresantes.
Uno de los factores más recurrentes de causa de trastorno mental es la violencia verbal y psicológica que nace en los centros laborales. El acoso laboral en Honduras se ha dado tanto en el ambiente privado como en el público. Tal es el caso divulgado en las redes sociales recientemente, en donde varios funcionarios públicos del Gobierno actual han denunciado ser víctimas de tratos denigrantes.
Sobran los ejemplos, desde diputados, directores de instituciones y altos funcionarios que han sido señalados de acoso, violencia laboral y agresiones; para el caso, los diputados Bartolo Fuentes y Mauricio Rivera, y los servidores públicos Leonel Gómez y Moisés Ulloa, entre otros. Uno de los casos más recientes en el tema de acoso laboral es el atribuido a la ministra Natalie Roque, titular de la Secretaría de los Derechos Humanos, quien se ha visto envuelta en controversias por supuesto maltrato a los empleados a su cargo. Ante los reclamos y cuestionamientos, la funcionaria ha negado esas acusaciones, al tiempo que en sus redes sociales se ha quejado del comportamiento de lo que ella denomina una «generación de cristal».
«Hasta yo me deprimo, mi hijo fue diagnosticado a los 15 años (hace 17 años) y no veo avances», dijo Suyapa, quien llevaba tres días en el hospital y se mostraba ansiosa por regresar a su casa.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 1.75 % del presupuesto nacional es para servicios de salud mental. De todos los gastos invertidos en salud mental, el 88 % está dirigido a hospitales psiquiátricos y el 12 % para servicios de salud mental no hospitalarios.
El pasado 2023, el presupuesto de la Secretaría de Salud fue de 26 mil 638 millones 801 mil 518 lempiras, lo cual representó un incremento de casi 2 mil millones de lempiras en comparación con el del 2022. En la actualidad, Honduras cuenta con apenas tres hospitales psiquiátricos: el Mario Mendoza, el Santa Rosita y el San Juan de Dios, de San Pedro Sula, este último de carácter no gubernamental.
En el sistema de salud mental privado, los pacientes pueden llegar a pagar unos 850 lempiras por terapia psicológica y más de 1,000 lempiras por asistencia psiquiátrica, la cual no incluye la medicación para tratar al usuario, según sea el tipo de trastorno mental.