Fotografías y texto: Jorge Cabrera
Frente al mar Caribe, a lo largo de kilómetros de una playa blanca, en la Moskitia hondureña, están abandonadas más de 160 champas que hace unos meses funcionaban como estaciones de trabajo para la pesca de medusas. Todas hechas con trozos de madera y techos de plástico, dañados por las fuertes ventiscas y constantes lluvias que azotan a la pequeña comunidad de Kaukira, en el departamento de Gracias a Dios.
Kaukira es un pedazo de tierra entre la laguna de Caratasca y el mar, un lugar de pescadores miskitos, pobres, aunque algunos han sabido hacer negocio con la pesca. A veces es un lugar milagroso, donde del mar llegan fardos de cocaína. De eso mucho se ha hablado, pero pocos saben que allí también la gente vive de la pesca de medusas, y que ahora una empresa, que algunos locales identifican como china, pretende quedarse con el «monopolio de la medusa».
En los últimos años, la llegada del COVID-19 y el impacto del cambio climático han repercutido en el negocio de la medusa, ya que se decretó una veda obligatoria para la pesca de medusa «bola de cañón», abundante en esa zona, y esto ha afectado a decenas de familias que apenas sobreviven de la pesca.
En las estaciones abandonadas trabajaban los habitantes de la zona, en su mayoría mujeres miskitas que procesaban medusas después de que los pescadores las extraían del mar; o al menos eso hacían a inicios del 2023, porque hoy, tras la veda, es un lugar desolado, rodeado de basura. Uno de los proyectos más afectados es el de Kauma, una empresa miskita que fue patrocinada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la organización Ayuda en Acción para incentivar la exportación de medusas y generar empleos en la zona.
Pasados un poco más de tres meses, los pescadores no pueden embarcarse para salir en busca de la tan preciada medusa. Los invertebrados no se muestran en el espejo de agua donde pueden ser capturados, debido a los cambios en el clima que han azotado la zona. Esta es la causa por la que muchas familias miskitas tienen que reinventarse para poder obtener ingresos económicos.
«Los fenómenos naturales nos han afectado desde septiembre del 2023. Las constantes lluvias hacen que el agua sea muy dulce, y eso causa que la medusa se esconda, o en este caso se sumerja», mencionó Edman Randy, biólogo marino de Kaukira.
Beatriz Witso, de 46 años, es madre soltera con cinco hijos. Su trabajo en la estación era separar el piño y la campana del invertebrado, y ganaba 20 lempiras por cada balde que hiciera en toda la jornada de trabajo, la cual podía durar de 12 hasta 24 horas, dependiendo de la temporada. El mal tiempo y la escasez de la medusa obligan a Beatriz a viajar a Puerto Lempira, donde le dan trabajo por días junto a los cortadores de árboles; esta vez, el trabajo consiste en preparar los alimentos para los madereros durante los días que se sumergen a los bosques frondosos de la Moskitia, recibiendo el pago de 250 lempiras el día.
«Es preocupante, me voy junto a varios de la comunidad porque no hay pesca de la medusa. Yo quisiera quedarme sabiendo que tengo trabajo despiñonando y estando cerca de mis hijos, ganando poco, pero en mi casa. La necesidad me hace buscar dinero para llevar alimentos a mi hogar», lamentó Witson.
Para Duval Cahill Haylock, presidente de Kauma, no solo es el cambio climático el que está afectando a quienes trabajaban y sobrevivían gracias a la pesca de medusa. Según Haylock, la empresa Payaku pretende tener el monopolio de la medusa. Payaku es una empresa cuyo nombre está ligado al regidor municipal en Puerto Lempira del Partido Libertad y Refundación, Jony Gilberto Varela Álvarez, según los portales de proveedores del Estado en donde Payaku aparece como licitante en varios procesos para compras en el sector salud. Varela es también el administrador del hospital en Puerto Lempira. Actualmente la empresa está a cargo de Kelvin Lee.
«Desde su llegada hace diez años, el empresario chino solo compraba para la exportación directa a los países asiáticos, pero actualmente, desde hace cuatro años se creó la estación única Payaku, donde realiza todo el proceso desde la pesca hasta los empaques; por esa razón, los 101 miembros de Kauma estamos construyendo nuestras propias instalaciones, para incrementar los ingresos, confiando que encontraremos un buen cliente, aunque aún no sabemos a cuánto está el precio internacional de la venta de medusa», dijo Haylock.
En marzo de 2023, la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, informó a través de sus redes sociales que había dado instrucciones al canciller Eduardo Enrique Reina para que gestionara la apertura de relaciones con la República Popular China.
Los acercamientos entre los gobiernos de Honduras y China son bien vistos por la población miskita, y aún más por Kelvin Lee, el representante de Payaku, ya que la empresa exporta cada seis meses unas 44 mil libras de medusa. Lee considera que la Dirección General de Pesca y Acuicultura (Digepesca) no debería de poner veda de la medusa, ya que «sale cuando está lista para ser capturada».
«Si podemos mandar la medusa o pepino de mar a China sin impuestos, ayuda al pueblo, en ese caso se puede aumentar precios a los pescadores», explicó Lee, agregando que la inversión en crear la estación única de Payaku fue de un poco más de tres millones de lempiras; a su criterio, esto fue lo más fácil y barato.
«Los gastos son más altos cuando hay que echar combustible a las lanchas, la maquinaria, el pago de envío de exportación y el pago de los empleados fijos», afirmó el representante, aunque no especificó el monto de ese gasto.
La medida de ordenamiento de la pesca de medusa en el Caribe hondureño aprobada en 2018 por la Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG), en el acuerdo n.° 185-2018. determina una cuota de captura de 6,550.256.7 libras, equivalente a 174,673.5 cubetas con una capacidad de 37.5 libras cada una, en salmuera; una cantidad sobrepasada por la empresa Payaku en las temporadas de mucha pesca, según Lee.
De acuerdo con el biólogo Edman Randy, cuando la pesca es buena, cada lancha puede llenar un mínimo de 60 canastas con medusas, con un valor de 50 lempiras cada una, lo que representa una ganancia semanal de entre 20 mil a 30 mil lempiras.
Gracias a Dios es el departamento más pobre, más vulnerable y de difícil acceso de Honduras. En las últimas décadas, la población miskita ha luchado a diario por la recuperación de sus territorios, enfrentando los constantes intentos de las multinacionales por explotar las aguas en busca de petróleo, circunstancias agravadas por el paso de drogas.
«Personalmente estoy en contra de que vengan a perforar en busca de petróleo. Imagine un derrame, aquí nosotros quedamos en la lipidia. Todos aquí vivimos únicamente de la pesca, y no solo La Moskitia sería afectada, hablamos de toda la costa hondureña», dijo Haylock.
En la playa caribeña donde se ubica la estación única de medusas de Payaku laboran en temporada alta unas 300 a 350 personas, entre lancheros, ayudantes, cuidadores y despiñadores. Sin embargo, el mal tiempo ha hecho que en la actualidad la empresa tenga solo diez empleados fijos, los cuales reciben las pocas medusas que encuentran los pescadores independientes, además de cuidar las instalaciones.
Intentamos hablar con el regidor Jony Varela, a nombre de quien ha funcionado la empresa Payaku, para conocer más sobre el negocio; sin embargo, no respondió a nuestras llamadas.