Honduras llegó a ser el país más violento del mundo en 2011 con una tasa de homicidios de 86,5 por cada cien mil habitantes. El tema de seguridad ha sido determinante para todos los gobiernos y de allí emanan múltiples acciones que determinan el éxito o el fracaso del mismo. A pesar de que los números de homicidios han bajado en los últimos doce años, en Honduras está la certeza en la gente de que el país es violento y sus instituciones son incapaces de enfrentarlo. La Morgue Judicial, el lugar adonde llegan los cuerpos sin vida de las personas víctimas de esta violencia, nos muestra un país que no puede —ni siquiera— con sus muertos.
Fotografias y Texto: Jorge Cabrera
Habitantes del Barrio Morazán de Tegucigalpa amanecieron el pasado 23 octubre 2022 rodeados de militares y policías por el hallazgo del cuerpo sin vida de una persona cubierta de sábanas en un predio baldío. «Anoche solo escuchamos gritos y por seguridad no salimos, solo se escuchó dos tiros (disparos), aquí lo mejor es no salir; entre menos veas, más vives», dijo Efrain Pérez, habitante de la zona que observaba el despliegue para el levantamiento de ese cuerpo que en las cifras terminó bajo la estadística de «muerte indeterminada».
Estas muertes indeterminadas también se traducen en un problema para la Morgue Judicial, muchos de estos cuerpos no son reclamados y las instalaciones de Medicina Legal no se dan abasto con los cuerpos que llegan víctimas de homicidios en Honduras.
De los 18 departamentos y 298 municipios de Honduras, el Ministerio Público apenas cuenta con tres morgues, ubicadas en las ciudades de San Pedro Sula, zona norte; La Ceiba, Caribe de Honduras, y Tegucigalpa, zona central. Las ciudades que más presentan homicidios. De igual forma, existen otras tres morgues móviles que se transportan donde se registran sucesos violentos.
Según la vocera de Medicina Forense, Issa Alvarado, es usual que cadáveres de personas asesinadas ingresen en calidad de desconocidos. Posteriormente se inicia un proceso con la identificación científica de estos cuerpos ya sea por fotograma, autopsia o ADN, o se solicita la presencia de un familiar para que lo reconozca. Esto último no siempre se logra.
De acuerdo con cifras de la Policía Nacional, Honduras cerró el año 2021 con 3941 homicidios, que dieron una tasa de 42.36 por cada 100 mil habitantes. Hasta septiembre de 2022, las cifras oficiales registran 2,592 homicidios, 377 menos en comparación con nueve meses del año anterior, que cerró con un promedio diario de 10.8 muertes violentas y que, ahora, se ha reducido a 8.7 homicidios al día.
Los homicidios múltiples o masacres registraron un aumento de 2,5 % en los primeros seis meses de 2022 en comparación con el mismo periodo del año anterior; 9 de cada 10 víctimas de homicidios múltiples son hombres y 6 de cada 10 homicidios múltiples ocurrieron en el área urbana. Los jóvenes entre 18 y 30 años continúan siendo las principales víctimas de homicidio (41.4 % del total de víctimas). Las armas de fuego siguen siendo la principal arma usada en los homicidios en Honduras, su uso alcanza al 77.6 % y 68.3 % en hombres y mujeres respectivamente, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)
El 30 de agosto 2022, la presidenta Xiomara Castro publicó en redes sociales sus felicitaciones a la Policía Nacional por una supuesta reducción de la violencia en Honduras: «Quiero comenzar reconociendo algunos de los logros de la Policía Nacional y cambios que, paso a paso, darán resultados en la nueva estrategia de seguridad, después de 12 años en que se intentó desconocer sus esfuerzos, hay una evidente reducción en el número de homicidios en 190 municipios del país, llegando en algunos a cifra similar o menores a la tasa que se exige a nivel mundial y en 65 municipios tenemos cero homicidios», dijo la Presidenta Castro. Contrario a esto, la Policía Nacional brindó un informe de incidencia cero, que contradice lo divulgado por la presidenta, mencionando que son 62 los municipios con cero incidencia entre las fechas del 01 de enero al 15 de agosto del año en curso, tres menos de los que menciona en sus intervenciones en redes.
Mientras tanto, en la Morgue Judicial no se dan abasto. Gabachas desechables, guantes de látex y mascarillas quirúrgicas conforman el equipo de bioseguridad que usan los empleados de Medicina Forense para ingresar a los congeladores de la morgue de Tegucigalpa y, de esa forma, realizar inventarios de cadáveres que pronto serán inhumados porque no fueron reclamados por familiares, porque no existe más espacio en el contenedor y porque no existe capacidad absoluta de refrigeración.
En reiteradas ocasiones la morgue recibe reclamos por parte de familiares dolientes que se quejan por el mal olor que emana del edificio y, según algunos empleados, han recibido órdenes para entregar los «cuerpos frescos» (muertos del mismo día) en el menor tiempo posible, debido a que los equipos de refrigeración no son suficientes para la cantidad de cadáveres que llegan.
Las tareas se vuelven más complicadas cuando los cuerpos ingresan como no identificados en el contenedor, el único en funcionamiento, pues este no cuenta ni siquiera con iluminación, lo que dificulta el proceso para que los familiares reconozcan a sus parientes.
A pesar de las múltiples formas para identificar cuerpos, algunos familiares optan por dejarlos en el olvido por diversas razones: miedo, cuando la víctima pertenecía a maras o pandillas; o, también, por falta de ingresos económicos para realizar un entierro.
Actualmente la morgue se encuentra con un total de 42 cadáveres que no han sido reclamados por sus familiares. «En diciembre tendremos otro entierro masivo porque tenemos que liberar el contenedor», menciona Alvarado, vocera de Medicina Forense de la capital.
Buscando reducir el índice de cadáveres depositados en fosas comunes como desconocidos, existen en Tegucigalpa iniciativas como los denominados «ataúdes del pueblo», implementada por primera ocasión por el exalcalde Nasry «Tito» Asfura, también conocido como «Papi a la Orden», quien ideó un programa que todavía está siendo implementado por la Alcaldía de Tegucigalpa, presidida por Jorge Aldana, que regala ataúdes cuando la familia es de bajos recursos.
En el mes de abril 2022 se inhumaron 30 cadáveres; en julio 2022, 40 cuerpos; y en octubre, 26 cadáveres. Estos 96 cadáveres nunca fueron reclamados por sus familiares, pese a los constantes llamados que se hicieron por los diferentes medios de comunicación, según reveló Issa Alvador, vocera de Medicina Forense.
En un principio, los entierros masivos eran efectuados en el cementerio del Divino Paraíso, lo cual despertaba enojo en la población y denuncias por parte de defensores de derechos humanos. Y es que en algunas ocasiones se enterraban cadáveres sobre cadáveres.
Medicina Forense está realizando entre tres a cinco inhumaciones anualmente, según datos de ellos mismos, lo cual demuestra lo saturada que se encuentra la Morgue Judicial.
Según un registro de Medicina Forense, en el 2015 se inhumaron 112 cuerpos; en el 2016, 117 cuerpos; en el 2017, 61 cuerpos; en el 2018, 79 cuerpos; en el 2019, 111 cuerpos; en el 2020, 112 cuerpos; en el 2021, 149 cuerpos; y en lo que va del año 2022 van 96 inhumaciones con tan solo tres entierros masivos.
«La ley sanitaria establece que estos cuerpos solo pueden permanecer de 1 a 2 semanas. Pero Medicina Forense ha visto bien tenerlos hasta tres o cuatro meses en los cuartos fríos, haciendo un compás de espera para que los familiares vengan, al no venir pues entonces el Ministerio Público está en la obligación de realizar estos entierros en coordinación con la Alcaldía», mencionó Alvarado.
En 2017, a través de la Cruz Roja Internacional, la Alcaldía Municipal y el Ministerio Público, dieron inicio a los entierros en nichos en un cementerio municipal «Jardín de los Ángeles», ubicado en el kilómetro 14 de la carretera a Olancho, lo cual suponía tener un mejor manejo de los cadáveres sin reclamar.
La edificación de concreto tiene un espacio de 200 nichos que albergan dos cadáveres por espacio. Se encuentran ubicados en dos amplios muros, a diferencia de las tumbas que se encuentran en el suelo.
Luego, en 2020, el mismo cementerio comenzó a recibir cadáveres por muertes COVID-19 por instrucciones del entonces alcalde, Tito Asfura, cavando 20 tumbas, no permitiendo realizarles autopsias y prohibiendo los velatorios.
Los nichos para entierros dignos ya se encuentran totalmente llenos, por lo que la Alcaldía dispuso volver a abrir fosas comunes, pero esta vez colocando dos cuerpos por hoyo y en ataúdes, ya que nunca se llevó a cabo la segunda etapa de la construcción de los nichos.
Durante el tercer entierro masivo de octubre 2022, Medicina Forense se le presentó un cambio de cementerio, pese que se esperaban continuar en Jardín de los Ángeles, esta vez fue el retorno al cementerio Divino Paraíso, un terreno muy rocoso y de difícil acceso para cargar los cuerpos pesados de los cadáveres no reclamados.
«Utilizamos dos retroexcavadoras porque este cementerio no es fácil, son muchas rocas las que hay que romper para poder abrir un hoyo e hicimos 13 hoyos en 5 días, ¿se puede imaginar lo difícil que es?, además que aquí hay otros muertos que anteriormente fueron enterrados y nos da miedo traernos los huesos de esas personas», mencionó Pedro Bustillo, encargado de la retroexcavadora.
Desde hace unos años, la Morgue del Hospital Escuela también dio paso a entierros masivos de cuerpos que se le iban acumulando en los refrigeradores, ya que las familias solo los iban a dejar y ahí morían.
«Tenemos una capacidad limitada de solo 18 cadáveres en el cuarto frío del Hospital Escuela, pero con cinco cuerpos que llevan una semana sin reclamar, se busca con la Alcaldía poder enterrarlos, porque las familias solo dejan a los pacientes y se van, luego nos toca realizar búsquedas y nos tenemos que apoyar con Medicina Forense para identificar los cadáveres porque ni eso saben dejar, los nombres de sus pariente enfermos», dijo Shamir Valdivia, jefe de Morgue del Hospital Escuela.