Honduras es considerado uno de los países más vulnerables ante los efectos del cambio climático, sin embargo, estos efectos no golpean en igual medida a toda la población hondureña. Las mujeres corren mayor riesgo de ser víctimas de explotación, trata de personas, y violencia sexual y doméstica durante desastres naturales. Tanto las mujeres campesinas al norte del país, como las mujeres que habitan en albergues en el Distrito Central, han desarrollado resiliencia ya que, año con año, las consecuencias del cambio climático y la vulnerabilidad social del país empeoran.
Texto: María Celeste Maradiaga
Fotografías: Fernando Destephen y Amílcar Izaguirre
La familia de Meylen Sauceda y otras familias de la colonia Suazo Córdova de Tegucigalpa fueron evacuadas de sus casas en septiembre de 2022 por la Alcaldía Municipal y llevadas a un albergue. Estos habitantes conocían el riesgo que representaba continuar viviendo en esta colonia que se encuentra dentro de las zonas de alto riesgo por deslizamientos y derrumbes. Ahora, Meylen reside en uno de los 8 albergues habilitados por la Alcaldía Municipal del Distrito Central (AMDC) junto con otras 19 familias.
«Cerca de mi casa viene un montón de tierra encima, ¿cómo voy a ir a meter a mis hijas yo ahí? El alcalde dice que todos nosotros estamos aquí acomodados, cuando en realidad nadie quiere estar aquí», dice Meylen, refiriéndose al alcalde Jorge Aldana, del Partido Libre, quien cumple su primer periodo como alcalde de la capital.
Los habitantes de la Suazo Córdova y otras colonias de la capital —entre ellas: la Guillén, El Reparto y la Nueva Santa Rosa— han resultado afectados por los deslizamientos de laderas registrados estos últimos días.
Judith Figueroa, directora del área de Desarrollo Humano de la AMDC, es la encargada de los albergues y aseguró que en los sitios de resguardo para las personas afectadas están abastecidos con colchonetas y todas las necesidades que puedan requerir los damnificados. Por otro lado, señaló que han tenido denuncias de violencia doméstica dentro de los establecimientos, pero que «esto no trascendió» a más y ya fue debidamente controlado.
Después de que Copeco anunciara la alerta por lluvias a nivel nacional el 21 de septiembre de 2022, al menos 151 albergues se han instalado a nivel nacional.
Un albergue es un establecimiento que sirve a las personas en situaciones de riesgo, y está acondicionado para proveer seguridad y bienestar a las personas que habitan dentro de uno. En el caso del Distrito Central, entre los albergues habilitados en la emergencia por la tormenta tropical Julia, están cinco escuelas, una iglesia y la Casa de la Mujer en la colonia Suazo Córdova. Todos estos albergues cuentan con baños y agua potable, pero estos no están en el mejor estado, coinciden algunas de las mujeres de la Suazo Córdova.
Meylen, junto con otras cinco madres de familia, coincidieron en que desde hace una semana la Alcaldía no ha llegado a brindarles alimento, y que cada vez existe más presión por parte de las autoridades locales para que se marchen.
«Nadie quiere estar aquí, en un lugar donde no tenemos privacidad, donde los niños se nos enferman a cada rato, y donde solo nos vienen a preguntar cuándo nos vamos a ir, como si tuviéramos un lugar seguro a donde irnos», manifiestó Meylen, quien explicó que la Alcaldía no les ha propuesto ningún plan de readecuación y tampoco les ha dado soluciones acerca de la situación en la que están sus viviendas.
En medio de la incertidumbre sobre qué pasará con sus hogares y en sus vidas, las mujeres que habitan en este albergue conocen sus derechos y están enteradas sobre las decisiones que se toman en los distintos espacios de poder y sobre el dinero que se ha aprobado para brindarles apoyo.
El 22 de septiembre de 2022, el Congreso Nacional aprobó una moción para ayudar económicamente a 600 familias afectadas por los deslizamientos en la capital. El monto de esta ayuda es de 5,640,000 lempiras, con lo que la Alcaldía ha dicho que pretende entregar 10,000 lempiras a cada familia conforme al censo de personas afectadas.
Sin embargo, contrario a lo anunciado por las autoridades, las mujeres denuncian que estas ayudas solo están destinadas a habitantes de la colonia Guillén, no de la Suazo Córdova ni de otras colonias aledañas que también han resultado afectadas por derrumbes y deslizamientos. Igualmente, se quejan de que la Alcaldía no proporciona soluciones directamente a los damnificados, al ser esta ayuda gestionada por el Poder Legislativo.
«Uno tiene complicada su vida, mire ahorita, tenemos un estrés porque no hay alimento, nos presionan en las escuelas de nuestros hijos y no sabemos qué hacer, ya llevamos cuatro semanas aquí», manifiestó Wendy Romero, otra de las madres de familia que permanece en este albergue.
Los albergues no son una alternativa segura
La inseguridad en los albergues es algo a lo que han tenido que enfrentarse las mujeres durante las emergencias climáticas que ocurren en las temporadas de lluvias en Honduras.
Y aunque algunas de las mujeres de la colonia Suazo Córdova entrevistadas por Contracorriente aseguraron no estar experimentando acoso, hostigamientos ni violencia sexual dentro del albergue, afirmaron estar conscientes de que en estos espacios hay que estar alertas, y que por esa razón velan por el bienestar de todas dentro del establecimiento, así como de sus hijos e hijas.
Según el observatorio del Centro de Derechos de la Mujer (CDM), entre enero de 2019 y diciembre de 2020, el Ministerio Público registró un total de 4,902 denuncias por agresiones sexuales a nivel nacional, y las niñas entre los 10 a 19 representaron el 55 % de víctimas en el 2020.
El 2020 gran parte de la población afectada por los huracanes Eta e Iota tuvo que trasladarse a aproximadamente 716 albergues oficiales y no oficiales en la zona norte de Honduras. CDM indicó en su boletín que, en Cortés, se registraron al menos 6 agresiones sexuales contra niñas.
Jennith Amador, perteneciente al Comité de Emergencia Municipal (Codem) en Tegucigalpa, afirmó que en el plan de la Alcaldía para el acondicionamiento de los albergues contempla la atención a mujeres en situaciones de violencia, y, además, que están atentos para proporcionarles los productos menstruales que puedan necesitar.
«Cuando las personas llegan a albergarse, las ubicamos por familia en aulas, para que no exista el hacinamiento y así preservar la intimidad familiar. En el tema de seguridad la Policía Municipal está capacitándose constantemente para brindar una seguridad eficiente y, en cuanto a higiene, se les brinda un kit con toallas. La atención médica también es especializada en caso de que alguna mujer o alguna niña necesite algún tipo de atención, por ejemplo, si está en estado de gestación o menstruando», explica la trabajadora del Codem.
Amador reconoció la vulnerabilidad de las mujeres ante las inundaciones, deslizamientos y otros eventos climáticos, en este sentido aseguró que las mujeres han sido las principales beneficiarias con alimento y bonos proporcionados por la Alcaldía.
«En el caso de la Guillén se consideró primero a jefa de familia para optar al bono solidario, entre ellas madres solteras y adultas mayores porque sabemos que ellas son las que se ven vulnerabilizadas principalmente, esto porque ejercen el trabajo productivo dentro de sus comunidades, sea lavando ropa, vendiendo tortillas, maquillaje, entre otras cosas. Esto es su fuente de ingreso y al mismo tiempo cargan con la responsabilidad del cuidado de sus hijos», argumenta Jennith.
Pero las atenciones en el establecimiento donde se alberga la familia de Meylen han cesado. La única esperanza que tienen en medio del abandono por parte de las autoridades es la organización de habitantes en la colonia Suazo Córdova al contratar una retroexcavadora para iniciar los trabajos de contención en el deslizamiento registrado en esta colonia.
«Queremos que el alcalde tan siquiera venga y nos dé la cara y nos solucione el problema, porque aquí nunca ha venido. La vez pasada el ministro de Educación vino, estacionó su camioneta, y desde afuera se tomó una selfie diciendo que anduvo repartiendo ayudas, cuando no ingresó a ninguno de los edificios (albergues)», mencionó otra madre de familia en la conversación.
Mientras cada una expuso su situación, y ante la incertidumbre de no poder regresar al lugar que fue su hogar, estas mujeres han decidido ser resilientes ante la situación que están viviendo y cuidarse unas a otras.
Las implicaciones climáticas en la vida de las mujeres hondureñas
La mayoría de estas mujeres se dedican a los cuidados de sus hijos y a realizar labores domésticas en sus hogares. El no tener un hogar seguro para ellas y sus familias después de los deslizamientos a causa de las lluvias en el país, las convierte en las víctimas principales de los efectos del cambio climático.
Paola Acevedo, coordinadora del proyecto «Jóvenes Investigadores en Descarbonización y Cambio Climático» en Sustenta Honduras, una organización sin fines de lucro enfocada a la adaptación al cambio climático a través del empoderamiento juvenil, explica que, más allá de ser un tema ambiental, el cambio climático tiene implicaciones sociales, económicas, de seguridad alimentaria, de salud y de violencia.
«Los altos índices de crimen en Honduras también han sido por los efectos del cambio climático, y esto de alguna forma exacerba las desigualdades e inequidades que existen en el país», explica Acevedo. La investigadora ejemplifica esto con el paso de los huracanes Eta e Iota en el 2020, y cómo estos impactaron aún más a zonas de alto riesgo social, y cómo esto implica la pérdida de cosechas y hogares, y aumenta los índices de criminalidad.
En el caso de las mujeres, Paola Acevedo explica que esto les impacta directamente, pues, históricamente hablando, el cuidado de los hijos y del hogar es una carga que se le ha asignado en la sociedad.
Paola Acevedo manifestó que las madres solteras son las principales afectadas por los efectos del cambio climático. Explicó que muchas de ellas, después de haber trabajado por mantener sus casas y estando permanentemente al cuidado de sus hijos, con estas situaciones de desastres naturales se ven obligadas a reconstruir todo o salirse de sus hogares. Si al hogar le pasa algo, dice Paola, ellas son las más afectadas.
Acevedo también menciona que el incremento en la formación de huracanes representa algo alarmante para la población hondureña en general, y más cuando las lluvias provocan grandes inundaciones en los distintos puntos del país, sobre todo en la zona norte.
La hidróloga Estefana Velásquez, jefa de hidrometeorología en el Comité Nacional de Contingencias (Copeco), coincidió con lo mencionado previamente. La ingeniera explica que la variabilidad climática en los últimos años produce precipitaciones más intensas en periodos más cortos. Lo anterior es algo que definitivamente debe de estudiarse a más profundidad en el país para así trabajar en planes de mitigación y adaptación a los efectos del cambio climático en la población.
«Gran parte de las cuencas existentes en el país, en el occidente, por ejemplo, están deforestadas. Eso provoca erosión de lo suelos, y, por consiguiente, el sedimento cambia las áreas hidráulicas, lo que resulta en deslizamientos», explicó la hidróloga, quien añadió que esto puede observarse todavía más en el Valle de Sula, zona en donde el río Chamelecón y Ulúa atraviesan en temporada de lluvia, y, por lo tanto, aumentan su cauce provocando inundaciones todos los años.
Para Estefana Velásquez es fundamental un plan de reordenamiento territorial en el Valle de Sula, y, de ser posible, la reubicación de las personas que habitan en esta zona, pues la construcción de represas podría mitigar los efectos por las inundaciones en temporada de lluvias, pero por la vulnerabilidad de Honduras ante los efectos del cambio climático la situación podría empeorar dentro de unos años.