Diecisiete puertas y ninguna salida: La casa del salón de los pilares y otros cuentos de Dago Aspra

Texto: Alejandro Carrasco

La casa del salón de los pilares y otros cuentos (Mimalapalabra 2022), primer libro de Dago Aspra, se compone de 17 relatos cortos, en su mayoría fantásticos. En este mundo acelerado, llama la atención cómo la novela sigue teniendo más demanda cuando existen cuentos, como los de esta ópera prima, que podrías terminarlos antes de que el segundero del semáforo acabe con su cuenta regresiva, como en «Semáforo de las seis», una narración de suspense que resultará significativa para cualquier capitalino que haya manejado por Tegucigalpa en horas pico.

El primer cuento, homónimo del libro, también funciona como introducción. El narrador te invita a pasar a una casa donde los cuartos se mueven al estilo de la Mansión Winchester. Da la impresión de que los cuentos siguientes bien pueden ocurrir dentro de la casa, o al menos en el «salón de los pilares». Los inquilinos vienen y van, como en un hotel, pero hay otros que nunca podrán salir. Y el lector puede ser uno de ellos.

Varios de los elementos fantásticos que Aspra emplea los hemos visto antes. Pero es cómo los emplea lo que te atrapa. Por ejemplo, la figura del espejo en «Escondite». En uno de sus cuentos, Borges se refiere al espejo como algo abominable porque multiplica a los hombres. En «Escondite», hace algo más que multiplicarnos. No diré el qué, pero sí diré que los espejos ocultan facultades siniestras, y todos lo hemos intuido. Si no me creés, te reto a dormir frente a uno. Y tiene que ser grande, no hagás trampa.

«Usted vivirá cosas increíbles» es el más extenso de la primera parte. Es un agradable paseo por la vida de un hombre que cuenta con habilidades sobrenaturales, como hablar con los animales o asfixiar desde lejos a una persona como Darth Vader lo hace con sus pobres subalternos. Pero la magia del cuento no está tanto en lo fantástico, sino en las vicisitudes de la vida, que van desde conocer a nuestra alma gemela en un café hasta lidiar con las furias, los lutos y la soledad.

Hablemos de «Alas», el último de la primera parte y, casi con seguridad, mi favorito. Es un cuento sobrio, con un desarrollo bien pulimentado y un final que te deja paralizado por varios minutos. Me atrevo a decir que la virtud del cuento es la sencillez con la que describe el cambio que sufre el protagonista, y cómo lo combina con la cotidianidad de su entorno. A un adolescente le salen alas, conoce a su vecina, y ninguno de los escenarios que nos podamos imaginar a partir de esa premisa llega a suceder. El final no solo es adecuado: es el único, no podía ser otro.

La segunda parte es de cuentos más extensos y de temáticas más profundas. Se aprecia la evolución de Aspra en relación a la primera parte, donde incluyó cuentos como «Cena de Navidad», premiado con mención honorífica en el certámen de Cuentos Cortos de El Heraldo.

Pero volvamos a «La casa» y a los «Zorzales» que vuelan en su jardín. Es otro de mis favoritos. A diferencia de «Cena de Navidad», en «Zorzales» el protagonista tiene la oportunidad de ayudar y sacrificarse por su hermano, cuya mente pierde facultades mientras observa a esos pájaros, a esos animales en apariencia amables e inofensivos. Me recordó a «Nuestros amigos los pájaros» de Phillip MacDonald; ambos relatos tienen en común el cómo esas «criaturas de la naturaleza» se vuelven seres desconcertantes y aterradores.

Otro elemento fantástico que se explora es la figura del doble en «La otra». Hace mucho dejé de interpretar los cuentos, pero con este me atreveré a decir que habla sobre la bipolaridad. Si es así, es una estupenda forma de plantearlo. El personaje se da cuenta que la persona con la que vive tiene un doble. Y cuando está en compañía de esa persona nunca consigue saber si es la original o la otra. Esa duda lo llevará a cometer actos terribles.

Al principio hablé de «Semáforo de las seis» y justo después de ese viene uno similar: «La fe mientras llueve». Los dos narran tráficos en horas pico y lo azarosa que puede ser la vida en esas circunstancias. En «La fe mientras llueve», vemos al protagonista dejarse llevar hacia una reconciliación con Dios, y justo cuando uno sospecha de un final tan optimista, aparece eso que llaman el azar.

La casa cierra su excursión con dos relatos sobre triángulos amorosos. «Fantasmas» y «Premoniciones» (que se puede leer completo en Contracorriente). El primero es otro de los cuentos que más destaco. Una llamada de una persona que hace nueve años no ves puede abrir una caja de pandora que habrías preferido mantener encerrada para siempre. «Premoniciones» se vale de un recurso similar al del bucle en «Huida», donde terminás el cuento, pero en tu mente continúa narrándose.

Ese también es el encanto general de La casa del salón de los pilares y otros cuentos: concluís la lectura de los cuentos, pero muchos de ellos quedan en vos. Por eso animo a los lectores a adentrarse en esta casa. Aspra sabrá mostrarles los secretos que aguardan ahí, en el salón de los pilares, entre espejos y entre bestias, entre fantasmas y ángeles.

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Sobre
Alejandro Carrasco (Tegucigalpa, 1992), escritor, estudiante de Comunicación de la Universidad Católica de Honduras, y redactor en un medio digital. Obtuvo Mención Honorífica en el Concurso de Cuentos Inéditos Rafael Heliodoro Valle de El Heraldo en el 2019, y también ha publicado cuentos en La Tribuna. Además, participó en el Taller virtual de Creación Literaria de Centroamérica Cuenta con el escritor Sergio Ramírez en el 2020, y en dos talleres de narrativa breve organizados por el escritor hondureño Luis Lezama Bárcenas.
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