Por Perla Rivera
Talón de Aquiles
Desconocía los sinsabores de la derrota, toda empresa era un rotundo éxito y en todo el país era reconocido por su dureza, su valentía y su poca piedad hacia el contendiente.
Una tarde mientras se miraba en el espejo, muy orgulloso, descubrió la imagen de un anciano que lo observaba sonriendo con mucha ternura, ese gesto bastó para que el guerrero omnipotente y despiadado se quebrara como la más frágil espiga.
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Karma
Le llamaban el Comeculebras, pues toda serpiente que encontraba iba a parar a su gigantesca sartén azul. Su fama llegó tan lejos que un circo en Sudamérica lo contrató como su principal estrella. En uno de sus días libres salió a dar un paseo para conocer, un poco, la frondosa Selva Amazónica. La naturaleza es sabia y todo lo cobra, ese día realizó su último acto; una Anaconda sorpresivamente le salió al paso y vengó a toda su especie.
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Eternidad
Sufría de múltiples malestares. Un día mientras las dos conversaban, vio sutilmente a los ojos de su hija y le dijo sonriendo: ¿Sabes pequeña? Cada vez que me abrazas mi vida se extiende un poco más.
Desde entonces su hija no deja de abrazarla y los malestares acabaron como por arte de magia.