Las consecuencias del clientelismo político en un país como Honduras son graves y no permiten el desarrollo de la democracia. El clientelismo se convierte en una esperanza pasajera para quienes buscan sobrevivir a través de dádivas. Sin embargo, esta esperanza pasajera, esta luz desaparece, pero el voto y la decisión de la política permanece, los votantes caminan a una muerte lenta pero segura.