El próximo 14 de marzo se llevarán a cabo las elecciones primarias de los partidos políticos de cara al proceso electoral general de noviembre de 2021 con el fantasma de la reelección inconstitucional de Juan Orlando Hernández aún rondando en el escenario político nacional. Este proceso primario está marcado por los juicios en Nueva York y los supuestos vínculos con el narcotráfico que han tenido en los últimos años varios precandidatos y el mismo presidente de la república. Quienes no han sido vinculados con el narcotráfico tienen algún proceso pendiente por corrupción. La campaña electoral se presenta como decisiva en términos de futuro en un país con profundas desigualdades sociales y económicas.
Muchos candidatos llevan años siendo funcionarios públicos. Quizá el más evidente sea Oswaldo Ramos Soto, que luego de ser rector de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras entre 1982 y 1988 en medio de una época oscura de persecución y desaparición de estudiantes universitarios disidentes a los gobiernos hondureños de entonces, fue candidato presidencial en 1993 y finalmente ganó su primera diputación en 2002, desde entonces ha estado en el Congreso Nacional.
A las promesas de siempre que prevalecen en el discurso de los candidatos ofreciendo cambiar al país derrotando la corrupción y generando empleos para los más pobres, ahora se suma la de derrotar de una vez por todas al narcotráfico y mejorar las condiciones de salud en el marco de la pandemia por COVID-19.
Las caravanas migrantes, la reconstrucción de la zona norte tras el paso de Eta e Iota, y hasta la promesa de limpieza de los ríos que atraviesan la capital hondureña que hizo el precandidato a la alcaldía del Distrito Central, David Chávez, han sido algunos de los temas que surgieron para la actual campaña electoral.
Muchos prometen las mismas cosas, todos rezan, y se preparan lo mejor posible. Pero las desigualdades entre las precandidaturas se notan, mientras Mauricio Oliva y Nasry Asfura han colgado vallas publicitarias que rondan los 2500 dólares de renta al mes, otros ni siquiera tienen publicidad pegada o colgada en algún lugar, quedaron reducidos a la virtualidad de las redes sociales.
«Yo estoy aquí porque creo en mi país, porque creo en mi partido, porque creo en ustedes, y con ustedes es el fundamental de mis compromisos», decía en el discurso de apertura de su precandidatura a la presidencia de la República, Mauricio Oliva, actual presidente del Congreso Nacional.
Luego de que en las elecciones generales de 2013 se autonombrara ganadora a las 6 p. m. y que en la campaña electoral general de 2017 cediera su puesto al candidato de la Alianza de Oposición, Salvador Nasralla, la exprimera dama de Honduras, Xiomara Castro, lo intentará nuevamente. En un video colgado en sus redes sociales el pasado 21 de julio de 2020, Castro, no solo asegura que no se prestará para avalar un nuevo fraude electoral sino que «el acontecimiento más grande en la historia política de Honduras en el Siglo XXI es la creación del Partido Libertad y Refundación». Xiomara Castro cerró campaña de cara a las internas de su partido con una masiva caravana vehicular en Tegucigalpa.
En el Partido Liberal, Yani Rosenthal se presenta como el candidato con mejores opciones de quedarse con la candidatura a la presidencia, pero Rosenthal viene de cumplir tres años de cárcel en Estados Unidos por delitos relacionados con el lavado de activos, de estos tres años, Rosenthal cumplió dos años y medio, obtuvo una reducción de seis meses en su condena inicial por su buen comportamiento enseñando matemáticas a sus compañeros convictos. Su linaje le precede, Yani proviene de una de las familias más poderosas económicamente y políticamente en el país.
«Los migrantes se van por necesidad porque van huyendo de la pesadilla cachureca que hay en este país, no es que van buscando un sueño americano, van huyendo de la pesadilla cachureca», afirmó hace una semana Yani Rosenthal en un foro televisivo, donde aseguró comprender a los migrantes hondureños en Estados Unidos porque, según él, vivió las mismas cosas que ellos atraviesan.
La pandemia por COVID-19 y robo de los fondos aprobados para su atención, las caravanas migrantes que huyen del país, los juicios y sentencias por narcotráfico que salpican no solo al presidente, sino a varios exfuncionarios del Gobierno , la reconstrucción de las zonas afectadas por dos tormentas tropicales que en dos semanas devastaron la zona norte, y la falta de consensos políticos y reformas electorales son algunos de los elementos cruciales que atraviesan las nuevas elecciones hondureñas.