¿Cuántas va a querer amor?

Cada día descubro que la comida hecha en la calle, cuenta con esa magia que no sabes describir, puede ser el contacto directo con la ciudad donde vives o el contacto con la libertad, para comer en la calle no hace falta prejuicios, comemos con las manos, nos “embarramos” la boca ¿y qué? No pasa nada, donde no hay protocolo ni cubertería.

Cuando visito una ciudad, o región de Honduras u otro país, me encanta salir y disfrutar su gastronomía callejera, de la comida popular y por supuesto de la comida barata.

Por los momentos estoy en la costa norte, donde hay un platillo de la calle cien por ciento. La Baleada.

Esta popular comida tiene variantes en su nombre, valijas, orejonas, polvosas…

Pero esta coqueta amiga tiene muchos secretos, primero el nombre, baleada. Se dice que una señora en S.P.S se dedicaba a vender tortillas de harina con frijoles, pero hubo un percance en su negocio que termino en pleito y accidentalmente resulto herida en una pierna, después de esto la gente decía ¡vamos a comer donde la baleada¡

Y otra historia cuenta, que a los frijoles enteros “parados” popularmente le dicen balas, y como van adentro de la tortilla de allí baleada.

No sé cuál de las dos sea la verdadera o ninguna, lo que si me resulta interesante en su procedencia, si vemos la historia gastronómica hondureña, sabemos que la harina de trigo no formaba parte fundamental en nuestra dieta, pero con el enclave bananero las compañías Norte Americanas introdujeron este carbohidrato, en las tiendas donde se surtían de provisión sus trabajadores y de allí sale esta magnífica combinación.

Y comienza el “pecado” damos rienda suelta a la gula, nos aflojamos la faja y nos desabrochamos el pantalón, que salga la panza.

Hablar de una baleada, es casi una religión, de un culto del cual formamos parte sin darnos cuenta.

Primero la tortilla de harina está casada con los frijoles refritos, ellos van juntos, lo digo por si lee alguien que no es de por aquí, cuando la pides te preguntan ¿conque? Toma en cuenta que los frijolito ya vienen allí.

Después se desprenden una cantidad de ingredientes que son como para encerrarte en el manicomio, el huevo con sus diferentes variantes, picado, con tomate, chorizo así como grasocito que escurre por la tortilla y caen en tu mano y que te hace darle una rápida mordida y es así como se hace el amor.

Si quieres más placer gastronómico puedes comerte una con chicharron tostado para cuando des la mordita truene y suene a gloria, tienes una variedad de embutidos, mortadela, jamón, extremeños.

Entre más ollas veas en un puesto de baleadas, estas más cerca del cielo, pollo guisado desmenusado, carnita de chancho refrita y por supuesto el ingrediente que es como cuando te llama tu pareja y te dice que está sola en casa, el aguacate.

Claro todos estos ingredientes son perfectamente combinados con queso rallado y una cremosa mantequilla que se sale por las orillas y te invita a chuparte los dedos.

Con una baleada no hay platica de introducción, no hay conversación previa, ella te está coqueteando desde que la están haciendo en las manos, después cuando sensualmente pasa al comal y toda coqueta se da vuelta para cocerse por en otro lado finalmente se infla como un suspiro romántico, para caer rendida a tus manos.

Realmente las baleadas han saltado las fronteras y escuchamos y vemos negocios en el extranjero, de hondureños que se han atrevido y se llevan este peculiar platillo para hacerle memoria a sus compatriotas y también enseñarle a otras culturas esta simpática amiga.

Que deliciosa magia la que realizan muchas mujeres en las calles de nuestras ciudades.

Lo que me llama la atención es la innovación, como las espectaculares y gigantescas baleadas que hacen frente a la UNAH-VS, con esa comes una semana u otros que amasan la harina con agua de coco, o la enrollan como un burrito.

No quise escribir sobre un negocio en específico, porque esta comida tan popular se riega como el agua por cada rincón.

En San Pedro Sula, La Lima, El Progreso, Tela, La Ceiba y demás ciudades para desayunar o cenar no falta una o un par de baleadas, si te ven almorzando una baleada fijo no eres hondureño.

La baleada se come con las manos, sin escrúpulos y en la calle, tus ingredientes favoritos, el jugo natural de tu preferencia, un chorrito de chile, la cantidad de amigos y amigas que te dé la gana y tu puesto de baleadas favorito. Allí está la combinación perfecta.

Ojala sigamos disfrutando de nuestra comida de la calle y apoyando a estas personas que con esfuerzo sacan adelante a sus familias.

Si tienes un lugar preferido al que le echemos el diente no dejes de recomendármelo, muchas gracias a quienes dejan sus comentarios y felicitaciones.

Recuerda comer no es lo mismo que degustar.

Nos leemos pronto.

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