El hombre detrás del hombre

Una foto compartida por Juan Orlando Hernández, presidente de Honduras, en su cuenta de twitter mostró de quien se acompaña en su plan para reelegirse. El hombre más polémico de la foto es Mark Klugmann, reconocido asesor político en Estados Unidos y Latinoamérica. ¿Qué tanto poder tiene este asesor en el actual plan de gobierno? ¿Es pieza clave para la instalación de esta nueva dictadura de tiempos modernos?

La mano dura ha sido desde la dictadura nacionalista de Tiburcio Carías Andino (1933-1949) hasta la época “democrática” de Honduras, el estandarte de los gobiernos de ultraderecha nacionalistas. Las políticas de seguridad que garantizan a los gobiernos autoritarios el control social se han endurecido y han sido avaladas por un pueblo aterrorizado de vivir en uno de los países más violentos y empobrecidos del mundo. Klugmann es un experto en este tipo de campañas.

Actualmente, el clima de incertidumbre ha crecido, el actual presidente precandidato a seguir en el poder ha establecido un Estado de seguridad nacional, aboliendo el Estado de derecho. Pero este proceso vino mucho antes y detrás de “el hombre” hay personajes clave que eliminan todo proceso de soberanía del pueblo en Latinoamérica para promover el desarrollo económico de las élites, desde la represión.

Honduras, aunque es un país tan pequeño y pareciera no muy importante, ha sido la base desde donde se experimenta, donde se entrenan las tropas contrainsurgentes, desde donde Estados Unidos y las grandes corporaciones controlan la región. En 2009, fue el laboratorio donde se realizó un golpe de Estado en tiempos modernos. El país donde vienen y se quedan emblemáticos asesores.

Mark Klugmann, es poco conocido en Honduras, sin embargo, hace más de una década tiene manejo de todo el patio. Asesoró al expresidente Porfirio Lobo Sosa, ahora hundido en un escándalo presuntamente por recibir sobornos de narcotraficantes y por la acusación contra su hijo de participar en tráfico de cocaína con el cartel de Los Cachiros. Klugmann estuvo detrás de esa campaña que proponía la pena de muerte en el país y que le afectó en los primeros comicios a Lobo Sosa en los que no salió electo. Aun la pena de muerte sigue siendo un tema atacado por las cúpulas religiosas y no aceptado por la sociedad. Después de ese fracaso, Kluggman volvió para levantarle el perfil después del descalabro político del golpe de Estado de 2009. Previamente, en 2003, fue cercano asesor del gobierno de Ricardo Maduro en dos pilares: el combate a las pandillas y el desarrollo económico del país.

No es la primera vez que un presidente asesorado por Klugmann está involucrado en corrupción. Klugmann también fue asesor del expresidente de El Salvador, Francisco Flores, a quien prestó servicios en varias instituciones estatales, entre ellas: la Comisión Ejecutiva Portuaria Autónoma (CEPA) en la que devengaba un salario de más de 24 mil dólares, lo que en su momento fue criticado por la oposición. Flores, el expresidente procesado por corrupto, murió antes de su condena.

Klugmman también formó parte del equipo de relaciones públicas de la Casa Blanca durante la administración de los gobernantes republicanos Ronald Reagan y George Bush padre.

En 1989 llegó a Chile y asesoró a José Piñera, excandidato presidencial y exministro del exdictador chileno Augusto Pinochet. También asesoró a Hernán Büchi, quien posteriormente fue el candidato presidencial por la derecha de ese país.

Kluggman se cuida, parece un fantasma. Nunca se le ve en público, twittea poco y cuando escribe no habla de él sino de un asesor extraordinario que está detrás de las grandes decisiones políticas; actualmente asesora al presidente Juan Orlando Hernández, primer candidato a una cuestionada reelección en la historia de Honduras, prohibida por la Constitución nacional.

En su columna de opinión en The Washington Post del 20 de octubre de 2010, justo antes de unas cuestionadas elecciones organizadas por el gobierno de facto en el que fue electo como presidente Porfirio Lobo Sosa, Klugmann cuestionaba a la comunidad internacional por, hipócritamente, defender la democracia en Honduras, una democracia que, según él, había caído en los intereses ocultos de la izquierda latinoamericana. En ese tiempo él un férreo defensor de la alternabilidad en el poder y estaba en contra de la reelección de un presidente que se mostraba como un dictador chavista.

A finales del año pasado habló de la buena asesoría que estaba teniendo Juan Orlando Hernández en cuánto a imagen política se refiere. En su columna en el periódico El Heraldo se atrevió a decir que el mismísimo Trump debía aprender de la estrategia política del presidente hondureño. Su estrategia es colocar la seguridad sobre cualquier cosa en su discurso político, incluso por encima de la misma libertad.

Klugmann habla en su artículo de un asesor invisible, de un genio de los datos y estadísticas políticas que se une al “talentoso equipo del Partido Nacional” para lograr que Juan Orlando sea nuevamente triunfador en las elecciones. Si es JOH, como se le llama al presidente Hernández, la reelección no es diabólica ni ilegal.

En el Comité de Buenas Prácticas de las Zede

El populismo de JOH que lo podría colocar como ganador en las próximas elecciones generales como primer presidente reelecto en Honduras, tiene de fondo un plan económico y de seguridad que se basa en la concesión del país, la venta de la soberanía y la disminución del Estado de derecho a su mínima expresión, poniendo como guardianes de todo el proyecto a las Fuerzas Armadas y a las nuevas fuerzas controladas por Hernández, la Policía Militar.

Un proyecto que demuestra esta afirmación es el de la Zonas Especiales de Desarrollo (ZEDE), que promueve Hernández desde que era presidente del Congreso Nacional en 2010, durante el gobierno de Lobo Sosa. Ha sido una idea tomada del académico estadounidense Paul Romer, quien plantea las ciudades modelo o chárter cities, ciudades cuyo sistema de gobierno se define por sus propios estatutos, más que por las leyes estatales, provinciales, regionales o nacionales, que se ceden a Estados desarrollados.

Sin embargo, en Honduras esta idea “se tropicalizó” como dice Ebal Díaz, actual diputado nacionalista y mano derecha de Juan Orlando Hernández. Aquí, no es un Estado desarrollado el que va a decidir sobre las ciudades, sino un comité, nombrado directamente por el presidente de la república. Las ZEDES representan un paso más al de las Zonas Francas o Libres, donde se instalaron las empresas manufactureras en la costa norte de Honduras, una zona que sigue siendo empobrecida y violenta.

Detrás de este proyecto, pilar fundamental del plan de gobierno de Hernández, encontramos un nombre peculiar: Mark Kluggman.

Kulggman forma parte del Comité para las Buenas Prácticas que el mismo presidente Lobo Sosa nombró en 2014. Junto a él vemos al hijo de Ronald Reagan (a quien le escribía los discursos), Michael Reagan, a Ricardo Maduro (a quien asesoró también) y Ricardo Cardona y Ebal Díaz (personas de entera confianza de Hernández). Este comité funcionará como un supragobierno dentro de las ZEDE, estos territorios que prometen estar libres de la corrupción y violencia que afectan las inversiones en Honduras, ese mismo país que vienen gobernando Maduro, Lobo Sosa y ahora por muchos años más Juan Orlando Hernández, si se reelige.

En un artículo para el blog PanAm Post, Kluggman advierte que las ZEDE irrumpirán en la región que basa su economía en el Tratado de Libre Comercio (TLC) y que si los demás países de Centroamérica no se unen a esta idea, entrarán en desventaja competitiva.

Para Honduras y para sus vecinos con el TLC- escribía en noviembre de 2013- el futuro de las ZEDE está esperando por los resultados de las elecciones. Las elecciones que dieron ganador a JOH, como Kluggman lo predecía y anhelaba.

“Las ZEDE de Honduras, si se implementan correctamente, se convertirán en una jurisdicción atractiva e inigualable, que creará un nuevo liderazgo en el espacio del TLC”. Kluggman cree en este proyecto que compara el futuro de las ZEDE con una alternativa de suministro a China en la cadena de consumo mundial para el mercado estadounidense.

La creación de zonas especiales está basada en la idea de que el país no puede salvarse por sí mismo, que el Estado es incapaz de limpiar su corrupción y promover el desarrollo. Además, se vende como la oportunidad de brindar a los inversionistas espacios libres de todo mal. La posibilidad que tienen depende de qué tanto se sepa de las personas que las promueven y que las regularán, y de qué tanto Kluggman y su asesorado, Juan Orlando Hernández, representan una alterativa ante las élites políticas y económicas más corruptas del continente.

Klugmann es más que un asesor, es el corazón del gobierno de JOH.

Comparte este artículo

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.