Por José Giddel Alvarado
Portada: Persy Cabrera
El Programa de Inversión Pública en Honduras para el sector de las artes y la cultura en 2025 propone una inversión de 221.1 millones de lempiras, dividida entre inversión productiva y social para fortalecer la infraestructura cultural y apoyar a las instituciones sin fines de lucro. Esta cifra representa un esfuerzo significativo en comparación con años anteriores, pero, ¿es esta cantidad suficiente para atender las necesidades del sector cultural del país?
En términos generales, el punto más favorable del plan es el aumento de 89.9 millones con respecto a los 40 millones asignados en el 2024, lo que supone un incremento del 225 %. Este avance refleja el creciente reconocimiento del papel crucial que juegan las artes y la cultura en el desarrollo del país. Además, 148 millones se destinarán a la restauración de importantes centros culturales e inmuebles patrimoniales, lo que ayudará a preservar el legado cultural y generar oportunidades económicas, como el turismo y el empleo.
También es destacable la inversión en la restauración de teatros históricos como el Manuel Bonilla y el Nicolás Avellaneda. Estas iniciativas son cruciales para preservar el patrimonio cultural y garantizar que las futuras generaciones puedan disfrutar de espacios artísticos que promuevan la educación y la formación cultural.
A pesar de estos avances, los 73.1 millones asignados a la inversión social, destinados a transferencias para instituciones culturales sin fines de lucro, son insuficientes frente a las necesidades reales del sector.
Si se analiza esta cantidad en relación con la población de Honduras, que se estima en aproximadamente 10.5 millones de habitantes, el resultado es que cada ciudadano estaría recibiendo indirectamente sólo alrededor de 6.96 lempiras por persona en inversión cultural. Esta cifra es más alta que la de nuestro país vecino, Guatemala, que en el 2023 destinó 30 millones de quetzales para inversión directa en sus artistas, el equivalente a aproximadamente 5.20 lempiras por habitante, pero es más baja que la de Costa Rica, que en su Plan Nacional de Desarrollo e Inversión Pública 2023-2026 asigna 1.403 billones de colones que llegan directamente a sus artistas por medio de fondos concursables, lo que equivale a aproximadamente 13.65 por habitante.
Es importante destacar una diferencia clave en este análisis: en Honduras estos fondos se destinan a instituciones culturales, no necesariamente a apoyar directamente las creaciones de los artistas, como ocurre en Guatemala y Costa Rica.
Este bajo monto refleja la limitada capacidad de las instituciones culturales para cumplir con sus objetivos de preservación, difusión y acceso a la cultura, especialmente en comunidades vulnerables. Si una parte significativa de este monto se destina a gastos operativos de dichos centros y organizaciones culturales, ¿qué porción queda para apoyar directamente a los artistas y sus creaciones? Con un presupuesto tanto productivo como social tan reducido, es difícil fomentar la participación cultural y asegurar que todos los artistas, incluidos los más marginados, tengan acceso equitativo a programas y actividades culturales.
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En conclusión, aunque el aumento en la asignación presupuestaria para el sector cultural en Honduras para el 2025 es un paso positivo, la cifra sigue siendo insuficiente frente a las verdaderas necesidades de un sector que es esencial no solo para la identidad nacional, sino también para el desarrollo económico y social del país. Si la administración de la presidenta Xiomara Castro realmente quiere fortalecer el sector cultural, debe realizar inversiones directas que beneficien a los artistas y a las comunidades más vulnerables. El apoyo a la infraestructura es importante, pero debe de ir de la mano con el respaldo directo a las creaciones culturales, que son el corazón de la identidad y la economía creativa de Honduras. Invertir más en el sector cultural es una inversión estratégica con retornos positivos: una sociedad más inteligente, diversa, educada y unida.