Fotografía y texto: Fernando Destephen
La noche del domingo 26 de mayo, una familia de cuatro personas regresaba en motocicleta al sector 5 de la colonia Villanueva en Tegucigalpa, después de presenciar las carreras clandestinas de automóviles modificados y motocicletas frente a la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
A la altura del puente peatonal en la colonia El Hato de Enmedio, la moto se accidentó y las cuatro personas cayeron violentamente al pavimento. Según información proporcionada por el subcomisario Darwin Hernández, jefe de la sección de investigación de la Dirección Nacional de Vialidad y Transporte (DNVT), la llanta trasera de la motocicleta explotó debido a un clavo en el pavimento, lo que provocó que chocaran contra un carro pick-up.
Esto ocasionó la caída de las cuatro personas que iban en la moto sobrecargada, la cual, según su diseño y las leyes de tránsito, solo debía transportar a dos usuarios. Dos adultos y un menor de dos años sobrevivieron, pero un bebé de tres meses que llevaban con ellos no resistió el impacto de la caída y murió.
Este caso es solo uno de los miles de registros de muertes por accidentes de motocicleta en Honduras. Según datos de la DNVT, el 2023 cerró con 1,820 muertes por accidentes en motos. El 70 % de los accidentes son causados por los mismos motociclistas, y son ellos quienes resultan lesionados de gravedad o pierden la vida.
Aunque Honduras está bajo un estado de excepción desde diciembre de 2022, y esas cuatro personas que iban en la motocicleta debieron haber pasado al menos un retén, ya sea de ida o de regreso, esa noche ninguna autoridad los detuvo. Consultado al respecto, el subcomisario Hernández aclaró que es un estado de excepción parcial, y que no está orientado a limitar la circulación de vehículos. Aunque reconoció que en la zona de la UNAH se hacen carreras clandestinas y aseguró que toman precauciones como la instalación de retenes; sin embargo, el domingo 26 de mayo ningún retén detuvo a estas cuatro personas, y las carreras clandestinas en la UNAH se siguen haciendo.
Desde el punto de vista de la psicóloga Claudia Sánchez, una de las razones detrás de estas carreras de vehículos es «esa necesidad de pertenencia que se une con acciones antisociales, en las que encuentran satisfacción al desacatar una norma específica. De ahí surge la necesidad de muchos», explicó Sánchez. Al estar juntos y sin supervisión, «se desinhiben, pierden cierto raciocinio y comienzan a realizar acciones extremas para presumir su valor», agregó. Esto explica por qué en esos eventos las personas arriesgan sus vidas y, como daño colateral, las de otros.
Estos accidentes, más allá del dolor físico y emocional, también tienen un costo para el Estado y constituyen, en palabras de Mandy Norales, portavoz del Hospital Escuela de Tegucigalpa, una emergencia no declarada: «Estamos colapsados tanto en emergencia pediátrica como en emergencia de adultos; en este momento se han disparado los pacientes pediátricos por accidentes de tránsito».
De lunes a viernes, el Hospital Escuela atiende alrededor de 10 a 12 personas por accidentes de tránsito en donde hay motocicletas involucradas; los fines de semana, la cifra se duplica, afirma Norales.
Tres domingos después del accidente de esa familia, la indiferencia permite que conductores de motocicletas y vehículos modificados continúen con sus exhibiciones, poniendo en riesgo sus vidas y las de otras personas. Mientras tanto, las autoridades siguen sin implementar acciones contundentes que eviten que esta «emergencia no declarada» se siga agravando.