Monserrath, hija de Margarita Murillo, lleva nueve años viviendo como asilada política en Nueva York, Estados Unidos. Llegó ahí después de sufrir amenazas por buscar justicia para su madre. Durante el juicio por narcotráfico contra el expresidente Hernández, un testigo mencionó que la fiscal Marlene Banegas fue asesinada después de que ella recibió información que vinculaba a Hernández con el narcotráfico; esa fiscal también investigaba el asesinato de Margarita Murillo.
Texto: Jorge Cabrera y Vienna Herrera
Fotografía: Jorge Cabrera
El día del veredicto que señaló como culpable al expresidente Juan Orlando Hernández por tres cargos relacionados con el narcotráfico, Monserrat no asistió a la Corte de Nueva York. Lo había hecho en los días anteriores, cuando llegó a manifestarse afuera de la corte con otros migrantes hondureños, para recordar a las personas asesinadas durante los gobiernos de Juan Orlando Hernández. Pero el día del veredicto, ella lo escuchó desde su casa y no pudo evitar llorar, porque sintió el sabor agridulce de una justicia que espera desde hace mucho.
Monserrat tiene nueve años de haber huido de Honduras por amenazas. Ella es hija de Margarita Murillo, una campesina hondureña que luchó toda su vida por el acceso a la tierra, especialmente para las mujeres, hasta que fue asesinada el 27 de agosto de 2014.
Su muerte ejemplifica el patrón de violencia contra las personas defensoras de derechos humanos. A casi 10 años de su asesinato, su caso sigue en impunidad. La fiscal que investigaba el caso, Marlene Banegas, fue asesinada en medio del proceso de investigación un 10 de octubre de 2014. Durante el juicio contra el expresidente Hernández, el testigo de la fiscalía «José Sánchez», -un alias para proteger la identidad de un contador de la empresa Graneros del Norte, propiedad de Fuad Jarufe- dijo que a la fiscal Banegas la habían asesinado después de que él le entregara videos y grabaciones que probaban reuniones entre el expresidente Hernández y el narcotraficante Geovanny Fuentes.
A Monserrat esa información no le tomó por sorpresa; era algo que tanto ella como su familia suponían, porque sabían que la fiscal Banegas estaba investigando el crimen organizado y narcotráfico, y el caso de su madre también se ha relacionado con las mismas estructuras criminales. «Todo les salió perfecto porque matan a Banegas y el caso de mi mamá queda en la impunidad, desaparecen todo tipo de evidencia porque su expediente está vacío», dijo. Explicó que días antes de que la fiscal Banegas fuera asesinada, la había llamado a ella para notificarle que harían capturas de tres personas involucradas, pero que no podía decirles quiénes eran por teléfono, porque era peligroso. Acordaron verse, pero la cita nunca se dio porque a Banegas la mataron.
«Cuando este señor, el Tigre Bonilla, llegó aquí extraditado, pues simplemente lo confirmamos y dijimos sí, tenemos razón, a ella la asesinaron porque ella estaba investigando también esta estructura del narcotráfico», explicó Monserrat. Juan Carlos «El Tigre» Bonilla fue director de la Policía Nacional entre 2012 y 2013. Fue extraditado y se había programado su juicio de forma conjunta con el del expresidente Hernández y el expolicía Mauricio Hernández. Sin embargo, días antes de que iniciara, tanto Pineda como Bonilla se declararon culpables de los cargos.
Por eso, cuando Monserrat conoció el veredicto de culpable para Juan Orlando Hernández, la embargaron muchas emociones. «Para nosotros como familia, y creo que para muchos hondureños que han perdido a su familia por estas mismas circunstancias del crimen organizado y el narcotráfico es una gran ganancia, una lucha que de cierta manera nos hace sentir felices por un poco de justicia que pueden tener nuestros mártires», explicó.
«No es fácil uno estar en un juicio de estos sabiendo de que por vía de esas personas, tal vez no con su propia mano, pero sí porque estaban al mando, fueron los causantes de la muerte de tu mamá o de cualquier otro ser querido, como ha pasado con otros hondureños», dijo Monserrat. Ella cree que los asesinos intelectuales del asesinato de su madre continúan en Honduras.
Meses después del asesinato de la fiscal, Monserrat huyó junto a su hija hacia Estados Unidos. Al llegar a la frontera se entregó a las autoridades migratorias para solicitar asilo político. Aunque ahora vive en un edificio de apartamentos en Queens junto a sus dos hijos y su esposo, cuenta que el camino no fue fácil. Su hija vive con síndrome de Rett, un trastorno genético neurológico poco frecuente que afecta la forma en que el cerebro se desarrolla. «Al momento de llegar a Estados Unidos, a las personas las dejaban hasta seis meses detenidas en “la hielera”. En mi caso, yo solo estuve una semana por la condición médica de mi niña», explicó Monserrat.
El refugio de Monserrat
Actualmente Monserrat se dedica a trabajos de cuidados y labores domésticas, y tiene una cuenta en Tik-Tok que le genera ganancias por promocionar productos. Mientras prepara avena caliente, cuenta que, después de haber huido de una persecución política violenta en Honduras, su vida en Estados Unidos no ha sido calmada. Monserrat ha sufrido amenazas provenientes del ahora embajador de Honduras ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Roberto Quesada, tras denunciarlo por intento de violación.
Las denuncias de violencia basada en género por parte de políticos o representantes del actual gobierno no han sido investigadas. «Tenemos amenazas aquí mismo en Estados Unidos, pero aquí es diferente, ellos saben que para que te toquen hay que pensarlo dos veces (…) Lastimosamente ahora estoy huyendo de dos gobiernos: ¡dos gobiernos!», dice, indignada.
En el juicio por narcotráfico a Juan Orlando Hernández, el narcotraficante Devis Leonel Rivera, del cártel de los Cachiros, dijo que sobornó a Carlos Zelaya, actual secretario del Congreso Nacional, hermano del expresidente José Manuel Zelaya y padre del actual ministro de Defensa.
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Monserrat muestra orgullosa dos retratos de su madre que lleva consigo cada vez que participa en alguna manifestación que hace la comunidad de migrantes hondureños en Nueva York. Dice que así esperarán a todo hondureño extraditado que llegue a la corte estadounidense. «Como hemos recibido a Juan Orlando, como recibimos a Tony, no importa si incluso es del mismo Partido Libre, nos verán ahí con pancartas grandes que dicen su nombre, con chachas (esposas) y con el uniforme de encarcelados, porque nosotros lo que queremos es que Honduras cambie», finalizó.