Honduras sigue sin oportunidades para migrantes retornados ante políticas de terror del Gobierno de Donald Trump

Las medidas antimigrantes adoptadas por Donald Trump han disminuido el flujo migratorio rumbo a Estados Unidos, pero las condiciones históricas que han expulsado a los hondureños no han cambiado, por lo que expertos opinan que dicha reducción será temporal. Mientras tanto, hondureños y hondureñas relatan las penosas experiencias que pasaron en su proceso de deportación. «Nos dieron comida agusanada», contó un barbero detenido en Florida. 

Texto: Allan Bu
Fotografías: Fernando Destephen y archivo CC

«Dicen que en Estados Unidos se va a desatar una guerra. Yo estoy rogando a Dios que mis hermanos se vengan», le dice una mujer a otra en un supermercado de Villanueva, Cortés, en el norte de Honduras. Hablan sobre la situación de sus familiares en el país norteamericano, donde el presidente Donald Trump ha desatado una cacería sin precedentes contra los migrantes sin un estatus regular. Miles de deportaciones son acompañadas de una campaña de odio y temor en la que se exhiben con orgullo imágenes de migrantes siendo apresados y sacados de sus trabajos. 

La conversación de las dos mujeres es precisamente a raíz de la difusión de videos en redes sociales y noticias de televisión donde agentes de migración de Estados Unidos detienen a migrantes sin ningún miramiento. 

En uno de los tantos videos difundidos, una mujer llora, grita e intenta evitar que los oficiales la suban a una patrulla. Ella fue atrapada mientras cumplía con una cita de migración en Texas. También se volvió viral la detención de más de 300 trabajadores latinos en la construcción de un edificio en Tallahassee, Florida. Esta es la redada más grande, o al menos la más difundida, desde que Trump llegó al poder.

Una caravana de migrantes inicia en San Pedro Sula su recorrido, con la idea de llegar hasta los Estados Unidos. San Pedro Sula, Cortés, 24 de enero de 2024. Foto: Archivo CC.
Una caravana de migrantes inicia en San Pedro Sula su recorrido, con la idea de llegar hasta los Estados Unidos. San Pedro Sula, Cortés, 24 de enero de 2024. Foto: Archivo CC.

El Gobierno de Trump ha comenzado a buscar migrantes sin un estatus regular en sus trabajos, en carreteras, restaurantes, y en general en cualquier lugar y a cualquier hora. 

A Denis, un hondureño que estaba desde 2020 en Estados Unidos, lo apresaron en una oficina de migración, cuando asistía a una cita relacionada con el proceso de asilo que comenzó hace cinco años, cuando los problemas económicos originados por la pandemia lo expulsaron de Honduras: «No quería irme, pero hubo un bajón económico», le dijo a Contracorriente el 28 de mayo de 2025, día que llegó deportado desde Estados Unidos. 

Denis iba confiado a la cita; el único detalle que no parecía normal es que estaba programada para octubre de este año, pero se la adelantaron para marzo. Él no sabía lo que le esperaba. Ni siquiera lo sospechó, solo le pareció extraño cuando agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) se acercaron a la silla donde esperaba su turno y le pidieron que pasara a una oficina. «Me engañaron. Dijeron: “pase aquí”, y de repente me dicen: “está detenido por el ICE”, y no me dijeron ni mis derechos ni nada», contó Denis.

Él les preguntó por qué lo detenían, ya que él estaba procesando solicitud de asilo desde hacía cinco años, y uno de los oficiales le respondió: «Ustedes saben que esto iba a pasar. Esto es una redada de ICE». En esa corte de Florida también detuvieron a otra persona más, aunque había unos 10 esperando turno. 

Mientras conversamos con Denis en el Centro de Atención al Migrante Retornado (CAMR), pasa muy cerca de nosotros un hombre con pantalones cortos y una camisa desteñida. Ambas piezas tienen incontables manchas de pintura. Él también fue deportado, y le pedimos que nos deje tomarle una foto para evidenciar que no están deportando criminales, sino trabajadores. Me dice, sonriendo, que no quiere hacerse famoso, pero antes de contestar una llamada nos cuenta que fue detenido cuando iba a trabajar, a las 7:00 a. m., y que justamente el día en que lo atraparon llevaba la ropa con la que tuvo que regresar.  No tuvo oportunidad de nada, ni de cambiarse, ni de reclamar nada.

Carlos, quien es oriundo de Villanueva, también fue detenido en una cita de supervisión en migración. Tenía una cita para abril, pero también se la adelantaron para marzo. Fue detenido y estuvo detenido en la cárcel por tres meses. 

Durante el tiempo que estuvo en la cárcel, Carlos aprovechó para tomar cursos sobre cómo defender sus derechos en una corte. Sin embargo, eso no evitó que lo expulsaran del país al que había viajado en 2023 junto a su esposa e hija, quienes aún tienen pendiente una cita en la corte por el proceso de asilo que iniciaron. No saben si asistir. Es una jugada de doble filo: por un lado, si no se presentan, podrían ser deportadas, pero si lo hacen, corren el riesgo de ser detenidas.

Carlos y su familia viajaron a Estados Unidos en busca de mejor atención en salud para su hija,  que sufre de diabetes y tiene que usar insulina, con un valor de más de cinco mil lempiras. Recuerda que su esposa y él «ya no daban para más», refiriéndose a su imposibilidad de cubrir los gastos médicos. Ahora, cinco años después de haber intentado todo para su bienestar, están separados y con un futuro incierto. 

Carlos piensa que el país al que un día se fue buscando ayuda es un caos. «Están condenando a los migrantes que son reincidentes en la entrada al país, con multas hasta de 250 mil dólares y con uno a dos años de prisión», dijo. 

A Denis lo detuvieron sin tener ningún antecedente, pero lo hicieron firmar la deportación: «Es un infierno que te tengan en una cárcel con criminales, mejor, si te van a deportar que lo hagan rápido, pero te tienen comiendo hasta engusanado», se quejó. 

Pese a toda esta narrativa del miedo y la exhibición de migrantes enchachados, los números indican que las deportaciones, al menos en Honduras, no han llegado a las cifras que se esperaban. La abogada Rosa Posadas, jefa de la Unidad de Atención al Migrante Retornado, aseguró que hasta ahora el país no está siendo «hostigado con tanto retorno».

Agregó que Honduras está recibiendo un promedio de nueve a diez vuelos semanales de personas que fueron detenidas por ICE, pero también, hasta la fecha de publicación de este reportaje, habían llegado siete aviones militares con migrantes y uno con hondureños que se acogieron a la autodeportación. «Estados Unidos tiene permiso de aterrizar 12 vuelos a la semana con deportados, y el año pasado se andaba con el mismo promedio», afirmó Posadas. Agregó que «el año pasado cerramos en un promedio de 48,000 retornos, y para este 2025 tenemos esa proyección de que se recibiría una cifra similar, siempre y cuando no se mire un alza»

Recordó que durante el gobierno de Joe Biden, entre agosto y octubre de 2023, hubo un pico en las deportaciones, cuando llegaron a utilizarse los 12 vuelos semanales que están permitidos a Estados Unidos para enviar deportados. 

Sor Idalina Bordignon, directora del Centro de Atención al Migrante Retornado (CAMR) en el aeropuerto Ramón Villeda Morales, sostuvo que «comparando [con] los años anteriores, es más una narrativa para impresionar y crear miedo. Crear odio en las personas, pero este año, enero, febrero, marzo y abril fueron meses con niveles de deportaciones muy bajitos. Ahora, ya en mayo, pasamos los 2,000 retornados en el mes, hay un crecimiento, pero no creo que vaya a ser tan fuerte, y yo espero que vaya bajando». 

Previo al inicio del mandato de Donald Trump, por el oriente de Honduras cruzaban otras caravanas de migrantes que llegaban desde Venezuela con rumbo a Estados Unidos. Trojes, El Paraíso, 24 de agosto de 2023. Foto CC / Fernando Destephen.

El terror  como arma para disminuir la migración

Las medidas migratorias implementadas por la administración de Donald Trump parecen estar enfocadas, por el momento, en disuadir a quienes consideran migrar hacia Estados Unidos. 

Aunque se han difundido imágenes específicas de operativos del ICE en los que se detiene a migrantes, en el caso de Honduras las cifras de deportaciones no muestran un aumento significativo en comparación con las registradas durante el mandato de Joe Biden. No obstante, debido a que se trata de migración irregular, no existen registros oficiales que permitan ofrecer estadísticas precisas, sino únicamente estimaciones.

Según cifras de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés), el flujo migratorio ha mostrado una disminución en los últimos meses. En enero se registraron alrededor de 29,000 detenciones, y entre febrero, marzo y abril, la cifra se redujo aún más, sumando aproximadamente 24,000 detenciones en total. Este número contrasta con el promedio mensual de 155,000 detenciones registrado durante los cuatro años de la administración de Joe Biden.

Tras el primer cuatrimestre de 2025, los migrantes mexicanos continúan encabezando la lista de aprehensiones, con un total de 44,776 casos, seguidos por personas originarias de Guatemala (7,573), Honduras (6,009) y El Salvador (2,351). En el caso de Honduras, el promedio anual de deportaciones durante 2023 y 2024 fue de aproximadamente 80,000.

Una de las causas probables de esta disminución en el flujo migratorio es la suspensión de la aplicación CBP One, utilizada por personas migrantes para agendar citas relacionadas con solicitudes de asilo. También se ha intensificado la presencia de fuerzas de seguridad en la frontera y se han reforzado las estructuras físicas de contención, como el muro fronterizo. 

Pero quizás la herramienta más efectiva que Trump ha implementado para contener la migración es la campaña de terror. A través de la difusión de la detención de migrantes, ha copado espacios con la narrativa de que «está deportando criminales», y en países como Honduras ha montado una campaña en redes sociales y en la TV que, entre líneas, invita a los migrantes a no viajar por ningún motivo de forma «ilegal». 

Denis dice que escuchó que Donald Trump canceló todas las citas realizadas por la CBP One y dio 10 días a quienes estaban en el proceso para salir del país. Y lo primero es cierto; más de 900,000 personas que desde enero de 2023 habían entrado al país mediante el CBP One recibieron un correo en el que se leía «es hora que abandones el país», pero no es cierto que haya un plazo para salir de Estados Unidos, al menos no todavía.

Un grupo de venezolanos con rumbo a Estados Unidos espera en fila para abordar un bus. Trojes, El Paraíso, 24 de agosto de 2023. Foto CC Fernando Destephen.
Un grupo de venezolanos con rumbo a Estados Unidos espera en fila para abordar un bus. Trojes, El Paraíso, 24 de agosto de 2023. Foto CC Fernando Destephen.

Trump, además, canceló el Estatus de Protección Temporal (TPS por sus siglas en inglés) a más de 350 mil venezolanos, y la diáspora hondureña de 55,000 hondureños y hondureñas bajo esa protección, cuyo permiso vence el 5 de julio, creen que también irá contra ellos.

En una medida reciente, la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos anuló el programa de parole humanitario que había permitido la entrada legal a ese país de aproximadamente 530,000 migrantes provenientes de Venezuela, Cuba, Haití y Nicaragua. Esta política, impulsada por la administración de Joe Biden, facilitaba el ingreso al país mediante el patrocinio de una persona residente y otorgaba permiso temporal de trabajo.

En una entrevista en febrero de 2025, la antropóloga estadounidense Amelia Frank-Vitale le dijo a Contracorriente que la administración Trump iría «por todos» los migrantes sin un estatus regular, y se está cumpliendo incluso con aquellos que intentan conseguir documentos para regularizar su estadía.

Denis llevaba cinco años en su proceso de asilo, pero su caso se retrasó con la implementación de la aplicación CBP One, que empezó a dar prioridad a quienes lograban agendar una cita desde fuera de Estados Unidos. Así, fue deportado sin recibir una explicación clara.

Originario de Honduras y con residencia en Florida, donde trabajaba como barbero, Denis pasó por tres centros de detención antes de ser enviado de regreso al país. «El primero fue “la hielera”, el segundo fue un centro de detención, y el tercero una cárcel donde había personas detenidas por delitos graves», relató. 

En ese último lugar, ubicado en Texas, permaneció más de un mes a la espera de una audiencia en la corte que fue pospuesta en varias ocasiones. «Ahí hay mucha gente esperando, sin una decisión clara sobre su caso», añadió.

Denis también señaló que durante su tiempo en ese centro recibió comida en mal estado, y que experimentó un trato discriminatorio. A pesar de estar lejos de su familia, dice sentirse aliviado tras su retorno a Honduras. «Este país es bello», expresó, aunque ese día el calor sampedrano alcanzaba los 37 grados, y relató que en el vuelo de regreso predominaba un ambiente de resignación y alivio más que de tristeza o euforia.

Aunque ya está de vuelta, su vínculo con Estados Unidos no ha concluido. Su esposa —embarazada— y sus dos hijas permanecen allá, y tienen una cita programada en octubre como parte de su proceso de asilo. Sin embargo, Denis afirma que su esposa considera solicitar la deportación voluntaria una vez que nazca el bebé. El panorama es complicado: tras su detención, perdieron el seguro médico, y cada cita médica cuesta 2,500 dólares, con un total de ocho programadas. «No es fácil. Yo trabajé mucho allá y regreso con un sentimiento de desgaste», concluye.

La migración en Honduras ha sido una constante en la historia reciente del país, motivada por múltiples factores: la búsqueda de empleo, la reunificación familiar, o la necesidad de resguardo ante contextos de violencia. Actualmente, ese flujo ha disminuido, influido en parte por las nuevas restricciones implementadas por Estados Unidos en su frontera sur, así como por la circulación de imágenes y relatos que evidencian los riesgos del trayecto. Este escenario ha tenido un efecto disuasivo temporal, aunque los expertos coinciden en que no será permanente.

César Castillo, director del Observatorio de Migración de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), sostiene que aunque la falta de registros oficiales dificulta tener cifras exactas sobre los hondureños que toman la ruta migratoria, hay otros registros, como las detenciones en Estados Unidos y las solicitudes de refugio en México, que indican una disminución, pero él cree que no será permanente.

«La gente está haciendo un compás de espera; si lo vemos al término del tránsito por Honduras,  se ha detenido. Según los datos del mismo gobierno, en el 2023 pasaron más de 500,000 personas, la mayor parte eran venezolanos. En el 2024 pasaron más de 350 mil personas por Honduras, y este 2025, los registros indican que están pasando por el país un poco más de 13,000 personas; es una reducción muy significativa», sostiene. 

Agrega que habrá una pausa en los planes de migración de la población hondureña mientras se estabiliza la situación en Estados Unidos, y menciona que una de las cosas que se reacomodará es el tráfico de personas, pues los denominados «coyotes» tendrán que buscar nuevas rutas. «La población hará una pausa, pero si las condiciones no mejoran en el país, tampoco esa pausa será muy prolongada», dijo. 

Un hombre venezolano en tránsito migratorio carga a su hijo mientras aborda un bus gratuito que los trasladará hasta la frontera con Guatemala. Danlí, El Paraíso, 24 de agosto de 2023. Foto CC / Fernando Destephen.
Un hombre venezolano en tránsito migratorio carga a su hijo mientras aborda un bus gratuito que los trasladará hasta la frontera con Guatemala. Danlí, El Paraíso, 24 de agosto de 2023. Foto CC / Fernando Destephen.

En Honduras, migrar es un plan de vida que aparece a cualquier edad. En el 2019, el Observatorio de Migración de la UNAH realizó un estudio en los departamentos de Olancho e Intibucá, para el cual entrevistaron a 2,100 jóvenes de tercer ciclo de educación básica. Uno de los datos más relevantes es que en ese entonces, seis de cada diez adolescentes pensaban en emigrar del país en el futuro. Los estudiantes mencionaban como razones para desear irse del país: tener un familiar en el extranjero, que en su casa recibían remesas, que escuchaban que no había empleo, y que escuchaban que «el dinero no alcanzaba». 

A finales de mayo, el Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación de la Compañía de Jesús (Eric-SJ) publicó el Sondeo de Opinión de 2025, en el que hay un apartado de migración donde se menciona que un 47 % manifestó que ha considerado la posibilidad de dejar el país. La principal razón por la que las personas desean migrar es la falta de empleo y oportunidades para generar ingresos, que, sumado a quienes responden que se quieren ir por la situación económica, representa el 76 % de los que contemplan salir del país. Hay que mencionar que la encuesta fue aplicada entre el 17 y 18 de marzo, cuando la narrativa de odio de Trump contra los migrantes ya había llenado espacios físicos y digitales.  

Castillo alabó que desde el Gobierno se haya impulsado el programa «Hermano, hermana vuelve a casa», que brinda apoyo económico a los deportados con 100 dólares que se les entregan el día que llegan, transporte para regresar a su domicilio, y 1,000 dólares de capital semilla para impulsar una idea de emprendimiento.

Pero, aunque alaba la iniciativa, piensa que, finalmente, ese es el camino equivocado. «El problema es que si nosotros seguimos pensando en atender a una población que va a regresar al país nos estamos equivocando, el tema es que tenemos que buscar cómo retenemos a nuestra gente. Hay que evitar que se vaya», dijo. 

Castillo opinó que se deben generar empleos de calidad que permitan mejorar la condición de vida de los trabajadores. «Aquí festejamos cuando se abren puestos de trabajo, pero son empleos precarios, lo que hace la gente es sobrevivir, por eso se van», señaló. 

Sor Idalina Bordignon, directora del CAMR en San Pedro Sula, ubicado en el aeropuerto Ramón Villeda Morales, manifestó que todos los actores de la sociedad hondureña «tienen una responsabilidad en todo esto», haciendo referencia a la gran cantidad de hondureños que dejan el país en busca de mejores oportunidades. «Somos una sociedad expulsora de la mano de obra, que expulsa a nuestros hijos. Abortamos nuestra sangre», sostuvo. 

 Piensa que una de las formas de frenar la migración es poner atención en los desequilibrios que hay en el país. «Hay que equilibrar el dinero», expresó, refiriéndose a la desigualdad que hay entre los pobres y ricos. Además, mencionó la necesidad de fomentar el trabajo en la tierra, ya que muchos de los migrantes tienen experiencia en la agricultura. 

Por su parte, César Castillo cree que, si bien es cierto hay una disminución en el flujo migratorio, este se reanudará si las cosas no mejoran. «Va a encarecer la migración; si se pagaba de 12,000 a 15,000 dólares para que los coyotes lo llevaran a Estados Unidos, ahora va aumentar. Entre más se restringe la frontera, no es que se detiene la migración, sino que se encarece», dice el investigador. 

Las políticas antimigrantes de Trump pueden provocar que los hondureños opten por contemplar otras opciones para migrar, dice Castillo. Uno de esos destinos podría ser México, o quizás aumente el flujo hacia Europa, específicamente España, donde ya hay una numerosa colonia hondureña, y podría aumentar. 

 Gobierno de Trump criminaliza a los migrantes

«Ahora todos andan como “cusucos”, hay una soledad perra en la calle. Sí anda gente, pero no como antes, que eran montones de gente caminando y bebiendo», nos cuenta Nelson, un hondureño radicado desde hace 20 años en Charlotte, Carolina del Norte. 

Nos cuenta que en esa ciudad los operativos del ICE han arreciado y que van contra todos los migrantes sin estatus regular. 

Carlos, migrante oriundo de Villanueva, Cortés, quien fue deportado el miércoles 28 de mayo, describió un escenario muy similar: «Ahorita medio sale uno y lo agarran, es una sola “pescazón” [detenciones] de gente la que están haciendo. Y aunque no se ande en algo malo, por uno pagamos todos.  Hoy es parejo, policía estatal, sheriff, ICE… Todos están agarrando “a Mundo y Raimundo”, no perdonan nada». 

«Estados Unidos así como va ahorita, va en picada. La mano de obra fuerte son los latinos, ellos [estadounidenses] solo trabajan con tecnología, quienes hacen el trabajo duro en el sol somos nosotros. Nunca vi trabajando a un gringo como trabajamos nosotros», dijo. 

Relató que hay mucho miedo; muchos no quieren salir a trabajar y permanecen escondidos, mientras las cuentas por pagar no dejan de correr: «La gente no quiere ir a trabajar, hay algunos que se están escondiendo. Unos dicen que se van a esconder hasta que Trump salga y eso le va afectar a Honduras por las remesas». 

Jazmín, una hondureña que reside en Florida, comentó que muchas personas viven con temor, aunque en su experiencia, las acciones del ICE se han enfocado principalmente en personas con antecedentes penales, o en aquellas a quienes se les ha negado la permanencia en el país bajo mecanismos como el parole humanitario, que beneficiaba a ciudadanos venezolanos, haitianos, cubanos y nicaragüenses. Sin embargo, esta conversación tuvo lugar antes de una redada masiva registrada en Tallahassee, capital del estado. Ese tipo de hechos demuestran que las medidas migratorias afectan incluso a personas que contaban con algún tipo de estatus legal, como el parole humanitario o el Estatus de Protección Temporal (TPS).

Sor Idalina Bordignon defiende a los migrantes, afirmando que «es mentira cuando dicen que los migrantes son criminales. El 99.99 % de los hondureños son personas trabajadoras, que se fueron para tener mejores condiciones de vida. El  hondureño que sale es porque quiere tener una vida más digna que no la encuentra en su país».

Sostuvo que ella ha escuchado testimonios de personas que fueron deportadas cuando  estaban trabajando, llenando combustible en una gasolinería, o en una cita de migración. «He visto aquí hombres que tenían 15, 20 o 25 años en Estados Unidos, y lloraban porque tenían hijos pequeños, se preguntaban qué iba a pasar con su familia. Es una situación muy dura, porque no es solo lo económico, sino que también hay emociones». 

Uno de esos casos es Denis, el barbero, que iba por una cita de migración y fue detenido como delincuente, y después retenido casi dos meses en una cárcel. «Yo estoy resentido con ese país. Tanto trabajo que hice.  Si me preguntan que si yo vuelvo a ese país, uy no… yo no vuelvo para allá». 

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