Texto y Fotografías: Fernando Destephen
El problema de la falta de agua en el Distrito Central no es nuevo. Durante los primeros seis meses de cada año, Tegucigalpa y Comayagüela enfrentan racionamientos, escasez de agua y temperaturas superiores a los 30 grados. Además, al menos desde el año 2020, los incendios forestales han cubierto la ciudad con una densa capa de humo. Aunque la crisis afecta a todo el municipio en cierta época del año, en decenas de barrios y colonias el problema es aún más grave, pues el servicio de agua nunca ha sido eficiente. Entre esos lugares que viven una situación grave se encuentra la colonia Ramón Amaya Amador.
Esta colonia queda en lo más alto de Comayagüela, y para que el flujo llegue a las casi 1,200 casas de la colonia, a la cisterna de 85 galones construida en 2007 —cuando la zona tenía sólo 800 viviendas— y al tanque de almacenamiento en el cerro El Mogote, desde donde se distribuye el recurso, debe circular al mismo tiempo y el mismo día por 34 colonias. Ese día suele ser los jueves, sin un horario fijo, pero generalmente ocurre en la madrugada y no garantiza un buen servicio. La distribución en esta zona está programada cada ocho días, lo que obliga a los vecinos a desvelarse o interrumpir su sueño para poder almacenar agua.
A esta zona también llegan camiones cisterna privados para vender agua y así suplir la necesidad de sus habitantes. Por las pavimentadas y angostas calles de esta colonia a diario se pueden contar hasta cinco cisternas vendiendo agua. El precio promedio por barril oscila entre 35 y 40 lempiras, y su compra se ha vuelto una necesidad.
Con suerte, el agua de la llave que llega cada ocho días alcanza para llenar uno o dos barriles, según relata Gladys Rubio, quien debe comprar dos barriles diarios porque su pila y los contenedores donde almacena el agua suelen estar vacíos. Otra alternativa para captar y almacenar agua es la lluvia, lo que obliga a los vecinos a mantener los techos limpios y a vigilar el comportamiento de los gatos para evitar contaminaciones.
Gladys asegura que le gustaría tener una reunión con representantes de la Unidad Municipal de Agua Potable y Saneamiento (UMAPS); su frustración incluso la llevó a internarse en los complicados laberintos burocráticos de esta institución, pero terminó desistiendo. Dice que su tiempo es valioso y, al menos, dice con resignación, sus hijos trabajan y pueden costear la compra de agua y el pago de la factura mensual por un servicio deficiente. Aun así, reconoce que «a veces se puede tener dinero y a veces no».
En esta colonia, comprar agua a particulares se ha vuelto tan habitual como las promesas de mejorar el servicio. En diciembre de 2021, el gerente de la UMAPS, Arturo Tróchez, aseguró que instalarían bombas más potentes para solucionar el problema. Sin embargo, hasta ahora, Julio Salinas y Santos Amador, presidente y vicepresidente de la Junta de Agua de la colonia Ramón Amaya Amador, no han logrado reunirse con él, ni siquiera por teléfono. Paradójicamente, la colonia está ubicada a menos de un kilómetro de la represa Los Laureles, pero el agua no llega con suficiente fuerza o, simplemente, no llega.
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Julio ha remodelado su casa, y esa construcción le costó, en promedio, un par de cisternas adicionales. Elevó el techo un metro para refrescar el ambiente, y tiene una pila grande que requiere al menos cinco barriles para llenarse. En esta temporada solo comparte la casa con otra persona, por lo que el agua les ajusta, aunque se ensucia, y a Julio le duele desperdiciarla, así que la reutiliza en los baños. Muchos vecinos hacen lo mismo: el agua de las lavadoras se recicla y algunos han ideado sistemas caseros para captar lluvia, como cortar una botella de plástico y unirla a una manguera para redirigir el agua y aprovecharla.

Julio cuenta que también sufren racionamientos de agua, lo que notan cuando solo una de las dos turbinas de la represa Los Laureles abastece a las 34 colonias que rodean la Ramón Amaya Amador. Otra promesa que les hicieron fue la construcción de un tanque más grande para la colonia. Según Julio, alguien de la UMAPS les confirmó que los estudios para el nuevo tanque, realizados hace dos gobiernos, existen, pero siguen archivados, lejos de cualquier intento de construcción. La obra permitiría recibir agua hasta tres veces por semana sin depender de cisternas, como prometió un ingeniero que visitó la zona.
Desde este sector también se puede ver desde esta temporada el humo de los acostumbrados incendios forestales en la capital. Este año el comportamiento de los incendios forestales ha sido distinto; el Instituto de Conservación Forestal (ICF) registra alrededor de 50 incendios forestales, una reducción del 194 % en la ocurrencia de los incendios y del 198 % en las áreas afectadas en comparación con el mismo periodo del año 2024, aunque se han afectado 1,158 hectáreas de bosque en los departamentos de Francisco Morazán, Choluteca, Olancho y Santa Bárbara. También el ICF estima que 2.8 millones de hectáreas son susceptibles a incendios.