Texto y portada por Persy Cabrera
En la colonia donde viví durante más de veinte años iniciaron la búsqueda de un «ambiente más seguro» colocando una caseta con guardias de seguridad en la entrada vehicular. Luego instalaron un portón, dos portones, tres, y pronto todas las entradas peatonales estaban bloqueadas.
En el bloque donde viví hay una cancha que tiene un aro de baloncesto, y la base metálica de este sirvió como portería de fútbol durante muchos años, en la pared del fondo está dibujado –si no es que se ha borrado con el tiempo– un rectángulo que hizo de portería rival. Durante mi adolescencia ese fue mi punto de encuentro con cipotes de esa y de otras colonias y, por supuesto, de otras realidades. Antes de irme hace un año, ya como un adulto, esa cancha no era más que un portón cerrado con candado.
En Tegucigalpa los capitalinos pasamos nuestro tiempo de ocio en centros comerciales. Caminamos, caminamos y caminamos en círculos hasta detenernos cada cierto tiempo para ver a través de los vidrios enormes de las vitrinas. El tiempo de ocio del hondureño se pasa en el mall y el acceso a espacios públicos de esparcimiento está obstaculizado por portones, inseguridad y militarización.
Esto lo apuntó Ixchel Ayes, arquitecta con una maestría en Asentamientos Humanos y Medio Ambiente de la Universidad Católica de Chile, en una entrevista que le realicé sobre el crecimiento vertical de Tegucigalpa en octubre de 2024. De acuerdo con ella, un centro comercial ni siquiera debería ser un edificio muy grande porque la fórmula, como lo llama ella, de las plazas comerciales pequeñas también funciona y se ha extendido en toda la capital.
En una entrevista reciente, Ayes me dijo que el espacio público no es solo aquel que usamos para movilizarnos, también lo es aquel que nos sirve de descanso, recreación y encuentro. El espacio público «en el sentido amplio, es importante porque es todo el espacio que se comparte y donde es posible construir vínculos comunitarios, fortalecer el tejido social y por ende asumir roles ciudadanos en torno a lo que se conoce como “bienes comunes”» apuntó la arquitecta.
«Durante los últimos 30 años, los espacios públicos son cada vez más comercializados y han sido sustituidos por edificios privados o semipúblicos» dice un documento sobre el espacio público tras Hábitat III, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenido realizada en 2016.
Aquella cancha fue importante para mí. Todos los días en la tarde pedía permiso (o no) para salir a jugar. Jugué al fútbol con niños, adolescentes, incluso un par de adultos que hacían deporte para no «oxidarse». Algunos de ellos venían de colonias categorizadas como lugares peligrosos, que probablemente lo eran y todavía lo son. Mi mamá decía que los cipotes con los que jugaba eran unos «tapudos» porque pronunciaban «malas palabras» que yo no podía decir. Jugamos mucho fútbol durante mucho tiempo, botamos muchas pelotas a varios patios vecinos, incluido el de mi casa.
¿Habría que construir más canchas?
Hace unas semanas la presidenta Xiomara Castro inauguró la cancha de fútbol número 60, la construcción y reparación de la infraestructura del país ha sido uno de los trabajos que más ha resaltado el oficialismo. Un artículo periodístico de Allan Bu en Contracorriente detalló que, a pesar que desde el Gobierno se comunicó que la asignación de fondos para esta labor no depende del color político, la inversión es mucho mayor en los municipios afines al Partido Libertad y Refundación (Libre).
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Desde 2017 hasta el final de su periodo de gobierno en 2022, el expresidente Juan Orlando Hernández, promovió los «parques para una vida mejor». Su propuesta eran estos espacios con canchas multiusos, máquinas de ejercicios, ciclovías, internet gratuito, y por supuesto militarizados, colocando como guardianes de la entrada a agentes de la Policía Militar del Orden Público (PMOP) para garantizar un «espacio seguro».
Durante la administración de Ricardo Álvarez como alcalde de la capital se promovieron los «barrios seguros», que permitieron a la población poner portones, candados, cadenas, o lo que fuera para mantener el control de ingreso a las calles de acceso a las colonias y barrios del Distrito Central. Normalizamos vivir encerrados.
La arquitecta Ixchel Ayes me dijo que las canchas son necesarias pero insuficientes y además «atienden necesidades recreacionales para personas que están en condiciones de hacer deporte de alta movilidad, pero no atiende recreación y actividades deportivas para personas con movilidad reducida, personas con discapacidad, personas de tercera edad ni infancias». Además, ella considera que no es una solución buscar «cercar áreas verdes y parques, y dejarles una única entrada y salida». Concluyó diciendo que «la seguridad no es permanecer encerrados ni constantemente vigilados, nos sentimos seguros y seguras cuando vemos a otros y otras con quienes tenemos cosas en común usando el espacio en libertad, ahí percibimos que podemos hacerlo también».
Así llegamos a los malls o centros comerciales, o a las versiones mini de estos: las plazas comerciales, que ahora se extienden por toda la capital. Llegamos ahí a pesar que estos espacios son excluyentes porque todas las actividades que coexisten ahí requieren dinero y muchas ni siquiera son baratas. Si nos buscan en nuestros tiempos libres, probablemente estaremos en un mall, porque es el único espacio que se acomodó a la seguridad que exigimos. Porque algunos lugares icónicos de la ciudad para reunirse y tener vistas más verdes y en los que se puede respirar un aire más fresco, tienen más obstáculos para alcanzarlos.
Necesitamos más espacios públicos incluyentes, verdes, sin muros, sin candados o portones.
1 comentario en “Si nos buscan, estaremos en un mall”
Eso de <> fue la peor estupidez ,porque al momento de tu salir de ese portón con candado,donde queda la seguridad?.Yo crecí en un barrio donde todas las tardes se jugaba al fútbol
El barrio contaba con 3 canchas o más
No conocí todo el barrio
Incluso miembros de pandilla jugaban con nosotros y nunca hubo problemas
Porque el deporte (sin importar cuál sea),une a la comunidad ..Yo pienso que,aparte de los malos gobiernos ,el avance de la tecnología y la mala educación que reciben los niños por parte de sus padres son causas por las cuales se han abandonado las áreas recreativas..Excelente artículo de información