Texto: Teddy Baca
Cuando escribo sobre diversidad normalmente utilizo el contexto internacional para tener una gran imagen y pasar a la localidad. Hoy eso cambia porque quiero quedarme en Rusia y pensar en las terribles situaciones que están viviendo las personas LGTBIQ+ en ese país. Nos debería preocupar a todes.
Desde 2013 en Rusia existía una ley que prohibía la «propaganda» de la diversidad sexual en espacios infantiles como por ejemplo las escuelas. El Estado ruso considera propaganda cualquier visibilidad social de la diversidad sexual, puesto que para el presidente Vladimir Putin, la homosexualidad «es una elección» que solo puede ser respetable hasta llegada la adultez y además rechaza el matrimonio igualitario.
Esta concepción de la homosexualidad no es compartida por la ciencia, nadie elige su sexualidad y tampoco es modificable, pero si algo nos demuestran los políticos ultraconservadores es hacer caso omiso a esto y fingir que hablan desde la verdad.
Esa ley no solo censura a las personas LGTBIQ+, sino que también calla a las infancias diversas y en muchas ocasiones promueve una cultura en la que las personas civiles agreden a parejas del mismo sexo que manifiesten algún grado de afecto en la vía pública. La influencia de la Iglesia Ortodoxa, el odio hacia la visión occidental menos laxa de la sexualidad y la opinión ultraconservadora de Putin en suma, generaron una bomba de tiempo contra las personas LGTBIQ+.
Esa bomba ya estalló, hace pocos meses Rusia declaró ilegal cualquier representación o visibilidad LGTBIQ+ a nivel nacional, por lo que ni los adultos podrán expresarse en la vía pública o en medios y de hacerlo se enfrentan a una multa exorbitante y a una fuerte pena por prisión. Esto último se debe a una reciente resolución del Poder Judicial —controlada por Putin — en la que se sentencia que el movimiento LGTBIQ+ es «extremista» y por tanto, lo clasifica como terrorista.
Con esto, tanto la libertad de expresión como la de asociación fueron penalizadas para las personas LGTBIQ+, obligándolas a estar en el clóset de por vida, huir del país o enfrentar discriminación social y estatal, ninguna de estas opciones es razonable y solo agudiza la crisis en derechos humanos en ese país.
Esta forma de criminalización de la diversidad sexual disfrazada de «proteger los valores» es cada vez más tomada en cuenta por otros lugares, nótese Hungría, Florida en Estados Unidos y recientemente Uganda Esta escalada de odio sigue sin disminuir, la falta de acciones de Naciones Unidas y la sublevación de la discriminación como eje transversal en la toma decisiones impiden que haya una solución, al menos a corto y mediano plazo. No debería ser motivo de celebración, pero como es usual, las personas homolesbitransfóbicas aplauden estas decisiones como si la empatía y su brújula moral se les hubiera achicharrado con tanto dogma.
Ahora prácticamente cualquier apoyo emocional a menores y adultos LGTBIQ+ podría ser denunciado como «propaganda» y esto solo confina aún más a la diversidad a sufrir en silencio, lo que debería mantenernos en alerta, porque la tasa de suicidios y crímenes de odio se dispara siempre en contextos represivos, algo que afectará a cualquiera que siga este camino pavimentado en el trato cruel hacia quienes tienen una orientación sexual o identidad de género distinta a la heteronormativa impuesta.
Cuando la ley se usa para reprimir y oprimir, la rebelión se convierte en la única solución y lamentablemente, en los últimos años, más gobiernos de diferentes partes del mundo se unen a esta inquisición sexual en donde solo si eres heterosexual, tienes hijos y jamás te sales de tus roles, serás aceptado y respetado. Es necesario una reflexión para todes, en particular para quienes se creen con la autoridad de rechazar la sexualidad ajena solo porque «no la entienden» o su religión les dice que lo hagan.
Solo queda la esperanza de que algún día, ya no existan tiranos que odian la diversidad sexual, porque en el poder han demostrado de todo con tal de eliminarnos y no dejar rastro.
Quiero paz para mis hermanes diversos en Rusia y en todo el mundo, que las fronteras que nos dividen no nos hagan insensibles a los hechos.