Texto y fotografías: Amílcar Izaguirre
Durante años, los municipios de Villanueva, San Manuel y La Lima, ubicados en el departamento de Cortés, han luchado por eliminar los botaderos clandestinos y encontrar un espacio apropiado para establecer un relleno sanitario que cuente con todas las especificaciones para reducir el daño ambiental. Su expectativa es generar, a partir de ahí, un beneficio social y económico por medio del tratamiento de la basura, que ahora es un problema sin ningún control.
El tratamiento que estos tres municipios le dan a la basura consiste en llevar los desechos a un predio alejado del casco urbano, donde permanecen a la intemperie, creando focos de contaminación a su alrededor. El botadero ubicado en la colonia El Corozal, de La Lima, lleva ya 17 años en uso, y quienes lo administran han dicho que ya no le queda más espacio para recibir basura. Alberto Reyes, Jefe de la Unidad de Medio Ambiente de Villanueva, dijo que al hacer un agujero para enterrar la basura «se convierte en una piscina, porque el agua está a pocos pies de la superficie».
En este botadero trabajan 25 mujeres, recolectando plástico y metales que finalmente terminan en compañías recicladoras. Entre estas mujeres está doña Martha Enrique, de 62 años, que a diario camina dos horas desde la comunidad de La Cruz de Valencia, y trabaja 8 horas diarias para hacerse de unos 900 lempiras a la semana.
Mientras hurgaba entre las bolsas de basura, Martha encontró varios guantes que repartió entre sus compañeras. El hallazgo fue una suerte, ya que estas trabajadoras no cuentan con ningún tipo de protección para evitar enfermedades, ni de ayuda para evitar exponerse a materiales nocivos.
«Aquí no se gana mucho desde que el precio del plástico bajó de siete lempiras a dos con cincuenta por libra», se quejó doña Martha. Las recolectoras se sitúan en la parte más baja del negocio que representa la recolección y el reciclaje de la basura en Honduras.
En Honduras, según el portal de la empresa de reciclaje Invema, unas 800 mil personas se benefician del reciclaje de la basura. En el lado opuesto, en las altas esferas, constituye un negocio redondo para empresarios y políticos. Un ejemplo claro es la demanda de 6.6 millones de dólares que la empresa Sulambiente —cuya propiedad hasta el 2016, en un 50 %, era de Nasry Asfura, excandidato presidencial—, le ganó en el 2011 a la alcaldía de San Pedro Sula sin haber prestado el servicio, puesto que el exalcalde Óscar Kilgore se negó a firmar el contrato que Asfura había ganado en el 2001.
Actualmente los contratos entre la municipalidad de San Pedro Sula y Sulambiente han sido criticados por servidores públicos como Omar Menjívar, actual vicealcalde de la ciudad.
Arturo Castro, alcalde de San Manuel y presidente de la Zona Metropolitana del Valle de Sula, aseguró que entre San Manuel, La Lima y Villanueva se producen a diario 450 toneladas de basura. Para ellos esto representa un serio problema porque los botaderos están colapsados en los tres municipios. «Me van a disculpar los demás alcaldes que lo diga, pero los tres municipios tenemos la basura tirada en la calle», comentó Castro.
En una reunión que sostuvieron las autoridades de la Zona Metropolitana del Valle de Sula con Tomás Vaquero, secretario de Gobernación, Justicia y Gobernación, estos tres alcaldes le plantearon a Vaquero la problemática de la basura. Según Castro, luego de la reunión se logró que la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente (Serna) asumiera el compromiso de acercarse a los empresarios de la República de Corea, quienes prometen ayudar a construir un relleno sanitario mancomunado que brinde soluciones.
Castro reveló que hace unas semanas viajó a la ciudad de Seúl, capital de Corea del Sur, para conocer el tratamiento de la basura que las empresas coreanas hacen en ese país. Según comentó, los proyectos que se pretenden realizar en estos tres municipios son «amigables con el medio ambiente», con el objetivo de que estas empresas «transformen la basura en energía y fertilizantes».
Castro dijo que en el marco de cooperación que existe entre Honduras y Corea, hay un apartado que tiene que ver con medio ambiente, que comprende el Valle de Sula. Reveló que en este apartado se incluyen cuatro proyectos, entre ellos el ya mencionado relleno sanitario mancomunado. Agregó que también hay un proyecto para lograr la certificación para aplicar a bonos de carbono y otro para tratar la basura del río Motagua en Omoa, ambos impulsados por la Serna.
El estudio de prefactibilidad sobre el relleno sanitario, que estará listo para finales de diciembre de este año, dará recomendaciones sobre el financiamiento, que podría provenir de Corea del Sur, o del Estado de Honduras, adelantó Castro. «Lo único que nos separa para hacer realidad este proyecto es el terreno, pero si no somos capaces de conseguirlo, no somos capaces de nada», declaró el alcalde.
Pero hay oposición de las comunidades. El propio jefe edilicio pone el ejemplo de la comunidad Sabana, ubicada cerca del botadero de Villanueva, cuyos pobladores no estuvieron de acuerdo cuando llegaron los inversionistas coreanos a ese sector. «Si la población tuviera la oportunidad de conocer los proyectos que nosotros vimos tendrían una opinión diferente», expuso Castro.
Castro espera que «con la tecnología y conocimiento técnico con la que estas empresas coreanas manejan basura, incluso se podría operar en el centro del municipio y no generaría ningún impacto ambiental. Esa gente convierte los basureros en parques; uno se puede tomar fotos en esos lugares y nadie creería que ahí hay [un] proyecto donde se trata la basura», argumentó el jefe edilicio.
Jessica Arita, jefa de desechos sólidos de Villanueva, dijo que las alcaldías luchan desde hace años por eliminar los botaderos clandestinos dispersos a la orilla de la carretera CA-5. Agregó que esta municipalidad tiene un doble reto: por un lado, encontrar un lugar para la basura, y por el otro educar a la gente para que no la tire en la calle. Cerca del sector de El Milagro se ubica el botadero de Villanueva. Un kilómetro antes de llegar al predio se ven las montañas de basura.
Las condiciones del botadero de Villanueva son similares a las de La Lima, con la basura a la intemperie contaminando su alrededor. La única diferencia es que acá los pepenadores son en su mayoría menores de edad, que han dejado la escuela para hacer algunos lempiras. Entre ellos está Ángel, de 14 años, quien dijo haber terminado la primaría, pero no pudo seguir la secundaria por razones económicas. Reveló que la situación de otros niños es similar, como el caso de su hermana Joselin, de 12 años, que apenas hizo el segundo grado.