El Virus de Papiloma Humano en Honduras: un riesgo mortal sin atención adecuada

El cáncer cervicouterino es el segundo cáncer que más afecta a las mujeres en Honduras. Uno de los principales causantes es el Virus de Papiloma Humano (VPH) que, a pesar de ser tratable, se detecta poco por la falta de acceso a análisis en los centros de salud. Tampoco la vacuna es muy accesible para las mujeres en este país que, además, cuenta con altos índices de violencia sexual y embarazo adolescente.

Texto y fotografía: Ana Murillo

«Nunca se me pasó por la cabeza que, años después de que abusaran sexualmente de mí, podría tener cáncer de cérvix», dijo Cecilia*, una mujer de 31 años sobreviviente de violencia sexual que fue diagnosticada con Virus de Papiloma Humano (VPH).

Cecilia no solamente carga con las cicatrices del abuso que sufrió hace cuatro años por parte de un excompañero de trabajo, sino también con el estigma y el miedo que le genera haber sido diagnosticada con VPH en un país como Honduras. Aquí la mayoría de la población desconoce que el VPH es una infección común y tratable y se suele cargar con prejuicios a la persona que la contrae, pero especialmente a las mujeres.

«Siento que sigo cargando con las consecuencias de algo que no pedí ni busqué vivir», dijo Cecilia, quien aseguró que no había escuchado del VPH y sus consecuencias, ni que es una de las enfermedades de transmisión sexual más comunes. En Honduras, el acceso a exámenes de diagnóstico para las mujeres es limitado.

La vacuna contra el VPH está incluida en el Esquema Nacional de Vacunación Hondureño desde el año 2016. La doctora Leonela Lozano, coordinadora de la unidad de Patología Cervical en el Centro de Salud Alonso Suazo, confirmó que «la vacuna de dos dosis se pone únicamente a niñas de 11 años de edad». En cambio, para las demás mujeres, de ser necesario, deben abocarse a los centros privados de atención, dónde se les puede brindar la vacuna sin importar la edad a un precio aproximado de entre 2000 y 4200 lempiras por dosis, lo que la hace inaccesible para muchas mujeres de escasos recursos.

Esta vacuna ayuda a fortalecer el sistema inmune y evitar el cáncer del cuello uterino, que es el más curable, más fácilmente diagnosticable y hasta el más prevenible de todas las variedades de cáncer.. Sin embargo, la doctora Alejandra Pereira, ginecóloga de Ciudad Mujer, un programa gubernamental de atención a mujeres, dijo que en Honduras éste representa la segunda causa de muerte en mujeres.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) estima que el 90% de las personas sexualmente activas contraen este virus al menos una vez en su vida, y uno de los exámenes para la detección temprana del cáncer de cérvix —en lo que podría derivar el VPH si no se diagnostica a tiempo—, es la citología, comúnmente conocida como «Papanicolaou».

A partir de 2022, la organización internacional Médicos Sin Fronteras (MSF) realiza citologías para la detección temprana de lesiones precancerosas a mujeres que no han accedido a la vacuna del VPH en Honduras. De igual forma, ha comenzado a ofrecer estas vacunas a poblaciones de alto riesgo, esto también como parte de un protocolo a sobrevivientes de violencia sexual.

Pero Cecilia no tuvo acceso a esto hace cuatro años, ni a la vacuna, ni al protocolo de atención a sobrevivientes de violencia sexual, porque esos servicios no estaban disponibles en el sistema de salud pública.

La mayoría de las mujeres no tienen evidencia de infección hasta que pasan 20 o 24 meses después del contacto de riesgo. Así fue para Cecilia. «Cuando recibí los resultados que decían que tenía el VPH, no sabía qué era, no había escuchado de eso, busqué en internet y descubrí que era una enfermedad de transmisión sexual. Pensé en la violación porque no volví a tener parejas sexuales desde entonces. Sentí que se me iba la vida. Leía que se podía convertir en cáncer y pensé que no podría salir de esto. Llevo ya un año y medio en tratamiento y aún sigo positiva con VPH», relató Cecilia.

Ahora que Cecilia, ha enfrentado su diagnóstico y está en tratamiento, se ha dado cuenta de las carencias del sistema de salud y cómo las sufren las mujeres. Cecilia aseguró que en el Hospital Escuela Universitario no hay los insumos necesarios para tratar su enfermedad, y por su condición económica, una enfermedad de transmisión sexual tan común se puede volver especialmente difícil de sobrellevar, sobre todo, si los profesionales que deberían cuidar e informar, lejos de hacerlo, orillan a las pacientes a lidiar solas con el proceso.

Según datos de la Secretaría de Salud de Honduras (Sesal), la tasa de incidencia del cáncer de cérvix en el país es de 17 por cada 100,000 mujeres. En el periodo 2018 a 2022, han fallecido 254 mujeres por esta afección. La Sesal también establece que, entre 2019 y 2022, fueron diagnosticadas con el Virus del Papiloma Humano 939 niñas y mujeres adultas en el país.

«El sistema de salud público debería contar con los medicamentos e inyecciones necesarias para tratar el VPH. Yo tuve que comprar la vacuna; son dos dosis y las venden por separado. Tuve que ver cómo hacer para comprarlas porque cuestan más de 3000 lempiras cada una. No es fácil ir de farmacia en farmacia cotizando los precios de las vacunas buscando las que se acomoden a mi presupuesto, soportando malas miradas porque es prácticamente ir con una etiqueta de que tengo VPH. Las personas te juzgan sin saber el trasfondo y que ellas también podrían pasar por lo mismo que yo; hacen falta redes de apoyo que nos haga sentir menos solas y mancilladas», contó Cecilia.

El largo camino para una citología

La citología, o Papanicolaou, es el examen que los médicos recomiendan que toda mujer debe realizarse cada año tras iniciar su vida sexual. Sin embargo, no es un servicio que suele ofrecerse en todos los hospitales y centros de salud. Solo el Hospital Escuela, en la capital, Tegucigalpa, y el Hospital Mario Catarino Rivas, en San Pedro Sula, al norte del país, son los centros hospitalarios que cuentan casi siempre con los insumos para realizar este análisis.

El Estado tiene a su disposición el Servicio de Atención Integral (SAI), centro encargado de la vigilancia de enfermedades de transmisión sexual, cuyo objetivo principal es atender a pacientes viviendo con el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH). La doctora Ana Uclés, directora del SAI regional de La Ceiba, dio a conocer que, hasta el momento, «el Estado ha mantenido (al menos en ese centro) los reactivos suficientes para diagnosticar VIH, sífilis y virus de papiloma humano. Aquí procuramos llevar un buen control de las ITS [Infecciones de Transmisión Sexual] y la prevención del cáncer cervicouterino».

Este servicio de salud es un apoyo para aquellas pacientes con VIH positivo. Es aquí donde llevan un control de por vida, ya que por su bajo sistema inmune, tienen mayor posibilidad de padecer cáncer de cérvix.

En el Hospital Escuela Universitario (HEU) ubicado en Tegucigalpa, el SAI atiende a 1064 pacientes, el 60% de estos residen en el Departamento de Francisco Morazán, y el 40% restante proceden de otros departamentos.

El Hospital Escuela Universitario (HEU), ubicado en la zona central del país, y el Hospital Mario Catarino Rivas, en la zona norte, son los centros de atención más grandes del país y a su vez son los que más afluencia de pacientes de zonas rurales reciben, ambos cuentan con el área de Ginecología y Obstetricia, dónde su mayor enfoque son a salas de parto, atención y control a embarazadas. Si las pacientes desean tratar otras afecciones como el VPH, son remitidas a los centros asistenciales como el Centro de Salud Alonzo Suazo, y en caso de ser una emergencia, nuevamente son enviadas al HEU.

Esto es parte de un proceso con el que deben lidiar pacientes como doña Adriana Henández, de 46 años, que decidió salir de su pueblo Oropolí en El Paraíso hacia la capital, Tegucigalpa, porque en su centro de salud no lograron encontrar la causa del dolor pélvico constante que sufre desde hace cinco meses.

«Yo vengo desde el Hospital Gabriela Alvarado en Danlí, de ahí me remitieron aquí al Hospital Escuela, porque allá no me encontraron nada y yo sigo con el mismo dolor, viajé desde mi aldea en Oropolí a Güinope, a Danlí, y de ahí me mandaron aquí a Tegucigalpa, y aún no me atienden. Desde las cinco de la mañana estoy aquí haciendo fila y sigo esperando» dijo Doña Adriana, cuyo caso, al no ser considerado una emergencia, no podía atenderse en el Hospital Escuela.

Al consultarle si se había realizado una citología en el hospital de Danlí, o si esperaba que lo hicieran en el Hospital Escuela, doña Adriana aseguró desconocer si le harán este examen, «yo no sé si me harán eso, yo no recuerdo que me lo hayan hecho, ni me mandaron a hacer exámenes, solo me hicieron el ultrasonido y me dijeron que no tenía nada» contó.

Aun cuando los centros asistenciales, como el Centro de Salud Alonzo Suazo, cuentan con programas de concientización y diagnóstico del VPH y cáncer cervicouterino, no todas las mujeres que asisten a ellos conocen esta información.

Este es el caso de Bianca Rivera, una mujer de 38 años oriunda de Tegucigalpa y paciente del Centro de Salud Alonzo Suazo. Bianca contó que tras siete años asistiendo a centros y hospitales públicos para chequeos por ovarios poliquísticos, nunca le habían realizado una citología, «yo no sabía que eso existía ni que debía hacerme eso cada año para prevenir el cáncer, a mí solo me hacen los ultrasonidos y ya».
Por su parte, Sandra Mejía, de 28 años, aseguró que en el Seguro Social le hicieron una citología hace dos años pero que nunca le dieron los resultados. Ana María Trochez, de 21 años, paciente del Centro de Salud Alonzo Suazo, relató que sus citologías siempre se las realiza en Ciudad Mujer, ya que no cuenta con los recursos necesarios para ir a una clínica privada y en el centro de salud no incluyen este examen en los chequeos.

El personal de Salud en centros asistenciales como el Alonzo Suazo, asegura que ofrecen de manera permanente el análisis de citología a todas aquellas mujeres que lo requieran, pero, aun así, algunas mujeres como Bianca y Ana, desconocen que es uno de los centros a los que pueden acudir para realizarse este examen.

Según datos proporcionados por la doctora Leonela Lozano, coordinadora de la unidad de Patología Cervical en el Centro de Salud Alonso Suazo, –uno de los 15 centros de atención primaria que funciona en el Distrito Central– durante el 2022, en este centro se realizaron 1601 citologías. De estas, 34 resultaron positivas del Virus del Papiloma Humano. En lo que va de 2023, se han realizado 596 citologías en este mismo centro, obteniendo una positividad de 82 casos de VPH. Actualmente atienden a 164 pacientes con el virus activo.

Asimismo, Leonela Lozano, dio a conocer que, en 2022 se vacunaron a 1449 niñas dentro del esquema de vacunación y hasta mayo del presente año, se han vacunado a 55 niñas de 11 a 12 años contra el Virus del Papiloma Humano. De igual forma, el personal del centro asistencial confirmó que actualmente cuentan con vacunas contra el VPH para las niñas con edad dentro del régimen de vacunación, dejando fuera a todas las demás mujeres y niñas cuyas edades no están dentro de este esquema.
En 2022, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó que, en el esquema alternativo para la vacuna del VPH, el objetivo principal son las niñas y adolescentes de 9 a 14 años. Sin embargo, en Honduras no se cumple esta recomendación.

La doctora Xiomara Erazo, jefa del Programa Ampliado de Inmunizaciones (PAI) de la Secretaría de Salud, explicó que «el lineamiento se hizo al introducir la vacuna en 2015 y el Consejo Consultivo Nacional de Inmunizaciones está recabando toda la información científica disponible para poder ampliar el rango de edad a niñas de 11 a 14 años, ya que la OMS sugiere aplicar una dosis, en lugar de dos dosis, para ampliar la cobertura».

En Honduras, la inmunización del VPH no incluye a niños ya «que la población afectada por el VPH es menor en hombres que en mujeres, que son las que sufren de cáncer cervicouterino, y el Consejo Consultivo Nacional de Inmunizaciones no ha considerado de peso el beneficio de la inmunización de ambos géneros» agregó Erazo.

A su vez, Erazo dejó ver que una de las razones por las que no se consideran a las mujeres adultas en el esquema de vacunación actual es que se busca captarlas antes de una exposición al virus. Sin embargo, no cerró la posibilidad de que las mujeres adultas puedan recibir la vacuna contra el VPH en el futuro, pero «por el costo que implica la compra de vacunas, habrá que considerar cuál será el impacto presupuestario de esa inversión».

De acuerdo con estimaciones del INE, la población de mujeres en el Distrito Central asciende a 684,298, lo que representa el 52.9% de los habitantes. Según datos proporcionados por el portavoz del Hospital Escuela, Said Norales, en este hospital anualmente se realizan alrededor de 25,000 citologías, lo que representa una cobertura de solo un 3% de la población femenina de la capital.

Kristell Rodriguez, encargada de proyectos en el Centro de Promoción en Salud y Asistencia Familiar (CEPROSAF), manifestó que «la citología es un servicio que no lo brindan todos los centros de salud por falta de recursos e insumos. Somos una de las organizaciones que programa brigadas para detectar el cáncer cervicouterino a tiempo. En el caso de tener un cáncer avanzado, las mujeres a las que se les detecta en el litoral atlántico deben viajar hasta San Pedro Sula o Tegucigalpa, y si hablamos de Colón o comunidades garífunas, es todavía más difícil que puedan optar a un tratamiento».

Por su parte, la doctora Alejandra Pereira, de Ciudad Mujer, hace una salvedad importante, y alerta de que, si bien «la citología es la prueba más común para la detección de anomalías para evitar el avance del cáncer de cérvix, esta solo tiene un 65% de sensibilidad, y el examen de laboratorio de VPH y el IVAA, tienen hasta un 96 a 98% de sensibilidad de detección. En Honduras no se cuenta con pruebas de VPH y estamos aspirando a que todos los centros de salud tengan esta prueba de laboratorio».

Según el estudio «Situación del Sistema de Salud en Honduras y el Nuevo Modelo de Salud Propuesto» realizado por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) y publicado por iMedPub Journals, sólo existen 0.4 hospitales por cada 100,000 habitantes. El país cuenta con 29 hospitales distribuidos en los 18 departamentos, pero la mayoría carece de lo indispensable y, cuando llegan pacientes con dolencias graves, estos son remitidos a los hospitales de Tegucigalpa y San Pedro Sula, provocando una sobredemanda que afecta directamente la calidad de los servicios.

Lejos de la atención adecuada

El municipio de Juticalpa, Olancho, a unos 180 kilómetros de la capital, tiene algo más de 145,213 habitantes de los cuales, según datos del INE, el 52.94% son mujeres. Martha*, una enfermera del Hospital San Francisco de Juticalpa, contó que en lo que va de 2023, en este centro asistencial no se ha realizado ninguna citología. «Cuando se hacen, se debe a una promoción y hay una espera de 20 a 45 días para dar los resultados a las pacientes. Aquí es por campañas, no es un servicio que ofrecemos siempre en este hospital, generalmente asisten a clínicas privadas o viajan hasta Tegucigalpa», explicó.

Los insumos para realizar el análisis de citología no son distribuidos a todos los hospitales del país para ofrecer de manera permanente este servicio, orillando a las mujeres del departamento de Olancho a viajar más de 100 kilómetros hasta la capital, Tegucigalpa, o a centros privados si cuentan con los recursos económicos para un chequeo ginecológico completo.

Mientras tanto, son algunas organizaciones privadas o sin ánimo de lucro, como Médicos Sin Fronteras o como la Liga Contra el Cáncer, que trabaja en el norte del país, quienes ofrecen los servicios que el Estado no da. La Liga realiza 25,000 citologías anuales. En 2021, se detectaron 270 casos de cáncer de cérvix y 145 en 2022. Tras la detección, esta organización procura brindar los insumos y servicios necesarios a un bajo costo para tratar y eliminar el cáncer.

La atención adecuada a la salud sexual y reproductiva sigue estando lejos de ser una realidad en el país. Cecilia, por ejemplo, sigue con miedo: «Me da miedo que se convierta en cáncer porque sigo teniendo verrugas, no me explicaron que pueden tardar en desaparecer, y como no tienen ácido acético en el Hospital Escuela, tuve que comprarlo para que me revisaran seis meses después de la última vacuna. Tengo miedo que el virus no se detenga y llegue a tener cáncer porque la doctora me dijo que esto no tiene cura», relató.

*Los nombres de Cecilia y Martha son ficticios ya que las entrevistadas pidieron proteger su identidad.


Este trabajo es parte del especial Desatendidas. Un trabajo de periodismo colectivo coordinado por la alianza Otras Miradas con la participación de: Agencia Ocote de Guatemala, Gato Encerrado de El Salvador, Contracorriente de Honduras, Onda Local de Nicaragua y Público de España.

Sobre
Periodista, con experiencia en investigación, género y derechos humanos.
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