Texto y fotografía: Fernando Destephen
Viviana Martínez y Davier Aguirre son una pareja de colombianos desplazados por la violencia del narcotráfico de las regiones de Córdoba y Antioquia, ahora acampan en las aceras del edificio rosado donde funciona la Agencia Técnica de Investigación Criminal (ATIC) en Tegucigalpa. Ambos salieron de Colombia hace 20 días, su meta, como la de los casi 100 migrantes que acamparon con ellos, es llegar a Estados Unidos y que los dejen pasar.
Viviana y Davier dejaron en Colombia a sus familias. Lo que han escuchado de México los asusta pero, su determinación es fuerte: llegar a los Estados Unidos y luego mandar a traer a su familia.
El 20 de marzo de 2020, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, emitieron una orden de salud que prohibía la entrada a Estados Unidos de personas que «potencialmente representan un riesgo para la salud», como medida para evitar la propagación del Covid-19. Esta ley, el Título 42, vence hoy, 11 de mayo de 2023, lo que ha generado mucha incertidumbre sobre lo que pasará a partir de este día en la frontera sur y en la frontera norte con los migrantes que esperan allí para pasar a Estados Unidos.
El título 42 permitió a las autoridades estadounidenses expulsar inmediatamente a los migrantes de sus fronteras, sin tener que retenerlos y enviándoles hacia su país de origen o el último país de tránsito.
La organización Médicos Sin Fronteras (MSF) emitió hoy un comunicado explicando que en ciudades como Reynosa, Matamoros, Piedras Negras y Nuevo Laredo en México han sido testigos de cómo por cuenta de esta política «miles de personas quedaron expuestas a condiciones climáticas extremas, falta de albergue, acceso insuficiente a alimentación, agua y saneamiento, y a diferentes afectaciones físicas y mentales, así como a eventos de inseguridad». Además, Adriana Palomares expuso que «durante tres años pedimos que se terminara la aplicación del Título 42. Esperábamos que los procesos para acoger a quienes buscan protección se restablecieran con el fin de esta norma. Por desgracia, la administración Biden parece centrada en erigir nuevas barreras al acceso al asilo, incluso mediante el “asylum ban” publicado hoy que impedirá a muchos acceder a la protección que necesitan desesperadamente. Sabemos que las políticas de disuasión no funcionan, y todo lo que esto hará será exponer a más personas a la violencia y el peligro», afirmó a través de este comunicado.
La embajada de los Estados Unidos en Honduras publicó una hoja informativa el 27 de abril en la que establece que «el levantamiento de la orden en virtud del Título 42 no implica que la frontera esté abierta (…) Estados Unidos volverá a usar las facultades migratorias conforme al Título 8 para procesar de manera expedita y expulsar a personas que lleguen a la frontera estadounidense de forma ilegal». Esta noticia es nutrida por las medidas anunciadas: imponer consecuencias más severas por no usar las vías lícitas, esto incluye la prohibición de entrar a los Estados Unidos, y «quedarán imposibilitadas de volver a ingresar en Estados Unidos por al menos cinco años si se ordena su expulsión; y se supondrá que no son elegibles para pedir asilo conforme a la reglamentación propuesta sobre Elusión de Vías Lícitas (Circumvention of Lawful Pathways), cuando no medie una excepción aplicable», entre otras medidas para advertir los riesgos legales de cruzar hacia los Estados Unidos de manera ilegal.
Viviana cuenta que le gustan las culturas de los países por los que han pasado pero: «el trato, es que nos ven como un negocio». Un negocio que funciona en base a la percepción de que todos los migrantes andan dinero «creen que nosotros llevamos mucha plata y nosotros si tuviéramos plata, no emigráramos» dijo Viviana mientras revisaba el teléfono celular sentada en la esquina de las gradas de la ATIC en Tegucigalpa junto a Davier, un exsoldado del ejército colombiano.
La dinámica de compra para los migrantes no es la misma, por ejemplo Viviana y Davier no saben exactamente cuánto cuesta el pasaje desde Danlí en la frontera con Nicaragua hacia el Distrito Central porque, como cuenta Davier que cuando llegan a la taquilla a comprar el boleto hacia el Distrito Central los precios varían o no le venden hasta que llega quienes manejan las rutas y quienes obligan a los migrantes a hacer hasta tres transbordos desde Danlí. Cada transbordo con un precio distinto.
Ya en el Distrito Central el trato no cambió mucho, si preguntaban por una dirección, que generalmente es la terminal de buses hacia las fronteras, nadie les respondía, Viviana y Davier creen que es para que no conozcan y así se puedan aprovechar más en el precio de una carrera de taxi o en la comida.
Mientras en la frontera sur de México se acumulan más migrantes en espera de poder entrar a los Estados Unidos, Viviana y Darvin seguirán su camino cuando logren obtener el dinero necesario para un pasaje con un precio incierto si se es extranjero.