Lenguaje inclusivo: debate sobre visibilidad y poder en la palabra

La respuesta de la Real Academia Española a las propuestas de decir «todos y todas» o «todes» han terminado con una sentencia: es «innecesario» o «artificioso». Según esta institución, la palabra «todos» abarca a toda la humanidad, pero, de acuerdo a feministas y grupos de diversidad sexual esta es otra forma de perpetuar el poder patriarcal y machista desde el ámbito del lenguaje.

Texto e ilustración: Persy Cabrera

Es «innecesario» decir «todos y todas», porque existe el principio de economía del lenguaje, como también es «innecesario» decir «todes» porque agregar una «e» como marca de género es «ajeno al sistema morfológico del español». Ambos veredictos los ha dado la Academia Real Española (RAE) al responder consultas sobre el lenguaje inclusivo y desde ahí se continúa construyendo un debate que pone en entredicho la jurisdicción y control de la RAE sobre el español y enfrenta a una gran parte de la comunidad hispanohablante sobre su uso.

Decir «todos y todas» es lo que se denomina «desdoblamiento de género», utilizado cuando se quiere dirigir tanto a mujeres como a hombres en un grupo de personas. De acuerdo a la RAE esto es «artificioso» y, nuevamente, «innecesario» porque de acuerdo a esta institución, el genérico masculino —en este caso: todos— sirve para «designar a todos los individuos de la especie».

El uso de la «e» como marca de género neutro, es la más nueva propuesta para romper el binarismo de género, dar visibilidad a la mujer y reconocer la existencia de la diversidad sexual, además, tiene la facilidad de poder trasladarse del lenguaje escrito al oral. Las dos propuestas han sido rechazadas por la RAE, esta última por ser «ajena a la morfología del español».

Venus Mejía, docente y licenciada en Letras, consideró que la Real Academia Española quiere «mantener cierta integridad en el idioma» pero que de alguna forma «siempre están abiertos al cambio» y a escuchar las propuestas del usuario.

Sobre el lenguaje inclusivo, lo denomina como un fenómeno político que pretende visibilizar a la mujer y estima que aunque el genérico masculino se presente en la RAE como neutro «esa distinción es aceptada gramaticalmente pero es un error de género porque la masculinización no puede ser la neutralidad».

Mejía lo ejemplificó así: «“Cuando el hombre llegó a la luna” y no fue un evento en el que solamente participó el género masculino» y agregó que la premisa del lenguaje inclusivo es «que se visibilice lo femenino por eso parece redundante, pero no lo es, cuando decimos “todos y todas”».

La RAE fue constituida en Madrid en 1713 y en 1993 creó sus propios estatutos —que siguen vigentes— en los que reconoce que el español es una lengua en «permanente evolución» pero establece como objetivo fundamental que «en su continua adaptación a las necesidades de los hablantes, no quiebre su esencial unidad».

En Honduras existe la Academia Hondureña de la Lengua (AHL), fundada en diciembre de 1948, y que de acuerdo a su director, Víctor Ramos, tiene como objetivo «dar comprensibilidad al idioma, aceptar los veredictos del pueblo, dar sencillez al lenguaje, normar su uso correcto». La AHL es parte de la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale), organización que agrupa a las academias del español en América, España, Filipinas y Guinea Ecuatorial.

La tarea de la Asale de acuerdo a Ramos es la de «procurar darle limpieza al lenguaje, pretende que los hablantes usen el idioma de manera correcta, según sus reglas» y también explicó que esta no acepta el lenguaje inclusivo pues «la estructura actual incluye perfectamente a todos».

Jessica Isla, licenciada en Letras y escritora hondureña, consideró que el lenguaje inclusivo es una lucha de hace muchos años y dijo que las mujeres han vivido en una «suerte de invisibilidad» cuando se utiliza el genérico masculino y recordó cuando en la escuela le preguntaba a su maestra «¿por qué dice todos? ¿Por qué dice los niños?¿Y las niñas?» y se le respondía «es que ahí están incluidas».

También contó que cuando se empezó a utilizar la palabra miembra la reacción de alguien que «ahora es profesor de Letras en la Universidad» fue decirles «no pongan su miembra, donde yo tengo mi miembro». Es por eso que recalcó que se puede estar en disconformidad con el lenguaje inclusivo pero «las reacciones de violencia sobre ese lenguaje inclusivo, sobre la utilización de lenguaje inclusivo, son las que asustan».

Algo en lo que Jessica Isla y Víctor Ramos coincidieron es que el lenguaje está en constante evolución. Isla señaló la recepción que tiene nuevos términos —aceptados por la RAE— como googlear, whatsappear o tuitear que no levantan «indignación» comparados al uso del lenguaje inclusivo y opinó que «no es un problema de léxico, es un problema de semántica» puesto que «si alguien pone googlear no hay problema porque no tiene detrás un significado político que desafía las normas de género, las normas que nos dicen “usted es hombre, usted es mujer, y ahí usted se queda”, no puede haber neutro, no puede haber diversidad».

Ramos, estimó que aunque las lenguas sí están en constante evolución, «este lenguaje disque inclusivo no es evolución sino imposición. El lenguaje evoluciona hacia la sencillez, la limpieza y la comprensibilidad». De acuerdo con el director de la Academia Hondureña de la Lengua, quienes usan el lenguaje inclusivo son «políticos y algunos funcionarios públicos» y que además «usan este lenguaje aberrante de manera demagógica».

En un ensayo titulado «Manual de instrucciones para hablar con e», la periodista María Alcaraz explicó que aunque popularmente se tilde a el lenguaje inclusivo de ser una moda, «las feministas denuncian las marcas masculinas de la lengua castellana desde los ‘70. La argentina Delia Suardíaz fue la primera en diagramar sus tramas problemáticas en 1973: analizó el modo en que las mujeres estaban ausentes en diversos usos sexistas de la lengua castellana y apostó a la necesidad de un cambio lingüístico».

En la opinión de Ramos, el lenguaje inclusivo no soluciona un problema que cree «esencial» y ejemplifica diciendo que «a una conserje le dará igual si la llaman conserje o conserja. Lo que sí puede conducir a cambiar su conciencia es que le den igual salario, que le permitan almorzar con todos, incluido el jefe, que la traten con igualdad y con respeto. Esto sí cambiará las cosas. Lo de conserje o conserja le vendrá igual».

La escritora, Jessica Isla, ve esto como una «postura esencialista» porque «los problemas de las mujeres siempre siempre están detrás, siempre nos dicen “pero hay problemas más importantes compañeros”. El lenguaje es de quien lo usa y mucho lo usamos las mujeres…»

De usarlo, ¿puede la Real Academia Española prohibir el uso del lenguaje inclusivo?

El uso hace la regla, o por lo menos sí con los anglicismos que han sido aceptados por la RAE, aún cuando en algún momento les había «declarado la guerra». Víctor Ramos consideró que el lenguaje inclusivo no ganará popularidad y que la Academia no puede prohibir cómo la gente habla pero que «el asunto es que se haga entender, si no, la gente le considerará un loco».

Jessica Isla consideró que tras veinte años de debates, el uso de la palabra femicidio —aceptada por la RAE— demostró que el español está en manos de sus hablantes, «nos decían “ustedes están locas, femicidio nunca se los van a aceptar” y ahora todo mundo lo usa», expresó.

Isla señaló que el espacio de la Academia Hondureña de Lenguas es uno ocupado mayoritariamente por hombres y que «está formada casi el 80 % por hombres y blancos, no sé si algún hombre afro la ha integrado —aparte de Juan Ramón Martínez, que no se identifica como afro—, y mujeres, muy pocas».

De acuerdo a la web oficial de la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale), la junta directiva de la Academia Hondureña de Lenguas (AHL) está formada por «siete miembros de número» con un director, Víctor Ramos, un vicedirector, un prosecretario, un censor, un tesorero, un vocal y un director honorario, Juan Ramón Martínez, a quien Jessica Isla mencionó. Todos estos puestos son ocupados por hombres y la mujer que termina de formar la junta directiva, tiene el puesto de secretaria.

Sobre la visibilización de la mujer y la diversidad, sobre el papel de las academias de la lengua que aceptan las palabras y sobre las reformas al lenguaje para hacerlo más inclusivo, la escritora Jessica Isla concluyó diciendo: «para mí es fundamental algo y es lo que decimos la feministas: “lo que no se nombra, no existe”, entonces ¿para qué nos sirve una academia de la lengua patriarcal tradicional?».

Sobre

Persy Cabrera nació en Tegucigalpa en 1997. Es graduado de bachiller técnico en electricidad del Instituto Técnico Saúl Zelaya Jiménez y cursó media ingeniería eléctrica en la UNAH antes de pasarse a estudiar periodismo. Actualmente es periodista cultural en Contracorriente. Le gusta el cine, las series, el anime, el manga y los libros. Practica fútbol y es entusiasta del deporte en general.

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