Una devoción popular y desigual

Fotografía y texto: Fernando Destephen

Hay un ambiente espiritual que envuelve la atmósfera comercial de la Plaza Japón, la rotonda ubicada en el extremo oriente del bulevar Suyapa, uno de los más transitados de Tegucigalpa. La calle de acceso a la Basílica de Suyapa y a la Ermita se llenan de ventas de comida, dulces, ropa, zapatos, medallas, postales, ollas, accesorios de celular y velas para pagar alguna promesa hecha a la Virgen de Suyapa a cambio de sus favores, los milagros.

María Ángela González viajó desde Veracruz, una aldea del departamento de Comayagua. El milagro que agradece y por el que llegó hasta la Basílica de Suyapa es que cuando nació su nieta por cesárea no tenía dinero para pagar por una transfusión de sangre por lo que le pidió a la virgen interceder en situación desesperada. María aseguró que, al salir del hospital, la transfusión de sangre había sido pagada por lo que se sintió «súper alegre con la virgen».

Los peregrinos se pueden contar por miles y provienen de casi cada rincón olvidado del país; llegaron en buses que se estacionaron alrededor de la Basílica, en la calle, en áreas verdes y en terrenos ociosos en los que estacionar vehículos se convierte en una fuente de ingresos para muchas personas que, a cambio de un codiciado espacio para dejar el carro y una ligera oferta de «se lo cuidamos» esperan unos cuantos lempiras por el favor. 

Esa multitud de peregrinos contrasta con los policías militares y preventivos que, bien armados, deambulan dentro del terreno de la iglesia y fuera de esta para custodiar a las figuras políticas de la administración de Xiomara Castro, a ella misma y a su hijo y Secretario Privado, Héctor Zelaya, y al presidente del Congreso Nacional, Luis Redondo. Los funcionarios resguardados por las autoridades no hicieron las largas filas que hizo el pueblo devoto. 

El 276 aniversario de la milagrosa aparición de la virgen de Suyapa se conmemoró casi con la misma emotividad de cada año. Pero no fue igual, pues el aniversario coincidió con una transición en la cúpula de autoridades de la iglesia católica ya que el cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga cumplió 80 años de edad y renunció a la conducción de esta iglesia en el país. El mando de la arquidiócesis de Tegucigalpa será asumido por el cura español, José Vicente Nácher Tatay. El cardenal Rodríguez Maradiaga jugó un papel polémico durante el Golpe de Estado de 2009 porque lo avaló y con eso lo hizo también la institución religiosa. Sin embargo, el 14 de abril de 2022, durante una misa previa a la Semana Santa y la última en su puesto, el cardenal pidió perdón, pero dirigido a los sacerdotes.

«En este momento, teniendo presente que en la Divina Providencia es la última Misa Crismal que presido como Arzobispo de Tegucigalpa, yo quiero pedirles perdón a los sacerdotes si por mis límites no he sabido responder a lo que tienen derecho a esperar de su obispo»

Julio César Zelaya Figueroa de Lejamaní, de Comayagua, dijo que tenía el brazo derecho «como pelado» y atribuyó a la Virgen de Suyapa su sanación. Por ese milagro de la virgen es que desde hace 34 años llega en peregrinación a la Basílica a agradecer.

«Voy a estar viniendo hasta que Dios me quite la vida» dijo Julio César y, a pesar de que no ha experimentado otro milagro de la virgen, su devoción lo lleva año con año a cumplir la promesa por ese primer milagro. Muchos como Julio César acamparon en carpas y colchones donados por la Comisión Permanente de Contingencias (Copeco) donde se acumulaban los peregrinos. María Ángela y Julio César representan a una población que debe esperar milagros para resolver los problemas que las instituciones públicas no pueden atender.

El terreno de la iglesia es un paisaje de olas de gente esperando en fila para que funcionarios de Copeco o militares les entreguen ya sea comida, una cita médica o un colchón. Los que no encontraron espacio en las carpas, improvisaron tiendas de campaña hechas de cobijas y lazos amarrados a arbustos y postes.

En el 276 aniversario del hallazgo de la virgen de Suyapa todos se mueven en filas en los terrenos de la Basílica, hay desorden pero se avanza, los devotos intentan no perder su lugar para entrar a la iglesia, presentar sus saludos a la virgen y salir de la Basílica para intentar despedirse de la presidenta Castro.

Sobre
Fernando Destephen 1985 Tegucigalpa, Honduras. Fotoperiodista y contador de historias.
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