La potra del Guanacaste

La potra del Guanacaste

Fotografía y texto: Fernando Destephen

Desde hace unos 12 años, un grupo de seis adultos mayores se reúne los días miércoles y sábados para jugar al fútbol en una cancha de cemento ubicada en el barrio El Guanacaste, en Tegucigalpa. 

Ellos afirman haber visto transformarse a Tegucigalpa en un completo caos, en donde muchos espacios deportivos que existían han venido cerrándose.

Don José Martínez, de 83 años, es padre de cinco hijas. Tiene 57 años de estar casado. Es originario de la ciudad de Comayagua, departamento homónimo, zona central de Honduras. Hace dos años su hija menor falleció: «La falta de mi hija me quitó vida», dice don José, antes de comenzar a pelotear. No obstante, afirma que el amargo recuerdo no lo detiene de acudir a esta cita con sus amigos.

Martínez viste ropa formal, la que cambia, antes de jugar, por un buzo y una camisa manga larga blanca. Calza tenis ligeros únicamente para pelotear. Dice que ya no puede jugar con la misma intensidad a la «potra». Confiesa que le da miedo un golpe o sufrir una caída. José estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes en Comayagüela —ciudad gemela de Tegucigalpa— en donde se graduó de maestro en Artes Plásticas. Pinta y dibuja, pero nunca lo ejerció como carrera. Trabajó en algunas de las empresas de referencia de Tegucigalpa del siglo anterior. Sobrevive con una pensión que le otorga el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS). 

Martínez recuerda cómo era la avenida Gutenberg en la década de los 90 —ubicada en el barrio El Guanacaste—, dice que estaba llena de árboles de ficus en las dos aceras. José dice que es consciente de que algunas cosas no pueden detenerse cuando las órdenes «vienen de arriba», en referencia al corte de esos árboles de ficus en la administración del exalcalde capitalino Nasry Asfura (2020-2014). Aunque dice que sí pudieron hacer oposición cuando ordenaron cortar uno de los árboles que le da nombre a la zona, un guanacaste que finalmente no fue cortado. 

La vida no ha sido fácil en los últimos años para Martínez. Hace ocho meses, le cayó encima el techo de su casa y se quebró ocho costillas. Mientras cuenta esto, a don Martínez le lanzan un balón a la altura de su cabeza y este cabecea con elegancia. Sus compañeros también le lanzan halagos, le dicen que lo hace con el espíritu de cualquier joven jugador italiano de la Champions League

Uno de los que halaga a José es el abogado y pensionado por el Instituto de Previsión Militar (IPM), Vidal García, de 58 años, quien afirma que don José Martínez es un líder y un ejemplo para él. 

Don José también ha influido en su amigo Rigoberto Medina, de 76 años, quien cuenta que desde hace 40 años práctica fútbol junto a don José. Anteriormente habían compartido canchas en ligas burocráticas. Medina es jubilado por el Instituto Nacional de Jubilaciones y Pensiones de los Empleados y Funcionarios del Poder Ejecutivo (Injupemp). Dice que en estos últimos dos años perdió a su esposa y a su madre, y expresa que jugar fútbol lo libera de las tensiones que le han provocado esos momentos difíciles. Medina trabajó en el Ministerio de Educación como gerente de negocios durante 42 años. Es aficionado del club deportivo Olimpia desde que ganaron el primer campeonato Centroamericano, en el año 1959. «Usted no había nacido», dice.

Algunos de estos adultos mayores lamentan que en el Distrito Central el crecimiento de la obra gris sigue sin medir el impacto ambiental que ha significado la tala de árboles. Según El Heraldo, unos 991 árboles fueron talados en los dos cuatrienios (2014-2022) de Nasry Asfura, en los bulevares Juan Bosco, Suyapa, Avenida Gutenberg, entre otros. 

Tito Estrada, director de teatro y vecino del barrio El Guanacaste, cataloga estos hechos como una masacre ambiental: «En el balcón de mi casa había pájaros, palomas, pichetes y ardillas, y toda esa fauna se perdió». Como habitante de la zona, afirma que no fue consultado sobre el corte de los ficus que daban sombra a una avenida que cada vez se vuelve más esteril.

Las personas de la tercera edad en Honduras pertenecen a uno de los grupos más vulnerables y sin opciones para la recreación. Tampoco son respetados en espacios peatonales y les han sido violentadas otras garantías constitucionales. Pese a ello, espacios como esta «potra», se forman con los años y siguen siendo una suerte de válvula de escape para niños, adolescentes y hasta jubilados, que, frente al abandono gubernamental y municipal, responden con organización civil y sentido de pertenencia a sus barrios. 

El juego de los cuatro señores avanza, la tarde también, pero, como dice Rigoberto Medina, ellos juegan hasta que «la luz del día les permite».

Sobre
Fernando Destephen 1985 Tegucigalpa, Honduras. Fotoperiodista y contador de historias.
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1 comentario en “<strong>La potra del Guanacaste</strong>”

  1. Que bonita lectura, me trae los recuerdos de ese otrora hermoso barrio, consumido por el cemento y quemado por el inclemente sol.
    Conocí a don José hace muchos años, una persona, muy cálida, trabajadora honesto, buen padre, buen esposo y un gran abuelo.
    Dios le de siempre esa fuerza para que la potra continue a dar motivación a estos grandes integrantes de La Potra.

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