Carla Antonelli, primera mujer trans en haber sido electa como diputada en la Asamblea de Madrid, participó el viernes 22 de agosto en el conversatorio «Voces diversas: literatura, arte, inclusión y diversidad» junto con activistas de la comunidad LGTBI+, Grecia O’Hara y Andy Tosta, y la titular de la Secretaría de las Culturas, las Artes y los Patrimonios de los Pueblos de Honduras, Anarella Vélez.
Entrevista y fotografías: Persy Cabrera
Carla es una mujer de logros de primeras veces históricas para la comunidad LGTBI+, y en el VI Festival de Los Confines volvió a hacerlo. Es la primera vez que en este importante espacio cultural para Honduras se instaló una mesa de conversación sobre los aportes de hondureños y hondureñas que pertenecen al colectivo LGTBI+, al arte y la cultura del país.
Antonelli nació un 13 de Julio de 1959 en Güímar, Tenerife en las Islas Canarias, España, y ahí estudió arte dramático en el Conservatorio de Música y Arte Dramático de Santa Cruz de Tenerife. Con apenas 17 años dejó su hogar y lugar de nacimiento y en las épocas finales del franquismo y pleno postfranquismo sufrió la instauración de la Ley sobre peligrosidad y rehabilitación social; por la que por ser una mujer trans podría haber terminado en la cárcel.
En 1977 –año en el se fue de Tenerife, Islas Canarias– comenzó a ser una figura visible como activista por los derechos de las personas transexuales cuando en un medio de comunicación pidió el voto por el Partido Socialista, que consideraba era la mejor opción para defender los derechos de la comunidad trans.
Su primera aparición en un documental con temática sobre la transexualidad se grabó en 1980, mismo que no pudo ver la luz hasta septiembre de 1981 después de ser raptado por la censura. La censura del documental estaba «justificada» porque en el metraje Antonelli habló sobre los jueces que impedían el cambio de sexo y nombre legalmente en el Documento de Identidad Nacional (DNI).
En 1997, Antonelli, comenzó a formar parte del Partido Socialista Español (PSOE) como coordinadora del Área Transexual del Grupo Federal LGTB y fue parte del grupo que construyó el programa electoral que incluyó el matrimonio igualitario y la Ley de Identidad de Género para las personas transexuales. En el 2004 –con la victoria del PSOE en las elecciones–, el matrimonio entre personas del mismo sexo fue aprobado en el Congreso de los Diputados, pero la Ley de Identidad de Género se retrasaba constantemente.
Ante esta demora en la aprobación de la ley, Carla amenazó con realizar una huelga de hambre acompañada de presidentas de otros colectivos, si el Consejo de Ministros no llevaba a buen puerto la Ley de Identidad de Género.
Las presiones dieron su fruto y la ley fue aprobada un 17 de marzo de 2007, firmada por el Presidente del Gobierno, José Rodríguez Zapatero y por el Rey de España. Y Carla se convertiría en la primera mujer en poder hacer cambio de nombre en su Documento de Identidad Nacional.
Meses después, sus preparaciones en las artes dramáticas empezaron a formalizarse. Después de la aprobación de la ley, Carla renunció a su cargo como coordinadora –el 1 de julio de 2007– y se unió a la grabación de la serie El síndrome de Ulises, hecho que la convertiría en la primera mujer trans en protagonizar una serie de televisión en España.
En el 2011, en las elecciones autonómicas fue electa como diputada en la Asamblea de Madrid por el PSOE y se convirtió en la primera mujer transexual que ocupaba un curul en un grupo parlamentario de España.
Después de su participación en la mesa junto a Anarella Vélez, Andy Tosta y Grecia O’Hara, Carla Antonelli le brindó una entrevista a Contracorriente en el jardín de una locación que forma parte del patrimonio histórico de Gracias, Lempira: la Casa Galeano.
Contracorriente (CC): ¿Qué se siente ser parte de tantas «primeras veces históricas» en logros para la comunidad LGTBIQ+ y especialmente para la comunidad trans?
Carla Antonelli (CA): Son tantas primeras veces que –precisamente– eso es lo que nos tiene que hacer reflexionar: que si las hay, es que no las ha habido antes, y si no las ha habido es por razones de prejuicios, estigmas, rechazo, incomprensión porque a las personas trans y LGTBI+ no les falta ningún número en la ecuación para ser exactamente igual que el resto de las personas.
Tenemos las mismas capacidades y cualidades y en cuanto se nos da la oportunidad lo estamos demostrando. En los equipos de premios Nobel de Física de hace 3 o 5 años estuvo una persona trans. El máximo cargo de la salud en Estados Unidos que ha gestionado todo lo del COVID-19 es una persona trans. Una de los viceprimeros ministros del Gobierno de Bélgica es una persona trans.
Lo que te quiero decir es que es solamente tener la oportunidad de ir rompiendo este telón o ese muro de cristal, el famoso muro de cristal o techo de cristal y suelos pegajosos de los que tanto se habla. Esto para poder salir y empezar a caminar erguidas, en igualdad de condiciones, en igualdad de oportunidades con el resto de la población.
Las primeras veces no son una cosa exclusiva del colectivo LGTBI+, sino que lo podemos ampliar a la propia mujer en general, que todavía se siguen escalando puestos de primeras veces, lo cual nos dice mucho de los prejuicios subyacentes en torno a determinados colectivos de la sociedad. Pero hablar de la mujer como un colectivo es casi una indecencia, las mujeres somos casi el 50 % de la población de este planeta, lo que pasa es que al heteropatriarcado le ha venido muy bien tenernos relegadas y al servicio de.
CC: ¿Cómo ve la incursión de la comunidad trans en la exigencia de sus derechos en Honduras?
CA: Yo creo que Grecia O’Hara lo está haciendo muy bien, es una mujer empoderada y que tiene conocimiento de causa y los pies sobre la tierra, esto es muy importante. Además, la ley que están defendiendo es un proyecto muy inteligente porque abarca a todas las comunidades discriminadas de Honduras, las diez que reconoce el Estado hondureño y, entre ellas, a las personas LGTBI+.
O sea, es abordar desde una política integral contra la discriminación hacia todas aquellas personas de este país que están siendo vulnerados sus derechos fundamentales.
Hablamos siempre de «las minorías, no hay que gobernar para las minorías» y siempre nos quedamos en el último lugar, pero es que al final si vamos sumando minorías y sumamos diez de ellas va y resulta que no somos una minoría. A lo mejor resulta que somos el 30 % o 40 % de la población, si lo juntas todo. Resulta que hay un grupo de población muy selecta que es la de los privilegios y que las minorías no son tan minorías, por lo tanto, es importante que haya gobiernos concienciados y progresistas que no gobiernen solo para las mayorías, sino también para las minorías.
CC: ¿Qué conlleva lograr esa «primera vez» y ocupar un cargo político? En su caso, ser parte de la Asamblea de Madrid.
CA: Viene la toma de conciencia de que estás haciendo algo histórico que no se ha producido nunca, por lo tanto, se ha marcado un antes y un después de llegar a la Asamblea, levantarte de tu escaño (asiento que ocupa un parlamentario) y decir: «Sí, prometo», porque yo no juro por nadie.
Luego tener un acta de diputada y pensar que aquellos que hacía cuarenta y tantos años nos llamaban «maricones» ahora me tienen que llamar «señoría» y tratarme con el debido respeto, eso es un momentito nada más.
Después viene lo siguiente que va más allá de la T y sin olvidar la T y salen leyes integrales de transexualidad como la que se hizo en la Comunidad de Madrid que fue la más avanzada de España y en su momento una ley integral contra la LGTBIfobia de la que fui parte ponente.
Pero yo también era responsable de familias y menores; o sea, que no solo estaba ahí por el colectivo LGTBI+ porque lo primero que se dijo es que «estás ahí por una cuota, nada más que por eso» o «por ser trans o por ser trons». No. Estás ahí por muchas otras circunstancias y lo vas demostrando con toda la política que vas haciendo, las denuncias de la oposición de tantas situaciones como: desapariciones de puntos de encuentro familiares que había en la comunidad de Madrid o el caso de los bebés robados en España, que fueron secuestrados a sus madres recién paridas, durante la dictadura hasta entrada la democracia.
Esto último, lo llevamos a la Asamblea de Madrid, donde toda la asamblea se puso en pie a aplaudir las víctimas que estaban sentadas arriba. Y media asamblea, derechas e izquierdas, lloraron al contar la historia de una mujer que estaba ahí con una botella de oxígeno y contó cómo una monja le robaba su niño –la famosa Sor María, que no se sabe si está muerta o si simuló su deceso– y fue el primer paso para que eso llegara al Senado de España, luego en el Congreso de los Diputados, y se reconociera en la Ley de Memoria Histórica.
CC: ¿Qué supone vivir bajo la existencia de leyes como «Ley sobre peligrosidad y rehabilitación social» por la que las personas homosexuales y transexuales podían ser encarceladas?
CA: Esa ley estuvo desde 1970 hasta 1979, donde se nos encarcelaba y se nos penalizaba por el mero hecho de ser quienes éramos, pero existía –también– la figura del escándalo público hasta 1988. De eso pasamos a construir una España de derechos civiles con el Gobierno de José Zapatero, donde formé parte de la redacción del Programa Electoral y se incluyó el matrimonio igualitario; que sorprendió al mundo, porque el resto del planeta pensaba que España iba bajo palio. Y el matrimonio igualitario fue una realidad; después se hizo realidad la Ley de Identidad de Género, hace exactamente quince años. Una ley que luego la Argentina reformó, pero que fue el principio de unos cambios de fundamento del cambio de nombre y sexo registral sin necesidad de una cirugía genital, y que marcó un antes y un después porque que vino a decir al mundo que ser hombre o mujer va mucho más allá de unos genitales. Esto en base a un principio básico de uno de los artículos de la Constitución Española, que está en prácticamente todos los artículos de todas las constituciones de todos los países del mundo y sobre todo los de habla hispana, que es el derecho al libre desarrollo de la personalidad.
CC: ¿Qué se siente al tener que esperar para que lo que es un derecho humano sea respetado?
CA: Sensaciones de impotencia. Parece que no lo vas a conseguir nunca y, finalmente, vislumbrar que los sueños no son solo sueños sino que se hacen realidad. Para eso lo que tienes que hacer es insistir y persistir, aunque haya días que parece que te vas a derrumbar, sigue trabajando y luchando. Pero es importante la unión, entre todas y todos, que es la que hace la fuerza. Esa visibilidad que tuvimos y el que fue el padre de todo esto, el compañero fallecido, Pedro Zerolo, que visitó mucho Latinoamérica y que exportó derechos fundamentales como el matrimonio igualitario en esas primeras manifestaciones de finales de los años 70 del orgullo.
De esas primeras manifestaciones de unos pocos cientos de personas, pasamos en los años 90 a ser cerca de 60,000, y en los años 2000 pasamos a ser cerca de un millón de personas. Sacar a las calles a un millón de personas por el respeto a los derechos a la diversidad y a la identidad. Estamos mandando un mensaje claro a los partidos que concurren a procesos electorales y es que nuestro voto cuenta y suma y solamente vamos a poner votos en las urnas a aquellos partidos que van a traducirlo luego en leyes en el Congreso de los Diputados cuando tengan que gobernar. Y si no, no les vamos a votar. Incluso, vamos a pedir el voto en contra de aquellos que quieren cercenar o impedir nuestros derechos.
CC: ¿Qué opina de que se realice una actividad cultural como el Festival de Los Confines e incluya la mesa de «Voces diversas: literatura, arte, inclusión y diversidad»?
CA: Es un absoluto acierto y felicitar a Salvador Madrid por este acto, que se presupone de valentía, pero que al final no es otra que de una creencia firme en la diversidad y en la inclusión de que todas las personas tienen que estar en todos los espacios.
Se ha hecho historia –en ese sentido– al ser la primera vez que hay una mesa de la diversidad en este Festival de Los Confines, y como le decía a Salvador: «Dentro de 3 o 4 años se pensará ¿por qué esto no se hizo antes?». Al final terminamos asumiendo ciertos temores, esa política de amedrentamiento que se hacen desde ciertos sectores ultrarreligiosos funciona con algunas personas, pero no es bueno vivir con miedo y vivir de rodillas, pues como decía alguien: «Prefiero morir con dignidad que vivir toda la vida de rodillas».
Por lo tanto, hay que ser valientes. Esto lo decía también el compañero Pedro Zerolo, que «el socialismo que no es valiente entonces no es socialismo», así que hay que ser valientes en todo este tipo de políticas, porque luego nos decían que a España se temía que le iban a caer las siete plagas de Egipto, que en los templos los velos se iban a rasgar en dos y al final no pasó absolutamente nada. Solo lo que dijo Zapatero, que «España había pasado ese día a ser un país más decente porque había dejado de humillar a parte de sus miembros». Hoy es un país orgulloso de ser pionero en el matrimonio igualitario con todos los plenos derechos, entre ellos el derecho a la adopción.
Ni los homosexuales se comieron a los niños, ni los metieron en microondas, ni nada por el estilo. Ya hay literatura suficiente de más de 60 años que dice que los hijos de madres y padres LGTBI+ solo son unos niños más, y la casuística de que sean LGTBI+ es exactamente igual a la del resto de la población. Mis padres no eran LGTBI+, pero yo soy una persona trans, por lo tanto a mí no me inculcaron nada.
Lo demás son solo las políticas del miedo, de fake news, las de atemorizar, «que viene el lobo que viene el lobo» para asustar a la población. Solamente hay que decir que cuando ocurre un terremoto, nos echan la culpa a la población LGTBI+ y no estoy diciendo ninguna tontería, parece que es una majadería lo que digo pero es que esto es literal. O sea, hay un terremoto, hay una guerra, no sé qué, y esto es culpa de la población LGTBI+ si sucediera.
Si es que, al final, somos la cortina de humo perfecta y el chivo expiatorio de las políticas de obcecación de señalamiento para la supervivencia de unos grupos ultraradicales que, desgraciadamente y contrario al dogma que predican, sustentan su propia existencia en la discriminación del otro.
Mala cosa es que tú para salir adelante tengas que buscar chivos expiatorios y perseguir, exterminar o cometer un genocidio contra toda una población, como hemos visto de forma aberrante en nuestra historia reciente.