Algunos líderes religiosos en Honduras defendieron la realización de la consulta popular conocida como «Cuarta Urna», otros, los más poderosos, la condenaron y dieron su bendición al golpe de Estado de 2009. Más de una década después, un exsacerdote y un pastor evangélico analizan qué había detrás de la postura política de las iglesias Católica y Evangélica en el 2009.
Texto: Persy Cabrera
Fotografía: Jorge Cabrera
«El día de su toma de posesión usted citó claramente tres mandamientos de la Santa Ley de Dios: no mentir, no robar, no matar. Pensemos si una acción precipitada, un regreso al país en este momento, podría desatar un baño de sangre», ese fue el consejo que el cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez le envió al expresidente Manuel Zelaya (2006-2009) en cadena nacional para Honduras y que anticipó tiempos de violencia y fraccionamiento social y cultural en el país.
«Hay que tener mucho cuidado con aquellos que hacen llamado para una constituyente y cambiar la constitución», sería el discurso que el pastor Evelio Reyes mantendría años después de mostrar su conformidad con el derrocamiento de Zelaya en el 2009. En el 2017, el excandidado presidencial por el Partido Liberal, Luis Zelaya, saldría a pedir perdón por el golpe de Estado y Evelio Reyes aprovechó la oportunidad para señalar que no había que exculparse y que «no tenemos que pedir perdón ni retractarnos, porque muchas veces nuestras acciones solamente responden al deber».
Las palabras del cardenal Óscar Andrés Rodríguez y las del pastor evangélico Evelio Reyes, de la confraternidad evangélica, jugaron entonces un papel muy importante contra Manuel Zelaya, cambiando y aunando opiniones a favor del golpe sobre una población cuya mayoría entonces –y todavía ahora– se identifica con las religiones que ambos lideraban.
De acuerdo al Informe sobre libertad religiosa del Departamento de Estado de Estados Unidos, en el 2016 un 48 % de la población hondureña se identificó como protestante evangélico y un 41 % como católico romano, ramas del cristianismo que tuvieron como líderes en Honduras a Evelio Reyes, pastor de la Iglesia Cristiana Vida Abundante, y Óscar Andrés Rodríguez, que sirvió como arzobispo de Tegucigalpa hasta el 14 de abril de este año tras 29 años de hacerlo y quien también era presidente de la Conferencia Episcopal de Honduras (CEH) cuando leyó el comunicado que preparó esta organización unos días después del golpe de Estado.
Cuando Rodríguez emitió el consejo, habían pasado cinco días desde que a Manuel Zelaya lo habían sacado la madrugada del 28 de junio de su casa para ser llevado a Costa Rica en lo que el Gobierno que lo reemplazó calificó como una «sucesión constitucional», pero que, a ojos del mundo y de la mayoría de la población hondureña, fue el primer golpe de Estado que se daba en América Latina en el siglo XXI.
Los días siguientes al suceso político se formó el Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), un movimiento que buscaba el retorno al país de Zelaya y expresar su repudio al golpe de Estado. Un día después de la lectura del comunicado de la Conferencia Episcopal de Honduras (CEH) y la advertencia del cardenal Rodríguez sobre las consecuencias del regreso de Manuel «Mel» Zelaya al país, el asesinato de Isy Obed Murillo conmocionó al país y se convirtió en uno de los mártires más reconocidos dentro del movimiento de oposición al golpe de Estado.
La represión por parte de fuerzas policiales y militares, de acuerdo con el informe presentado en 2011 por la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, dejó 20 asesinatos que debían ser aclarados.
En contraparte a las protestas en rechazo al golpe de Estado por parte del FNRP, se formó el movimiento de las «Camisas blancas», que aglutinó al sector de la población en desacuerdo con la instalación de la «Cuarta Urna» y denunciaban la encuesta como «ilegal», un mensaje más acorde al que líderes religiosos de las iglesias cristianas hondureñas daban a los medios de comunicación.
Dentro de la rama evangélica protestante, el pastor Evelio Reyes fue uno de los líderes que convocó a movilizaciones en 2009 para pedir a Manuel Zelaya que desistiera de promover la Asamblea Nacional Constituyente con la que, se decía, iba a buscar perpetuarse en el poder. Sin embargo, años después declaró haber «cambiado de opinión» sobre el tema de la reelección. Acostumbrado a figurar en actos del Gobierno de Juan Orlando Hernández, Evelio Reyes dijo: «Lo de la reelección es algo que se tiene que revisar, reglamentar y todos tienen el derecho a proponerse», esto después de que Juan Orlando Hernández triunfó en las elecciones de 2017 tras el fallo de la Sala de lo Constitucional en la Corte Suprema de Justicia que propició su reelección.
Desde el golpe de 2009, los líderes religiosos, en especial el cardenal Óscar Andrés Rodríguez, fueron objeto de críticas por su posicionamiento político. Las calles de Tegucigalpa, recorridas semanalmente por manifestantes contra el golpe, se llenaron de grafitis con mensajes en su contra: dibujos del cardenal con «cachos» y las consignas que lo rebautizaron como «Cardemal Rodríguez» quedaron en el imaginario cultural de toda la generación de capitalinos que vivió aquellos días de zozobra nacional.
Tampoco ayudó que el cardenal, en efecto, siguió guardando silencio cuando los miembros del FNRP fueron brutalmente reprimidos. Y su imagen, otrora conciliadora, se fue polarizando más y más. Cuando Manuel Zelaya regresó al país después del Acuerdo de Cartagena, el cardenal había perdido mucho de su imagen como una figura inmaculada del país. Tampoco fue muy visible durante el Gobierno de Porfirio Lobo o durante los dos gobiernos de Juan Orlando Hernández.
Su figura se fue decolorando hasta que, finalmente, en la toma de posesión de la presidenta Xiomara Castro el 27 de enero de 2022 –quien aquel día comenzó su recorrido por la capital en la Basílica de Suyapa– se vio a monseñor Ángel Garachana ungiendo a la esposa del expresidente con el que Óscar Andrés Rodríguez se enfrentó. Parecía cerrarse un círculo, y así fue, pues Óscar Andrés, semanas después, se hizo a un lado como presidente de la Conferencia Episcopal de Honduras, cediendo su lugar a Garachana.
Roberto Paiz, sacerdote por más de 35 años en Honduras y excandidato a diputado por el Partido Salvador de Honduras (PSH) en las elecciones de 2021, en una entrevista para Contracorriente declaró que el documento que preparó la CEH era oportuno para los momentos que el país atravesaba y que el último mensaje a «Mel» era una advertencia personal del cardenal al exmandatario. «Él lo pidió como un hombre de fe o como un padre se lo pide a su hijo. Todo ha sido tergiversado, le comenzaron a decir “cardemal”, a tirar de todo», enfatizó Paiz y señaló que es un error «condenar» a toda una iglesia por la actitud de uno de sus miembros o autoridades.
De acuerdo a Paiz el silencio que se le puede señalar a la Iglesia Católica es debido a que «ha sido perseguida durante muchos siglos por eso mismo se vuelve quisquillosa de que si dice algo la vayan a perseguir. Entonces en cierta manera se ha vuelto silenciosa». Un silencio que fue evidente durante la reelección ilegal del exmandatario, Juan Orlando Hernández, siendo la reelección el punto principal por el que los líderes religiosos justificaron el golpe de Estado de 2009.
Pero laausencia de pronunciamientos del máximo líder de la Iglesia Católica hondureña sobre el golpe de Estado ejecutado el 28 de junio de 2009, sobre la represión a las protestas posteriores al evento, los actos de corrupción cometidos por los gobiernos sucesores e incluso la reelección ilegal del expresidente Juan Orlando Hernández y el proceso de su extradición a Estados Unidos en abril de 2022, no fueron los únicos casos.
En Los profetas del presidente Contracorriente muestra cómo en el Gobierno de Juan Orlando Hernández ese protagonismo se refleja en proselitismo, cargos públicos para líderes religiosos o la instalación de un estudio bíblico para los diputados del Congreso Nacional.
El pastor evangélico Luis Luna, quien tenía 17 años durante el golpe de Estado 2009, considera que en el momento de la salida de Zelaya él «estaba seguro que había sido un acto abiertamente hostil e ilegal hacia un presidente democráticamente electo» y que ve entendible que la Iglesia tenga representantes en espacios públicos y manifiesten el sentir generalizado de la congregación, pero que los momentos antes, durante y posterior al golpe de Estado no fueron ejemplo de ello.
La importancia para la feligresía y congregaciones de la opinión política de los líderes religiosos en la nación despierta inquietudes sobre la intervención en asuntos del Estado por parte de la iglesia, que cada vez gana más protagonismo en la creación y derogación de leyes en Honduras. Paiz considera que «ahora no hay duda que la Iglesia Católica ha sido, no sé si llamarlo “más prudente” o con menos deseos de estar interviniendo en los asuntos estatales. La Iglesia Evangélica no había querido incluirse dentro de ello, pero los últimos años ganó un protagonismo exagerado».
Para Luna, pretender que la religión no influencie la política es bastante «ingenuo» y respecto a la separación de la Iglesia y Estado considera que «no era tanto proteger el Estado de la influencia de la religión, sino proteger la Iglesia y los asuntos de fe de ser manipulados por el Estado». Aún cuando la constitución hondureña establece en su artículo 77 que: «Los ministros de las diversas religiones, no podrán ejercer cargos públicos ni hacer en ninguna forma propaganda política, invocando motivos de religión o valiéndose, como medio para tal fin, de las creencias religiosas del pueblo».
Los profetas del presidenteseñala a Oswaldo Canales, pastor evangélico que ha integrado veinte comisiones gubernamentales y no gubernamentales y quien no evidenció su trabajo en el Programa de Apoyo a la Descentralización en Honduras (PROADES), proyecto en el que supuestamente participó como asesor y por el que se le pagaron 750,000 lempiras. También como Manuel Márquez, exdiputado por el Partido Nacional, declaró que «cuando tenemos una ley enfrente ya no solo pensamos en política, sino que pensamos a la luz de la palabra de Dios».
En su despedida como arzobispo de Tegucigalpa, el cardenal Rodríguez pronunció «en este momento, teniendo presente que en la Divina Providencia es la última Misa Crismal que presido como Arzobispo de Tegucigalpa, yo quiero pedirles perdón si por mis límites no he sabido responder a lo que tienen derecho a esperar de su obispo». El padre Paiz considera que monseñor Ángel Garachana tiene un mejor protagonismo como presidente de la Conferencia Episcopal de Honduras (CEH) y que el cardenal Rodríguez quedó «mal herido» y «maleado» después de todo lo que pasó en el 2009 y por prudencia decidió hacerse a un lado.
Paiz actualmente no desempeña ningún cargo dentro de la Iglesia Católica, pero sigue teniendo una estrecha relación con ella. Aunque en la entrevista había mencionado que el silencio de la iglesia se debe a una posible «persecución» a la misma, su siguiente mención de la palabra silencio responde a lo que quizá la feligresía y las personas religiosas esperaban de sus líderes: «Ese silencio también corre peligro de ser catalogado como cómplice pero la iglesia no debe olvidar su voz profética, denunciar lo que no está bien…».
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En su despedida como arzobispo de Tegucigalpa, el cardenal Rodríguez pronunció «en este momento, teniendo presente que en la Divina Providencia es la última Misa Crismal que presido como Arzobispo de Tegucigalpa, yo quiero pedirles perdón si por mis límites no he sabido responder a lo que tienen derecho a esperar de su obispo». Saben porque pronuncio Divina Providencia, porque se acordó del gran clavo que tiene en Amarateca, donde creo y adopto un complejo habitacional con ese nombre, el cual administro junto a la Fundación Católica Cristo del Picacho, este complejo fue financiado por CESAL mediante donaciones que se obtuvieron desde España cuando la tragedia del huracán Mitch y el cual se creo como un lugar para hacer que los afectados volvieran a tener su casa, sin embargo el proyecto social se volvió todo lo contrario, lo privatizaron y vendieron las casas a precios mucho más altos, de esto ya han pasado 22 años y en el caso mío tengo 5 años de haber terminado de pagar junto a otros vecinos; de estos 6 años en ningún momento se le ha visto a esta Fundación hablar de la entrega de los títulos de propiedad, la Fundación Cristo del Picacho a empleado el método cachureco de llamarse al silencio y emplear la táctica que en mi Barrio se le llama: ¨hacerse el loco¨.
De todo esto que les eh manifestado parece que tanto el Cardenal, la Iglesia, la banca (Bco. Atlántida y Bco. de Occidente) la Fundación Cristo del Picacho y el Gobierno de la República parece que prefieren olvidar esta estafa y que los habitantes de este complejo nos acomodemos a vivir esperando y aceptando que fuimos estafados por esta eminencia, por cierto es un funcionario del Estado del Vaticano; de esta historia solo el tiempo dirá en que terminaremos los incautos adjudicatarios.
La iglesia tiene como obligacion anunciar el Evangelio y a la vez denunciar lo que va en su contra.asi que eso de miedo a la persecución no es excusa.
El señor Evelio Reyes es pastor de la iglesia Vida Abundante pero no representa el sentir y pensar de la gran mayoría evangélica de Honduras, además cada quien es libre de pensar como mejor le parece y nadie absolutamente nadie tiene derecho a criticar por esto o aquello que piensa solo con el propósito de darle la razón a alguien por que para que la sociedad exista deben de haber diferencias de opiniones para que haya debate para poder aprender mas tambien lo de Isi Obed solo era una persona que estaba en el kugar equivocado a la hora equivocado y es bien sabido que los partidos denizquierda solo buscan mártires para sus sucios propósitos para atizar ambientes y crear conciencia en la población ávida de revonocimiento que por lo general son de bajo nivel académico como los que nos gobiernan ahora que llevan un país a terminarlo de hundir después de los 12 años que lo hivieron pedazos los gobiernos navionalistas