La barbería Marielos tiene ese nombre oficial pero todos la conocen como «El Llavero», y se ha convertido en un referente en el centro de Tegucigalpa.
Don José Miguel, el dueño, cuenta que la extorsión, un enorme problema para muchos negocios capitalinos, no lo ha afectado a él y que incluso la barbería sirve como centro de discusión política y religiosa entre los visitantes que llegan al centro. Hay algunos debates que se tornan acalorados, cuenta, pero siempre prima la madurez de saber que están entre amigos.
José Miguel tiene 53 años de cortar cabello, pero en los últimos 18 los ha combinado con la agustidofilia, una afición por coleccionar llaveros de todo tipo. La mayor parte de su colección, que se puede ver en la barbería, se debe a regalos que le hacen sus propios clientes y otros, explica, fueron comprados durante el transcurso de los años.
El primer llavero que tuvo en sus manos y con el que inició esta gran colección se lo dio su hijo, días después de entrar en el Ejército. «No sé cuántos llaveros tengo al día de hoy, pero esto no solo es mi colección, es de cada cliente que me regala uno», menciona Ramírez. La atención que brinda, la amistad que ofrece y los llaveros que rodean el establecimiento, son la identidad de su negocio que ha logrado sobrevivir en un país con altos índices de violencia, costos elevados en la facturación energética y también tras el cierre del comercio que se dio durante la pandemia del COVID-19.
Don José Miguel recuerda que con la pandemia tuvo que cortar cabello a domicilio de manera privada, regresar a su barbería con todos sus llaveros era algo que él y sus clientes extrañaban. «Invito a mis clientes a ser parte de la colección “trayendo un llavero”; haremos el espacio para colocarlos», dice con una sonrisa.